Apenas hoy se cumple el sexto día de la campaña presidencial y, aunque con buenas perspectivas para Xóchitl Gálvez, no son sustancialmente mejores que al inicio de esta. Si la elección fuera hoy, Claudia Sheinbaum ganaría por una cifra de dos dígitos. El dato, sin embargo, no debe ser desalentador para Gálvez, como tampoco un respiro para Sheinbaum. Las campañas sirven para que el electorado conozca la personalidad y propuestas de quienes aspiran a un cargo de elección popular y para que éstos convenzan a un número importante de ciudadanos que, al iniciar una contienda de este tipo, aún se encuentran en la indefinición. Tras los primeros días de campaña, los saldos para la opositora deben ser vistos con esperanza de que la construcción de una candidatura competitiva es posible, en tanto que para la candidata del oficialismo, si bien el arranque ha sido más bien aburrido y soso, la expectativa de triunfo se mantiene y no se aprecian focos rojos en el horizonte inmediato.
Todo lo anterior no tiene la relevancia de marcar una tendencia o definir la ruta y el destino de la campaña, pero plantea una interrogante que poco a poco ha venido creciendo incluso antes del inicio de la contienda: ¿y si Xóchitl Gálvez gana la elección y derrota al proyecto de Andrés Manuel López Obrador? La pregunta no es ociosa si se considera el talante que el presidente y su partido han mostrado respecto del proceso electoral y, más aún, de los planes que la Cuarta Transformación encierra como un proyecto de largo aliento y no como simple lema de gobierno. Volviendo a la interrogante, ¿y si Xóchitl Gálvez gana la elección, el presidente, la candidata derrotada, los partidos oficialistas y las estructuras de poder construidas a partir del gobierno respetarán la decisión popular, o desconocerán cualquier resultado que no les sea favorable, so pretexto de la intervención de fuerzas oscuras que atentan contra una democracia que solo existe cuando ellos triunfan?
A partir de la reingeniería que la estructura del gobierno ha sufrido en los últimos años y en el contexto de arranque de las campañas, la pregunta es más que válida y debe llamar a la reflexión. Hoy, distintos organismos autónomos se encuentran secuestrados y sus funciones constitucionales están condicionadas a la voluntad presidencial; las Fuerzas Armadas han adquirido un poder económico y político nunca antes visto y se encuentran desplegadas a lo largo y ancho del país; muchos medios de comunicación han permitido el control de la libertad de expresión o han caído en la autocensura; muchos contrapesos naturales del Poder Ejecutivo han visto mermada su capacidad de actuación por recortes presupuestales o por la amenaza constante de reformas legales que los desnaturalizaran. Y si Xóchitl Gálvez gana la elección, ¿qué actitud asumirán todos estos actores que hoy han ajustado su existencia a la continuación de la Cuarta Transformación? ¿Qué harán respecto de la calificación de la elección el INE y el Tribunal Electoral? ¿Cómo reportarán la noticia los medios de comunicación que, en no pocos casos, han mostrado simpatía por el gobierno? ¿Cuál será la actitud de una milicia que empieza a acostumbrarse al poder de la política?
Una golondrina no hace verano y seis jornadas de campaña no marcan la tendencia de lo que serán los restantes ochenta y cuatro días. La ventaja que todas las encuestas le dan a Claudia Sheinbaum hace pensar que, en el mejor de los casos, Gálvez y su coalición podrán cerrarla a seis u ocho puntos porcentuales. En los cuarteles de estrategia de Claudia y Xóchitl hay tranquilidad y esperanza, respectivamente. Una quisiera que todo acabara mañana para no desgastar el bono que le otorga la popularidad presidencial de López Obrador, mientras que la otra estirará hasta el último minuto de los noventa días, buscando encontrar en los errores de su adversaria los escalones que le permitan subir en las preferencias. Falta mucho tiempo y, a pesar de ello, pudiera ser que el tiempo no alcance para lo que se busca. Sin embargo, y con todo lo que significa una elección como la que el 2 de junio viviremos, una pregunta empieza a rondar en muchas mesas y conversaciones y ésta deberá ser motivo permanente de reflexiones y análisis: ¿y si Xóchitl Gálvez gana la elección presidencial?
Profesor y titular de la DGACO, UNAM
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