Dos horas después de que terminó el mitin de ayer domingo, el Zócalo estaba limpio. Los trabajadores encargados de barrer y recoger basura tuvieron poco quehacer, porque los asistentes a esa enorme concentración no dejaron desperdicios. Eso es lo que hacen los ciudadanos que, cuando son libres, se comportan de manera responsable y cuidan los bienes públicos. Los que ayer colmaron la Plaza de la Constitución y calles aledañas defendieron, al ejercerla, esa libertad a la que pone en riesgo el autoritarismo del gobierno.
300 mil o más, sin contar decenas de miles que se manifestaron en 120 ciudades dentro y fuera del país, sumaron su presencia y voces en defensa de la democracia, la Constitución y las instituciones que establece; en defensa de libertades como, precisamente, las de expresión y manifestación. Lo hicieron voluntaria y deliberadamente, no obstante las vallas que puso en las calles el gobierno de la CdMx y a pesar de la campaña de descrédito que se propaló desde Palacio Nacional en contra de esa jornada democrática.
Cuando Lorenzo Córdova Vianello leía el pulcro discurso que constituyó el mensaje central de esa movilización, la atención de esos cientos de miles era tal que se podía sentir el silencio que acompañaba sus pausas. Atentos a esas palabras, los ciudadanos las rubricaban asintiendo y con aplausos. Escucharon, así, la didáctica metáfora que empleó el ex presidente del INE para explicar la trampa autoritaria del actual gobierno: ”nos pasamos más de 40 años construyendo una escalera, cada vez más sólida, cada vez más robusta, cada vez más firme, para que quien tuviera los votos pudiera acceder al primer piso y hoy, desde el poder, quien llegó a ese primer piso por la libre voluntad de la ciudadanía, pretende destruir esa escalera para que nadie más pueda transitarla”.
La democracia no lo remedia todo, como subrayó ese orador, pero es el patrimonio más acabado del desarrollo político que ha impulsado la sociedad mexicana. Esa democracia implica el derecho a votar en libertad a nuestros gobernantes, la existencia de instituciones que controlan y limitan al poder como el INE y la Suprema Corte y se sustenta en la Constitución. Todo eso lo pone en riesgo el proyecto autoritario, ahora expresado en las propuestas para desnaturalizar a la propia Constitución, que sostienen el presidente López Obrador y su partido.
Córdova puntualizó que quienes rechazan tales riesgos no defienden el inmovilismo. “Hay quien dice que ‘las instituciones sí se tocan’. ¡Claro que sí, pero sólo si es para mejorarlas! Si lo que se quiere es desmantelarlas, destazarlas o capturarlas, lo decimos fuerte y claro, si es para eso, ¡claro que no se tocan!”
La sociedad activa se encuentra hoy ante “un proyecto de reinstauración autoritaria que quiere regresarnos a las épocas de un partido hegemónico que pretende revertir muchas de las conquistas democráticas que se han conseguido y que fueron precisamente las que les permitieron llegar al poder”. Ni más, ni menos. En su propuesta, así como en la concepción que tiene del país, el presidente López Obrador mira hacia atrás. Intenta que volvamos al México de presidencialismo incontestable, frente a cuyos abusos la sociedad se resignaba porque carecía de espacios y mecanismos para ejercer sus libertades.
Sí o no a la restauración autoritaria: ese es el dilema que se les plantea a los ciudadanos en la elección del 2 de junio. La de ayer en el Zócalo fue una movilización sin siglas partidarias, porque la lucha democrática no sólo involucra a los partidos. Pero evidentemente el horizonte inmediato en ese empeño para defender la democracia se encuentra en las urnas a las que acudiremos dentro de poco más de cien días.
Muchos de los ciudadanos que fueron al Zócalo, y seguramente ocurrió lo mismo en otras ciudades, llevaban sus propias pancartas. Allí expresaron demandas, urgencias, reclamos y estados de ánimo. El eje de esos carteles era la defensa de la democracia y sus libertades y, para muchos, eso se traducía en la reivindicación de sus propias singularidades y circunstancias. Hubo quienes, en varias ocasiones, repitieron el grito que más incomoda a López Obrador y que se mantiene al frente de las tendencias en las redes sociodigitales. “¡Narcopresidente!” puede ser una expresión exagerada o inexacta, pero es un hecho que muchas personas la corean porque la encuentran verosímil, o porque en ella concentran los muchos reproches que tienen contra el gobierno.
Después de que fue reiterada de manera espontánea por decenas de miles, sin que los conductores del mitin incitaran para ello, el presidente no podrá decir que esa expresión se ha vuelto popular a causa de bots en las redes sociodigitales. La desazón ciudadana, así manifestada, sanciona la negligencia y los dolorosos resultados de la catastrófica política de López Obrador en materia de seguridad.
“¡La ley es la ley!”, proclamó también la plaza cuando Córdova dijo a todos los candidatos, de todos los partidos, que son los primeros que deben sujetarse al orden jurídico. Qué trastornada se encuentra la vida pública mexicana y a qué abismos ha llegado el respeto a la legalidad cuando cientos de miles tenemos que gritar, con sencillez y urgencia, que la ley… es la ley.
Córdova recalcó, al finalizar su discurso, que el empeño por la democracia tiene que involucrar a todos, “quien no hace nada mientas otros la amenazan, la atacan y buscan acabarla, ya sea porque tienen miedo, porque son indiferentes o porque menosprecian esos ataques, terminan siendo responsables de su destrucción”. Los aplausos a su alocución, así como la extensa simpatía que le demostraron miles de personas cuando llegó y salió del Zócalo, fueron además un reconocimiento a la trayectoria de ese ex presidente del INE después de que ha sido tan injusta e indignamente vilipendiado por López Obrador y sus propagandistas.
Ayer en el Zócalo, así como en todo el país, hubo mexicanos dispuestos a proteger los peldaños de la democracia. Con la misma responsabilidad con la que dejaron limpia la plancha de la Plaza de la Constitución, esos y ojalá muchos otros ciudadanos irán a defender tales libertades en las urnas del 2 de junio.
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