Sucesos

Menos puede ser más: La nueva idiosincrasia neoyorkina

Foto: Espial

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Desde que se desató la situación pandémica, New York no ha logrado recuperar los niveles de comercialización y circulación turística con los cuales solía contar holgadamente. En las capitales del mundo, donde el movimiento es un factor productivo y contable, cuesta más lograr una restitución económica. En ciertos lugares, tanto de Estados Unidos como del resto del mundo, las limitaciones y las medidas de control siguen estando vigentes. Y cualquier restricción actúa en contra de los despliegues de urbes de este grado de interés internacional.

Teniendo en cuenta el panorama que sucumbió durante estos últimos años, se fue manifestando una nueva forma de culturización de la ciudad, en todos sus ámbitos, rincones y ramas comerciales. La masificación a la estábamos acostumbradas, se cambió por un desarrollo social más pequeño, más fino, más pintoresco. Por un momento, podemos hasta decir que New York recuperó ese feeling vintage de principios de siglo, donde lo multitudinario no es sinónimo de belleza y lo particular dictamina el devenir de lo público. Es allí donde podemos analizar justamente, este nuevo modo de hacer negocios y arte, que fue proyectándose en la ciudad más luminosa del planeta. Las ironías se encontraron para encontrar un equilibrio que hasta parece mágico. Es allí justamente, gracias a esa vuelta a lo mítico o arcaico, donde se vuelve a adoctrinar con respecto a las relaciones de dependencia y despliegues compartidos con otras ciudades del país. Desde el transporte, se vuelve a apostar por el tren y sus salidas rápidas hacia Boston o de Nueva York a Washington. El turismo local, encuentra un espacio dentro de esa coyuntura.

También es cierto que muchos empresarios y emprendedores no sobrevivieron en los últimos años. Pero poco a poco Nueva York puede adornarse ante el apodo de “ciudad que nunca duerme”. Es que tal vez no estaba dormida y solo descansaba. Actualmente, hay hoteles, pubs y restaurantes anunciando aperturas en toda la quinta avenida. Tal vez no hablamos de complejos lujosos o franquicias, pero como dijimos anteriormente, es el turno de reencontrarnos con lo pequeño, lo artesanal, lo tangible. Este cambio de paradigma es muy interesante de analizar desde lo teórico, pero también desde lo práctico. Este cambio de espíritu simboliza una nueva esperanza para muchos trabajadores que perdieron su trabajo o para emprendimientos que buscan relanzar a la competencia.

No es sólo Manhattan.

En muchas ocasiones solemos limitar la potencia de toda una ciudad en un simple distrito. Es cierto que tal vez los espectáculos o sightseeings de mayor importancia o conocimiento, suceden en las inmediaciones de la gran manzana, pero esto no quiere decir que sea la totalidad de una ciudad que tiene muchísimo más para ofrecer. Existen diversidades que puedes ver en un tour de contrastes en Nueva York, donde la vida se respira de distinta forma, pero que claramente valen la pena recorrer.

Cruzando los charcos.

Si nos alejamos del centro, hay diversas experiencias que podemos disfrutar. Si cruzamos el Río Hudson, navegando hacia Little Island o hacia la Estatua de la Libertad, las atracciones turísticas parecen reaparecer en las costas. New York no es solo subte y MetroCard, los cuerpos de agua traen consigo actividades que deberíamos aprovechar.

Respirando arte en NY

Lo mismo sucede con los museos. Aunque tal vez los más conocidos se asentaron en Manhattan, existen otras prácticas en Queens o Brooklyn. El MoMa, que muestra obras de Picasso, Van Gogh, Warhol, Bjork y por supuesto el hijo prodigio, Jean-Michel Basquiat. Broadway siempre es una buena opción, donde las obras de Lin Manuel Miranda se hacen eco de los gustos de las infancias, pero también de públicos mayores.