Opinión

XÓCHITL: ¿Reconciliación nacional?

Las campañas electorales permiten establecer contrastes entre los aspirantes y, sin duda, los discursos de registro de los principales competidores por la Presidencia así lo hacen. Las alocuciones dicen mucho en sus palabras, en sus subtextos y en lo que no expresan.

Los menos jóvenes recordarán que en el año 2000 Vicente Fox se apropió del campo semántico “cambio” y con dicho término condensó su propuesta. En 2018, Andrés Manuel López Obrador hizo lo propio con “honestidad” y “los pobres”, moviendo las emociones de una buena parte del electorado hartos de la corrupción y la desigualdad. Nada pudieron hacer los otros dos contendientes para colocar otro campo semántico igualmente exitoso.

Como en este espacio ya comentamos el discurso de la doctora Claudia Sheinbaum el día de su registro ante el INE, el de hoy lo dedicaremos a la ingeniera Xóchitl Gálvez, a la par de plantearle algunas preocupaciones.

Buen detalle que los primeros momentos de su discurso, doña Xóchitl los haya dedicado al fallecido Carlos Urzúa, primer secretario de Hacienda de AMLO y hasta el domingo uno de sus colaboradores. Resaltó el valor de don Carlos al haber enfrentado al presidente, de lo cual se deduce que la cuota de lealtad del secretario hacia AMLO estaba por debajo de su lealtad a su propia ética profesional como responsable de los dineros de la Nación.

En este 2024, Gálvez y Sheinbaum se disputan el campo semántico de “democracia”, concepto atractivo para sus respectivos seguidores, pero con distintos significados. Mientras la morenista lo hace desde la exclusión hacia los que no sigan el catecismo lopezobradorista, la aliancista lo hace desde la concordia y el respeto hacia el pluralismo.

Prueba de ello, es que Gálvez empezó por dar el crédito que bien se merecen en nuestra memoria Cuauhtémoc Cárdenas, Manuel Clouthier y Rosario Ibarra, por sus esfuerzos de apertura emprendidos en 1988, después de los dudosos resultados de la contienda presidencial. Resultó grato también la mención al mérito del Instituto Nacional Electoral y el Tribunal Federal Electoral del Poder Judicial en la construcción de nuestro edificio democrático.

Con ambos reconocimientos, doña Xóchitl dejó en claro que la democracia no empezó con la 4T, sino que es un trabajo colectivo, incluida la participación de la población. Más me gustó que les recordara la gran responsabilidad que tienen ambas instituciones ante las injerencias del inquilino de Palacio Nacional.

Ya para terminar hizo alusiones sobre dónde los ciudadanos podemos “leer” o “sentir” la democracia: “en el debate político con ideas y no con insultos”, donde “sea un cimiento para la paz y la armonía”, donde “se fomente el respeto y la diversidad”…

No quiero parecer aguafiestas, pero tengo dudas de si esta armonía o reconciliación será posible, porque el problema con la polarización en un país es que se sabe cuándo inicia, pero no cómo termina. No importa si el gobierno es de derecha o de izquierda, el daño es el mismo y empieza con un descenso en la calidad democrática (mismo que ya estamos viviendo con las famosas 20 reformas del presidente).

De ganar Xóchitl Gálvez me pregunto si los cuatroteístas se pondrán paranoicos esperando que los “otros” los vayan a aplastar y, como reacción, proliferen las manifestaciones de rechazo por cualquier razón. Estudiosos europeos de la Ciencia Política y la Sociología coinciden en que otro importante impacto de la polarización se manifiesta como parálisis de gestión y/o el congelamiento legislativo. Es decir, se genera “una competencia centrífuga y de políticas de sobrepuja, dando lugar a altos niveles de inestabilidad sistémica” (Casal, “Causas y consecuencias de la polarización”, Fundación FAES, 2019).

Supongo que Xóchitl, en tanto presidenta, tendría que hacer una muy intensa campaña de acciones políticas orientadas hacia la igualdad, a fin de promover la aceptación de unos y otros. Otro camino sería apelar a la vinculación con los colectivos de la sociedad civil que permitan, por un lado, el arraigo general; por el otro, la transparencia y la desideologización.

La polarización es el gran muro a derribar por el bien de nuestra salud democrática y paz social.

Colaboró: Upa Ruiz uparuiz@hotmail.com

Correo: Lmendivil2010@gmail.com

Facebook: Leopoldo Mendívil

Twitter: @Lmendivil2015

Copyright © 2024 La Crónica de Hoy .

Lo más relevante en México