El martes 10 de diciembre a las 18 h, El Colegio Nacional presentará el primer volumen de la edición integral de la obra de Silvestre Revueltas, que incluye 25 piezas para piano, muchas inéditas, compuestas durante su juventud. El evento, en el Aula Mayor de la institución (Donceles 104, Centro Histórico, CDMX), estará coordinada por la colegiada Gabriela Ortiz.
Silvestre Revueltas Sánchez nació el 31 de diciembre de 1899 en Santiago Pátzcuaro, Durango. Hijo de José Revueltas Gutiérrez y Romana Sánchez Arias, fue el mayor de doce hermanos, entre los que destacaron Fermín, Rosaura y José, quienes dejaron una huella significativa en la vida artística de México y el mundo.
Durante su infancia, Silvestre vivió en un entorno provinciano porfirista, donde las lecturas familiares fomentaron una amplia cultura. Eduardo Contreras rescata en su obra Silvestre Revueltas. Baile, duelo y son (CONACULTA, 2000), unos “apuntes autobiográficos” del musico, escritos a los treinta y ocho años y en los cuales recuerda sus primeros acercamientos musicales:
Era muy pequeño[...] cuando por primera vez oí música. Era una orquestita de pueblo que tocaba la serenata en la plaza. Yo estuve de pie escuchando largo tiempo y seguramente con una atención desmedida [...]
Y seguí soñando con música y países remotos [...] Tenía seis años. Quería ser misionero en remotos lugares, predicador y músico. Me gustaron las vidas de los santos y los bandidos.
Tal vez su padre notó este interés, pues a los siete años le obsequió su primer violín, marcando su camino musical. Tomó sus primeras lecciones en Durango, con un maestro poco conocido llamado Francisco Ramírez. En 1908 la familia se mudaría a Colima motivados por el trabajo del padre, pero a pesar de este traslado, Silvestre continuó sus estudios de este instrumento, al que ya consideraba su acompañante por excelencia.
No fue hasta la adolescencia que la formación musical de Silvestre Revueltas comenzó a tomar forma. En 1913 fue enviado a la Ciudad de México con uno de los amigos de la familia. Para ese momento, la vida capitalina retomaba la “normalidad” luego del Golpe de Estado de Victoriano Huerta. Ese mismo año compartía intereses con otros músicos destacables, como Julián Carrillo y Manuel María Ponce, con quienes formaría parte de los primeros momentos relevantes del movimiento nacionalista en la música mexicana de concierto.
🎵🎹 Ven a disfrutar de un recorrido por el universo #musical de #SilvestreRevueltas, con @GOrtizcomposer, Eugenia Revueltas, @LuisJaimeCortez, Víctor Barrera, @NaderMauricio, @RODOLFORITTER y Elena Kopyliva.
— El Colegio Nacional (@ColegioNal_mx) December 8, 2024
🎟Entrada libre
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Gracias a la correspondencia de Silvestre con su familia, se sabe de otro par de músicos, compañeros del Conservatorio Nacional de Música: José Rocabruna, con quien continuaba estudiando violín, y Rafael Julio Tello, con quien inició a estudiar composición. Sus primeros apuntes, de 1915, son apenas ejercicios escolares, piezas de salón. A medida que su formación avanzaba, buscó oportunidades fuera del Conservatorio y, el 2 de enero de 1917, Silvestre obtuvo su primera plaza profesional como primer violín en la Orquesta Sinfónica Nacional. Al mismo tiempo trabajaba tres veces por semana en el cine Cartagena de Tacubaya, tocando en presentaciones semanales y aceptando, ocasionalmente, invitaciones para otros eventos, como los del Hotel Londres. Aunque estas experiencias le permitían practicar lo aprendido, las cartas con su madre reflejan una creciente insatisfacción con su vida en la Ciudad de México, pues en ellas expresaba su deseo de regresar a Durango, en busca de una paz que parecía imposible de encontrar en una capital atravesada de cambios políticos y militares, como la entrada de Villa y Zapata a la capital en 1914. El joven músico vivía un vaivén emocional que marcó sus primeros años de formación y, a pesar de sus logros iniciales, su descontento con el entorno lo llevó a solicitar permiso a su padre para abandonar la ciudad y reencontrarse con la tranquilidad de su tierra natal.
Entre abril y septiembre de 1917, Silvestre y Fermín se trasladaron de México a Estados Unidos. Su padre los matriculó en el Saint Edward’s College de Austin, Texas, un internado religioso de enseñanza general, fundado en 1885. Ahí, Silvestre mostró un gran compromiso con su formación musical. Bajo la guía del sacerdote francés Louis Gazagne, dedicaba largas horas a la práctica del violín, interpretando piezas de Sarasate, Gounod, Beethoven y Bach. Consciente de su potencial, el colegio recomendó a su padre trasladarlo a un lugar con mayores recursos artísticos. Esto llevó a Silvestre y a su hermano Fermín a continuar sus estudios en Chicago a finales de 1918, donde ampliaron aún más sus horizontes musicales. Sin embargo, fue su contacto con las corrientes vanguardistas y su inquietud por reflejar su identidad nacional lo que lo llevó a destacar como compositor.
Silvestre regresó a México en 1920. Entabló amistad con los poetas estridentistas, especialmente con Manuel Maples Arce. Regresó a Chicago en 1922, pero un año después volvió a México por la dolorosa muerte de su padre. Este evento marcó un punto de inflexión en su vida, pues lo obligó a tomar las riendas de su destino y enfrentarse a nuevos desafíos en su país natal. Al volver a México, Silvestre encontró una escena cultural que, tras los años de inestabilidad revolucionaria, estaba resurgiendo con una vitalidad prometedora. Este contexto le ofreció oportunidades para integrarse como intérprete y director, participando en eventos significativos como los recitales en el Anfiteatro Bolívar, tocando obras de compositores clásicos como Brahms, Bach y Wieniawski.
Su regreso no solo fue un acto de deber familiar, sino también el comienzo de una etapa que lo consolidaría en la historia de la música mexicana. Aunque en este periodo aún era visto principalmente como violinista, Silvestre había desarrollado su singular estilo compositivo, caracterizado por la fusión de elementos modernos con tradiciones populares. Su lenguaje musical tenía energía rítmica, expresividad y una conexión directa con la realidad social y cultural de su tiempo. Obras como Sensemayá y Homenaje a Federico García Lorca muestran su capacidad para mezclar influencias internacionales con elementos de la tradición popular mexicana, ofreciendo un estilo universal pero profundamente personal.
En la presentación del próximo martes, los pianistas ejecutarán algunas de las primeras composiciones que Revueltas escribiera en 1915, aunque también se incluyen algunas de 1919 y una titulada Tragedia en forma de rábano, que data de 1924.