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La música nos llega a lo más primitivo y lo más cognitivo de nuestro cerebro

La música genera placer en la mezcla de dos áreas cerebrales, explicó Roberto Zatorre en El Colegio Nacional

El Colegio Nacional

Roberto Zatorre explicó cómo dos sistemas cerebrales se conectan para que el ser humano sienta placer por escuchar música.

Roberto Zatorre explicó cómo dos sistemas cerebrales se conectan para que el ser humano sienta placer por escuchar música.

ECN

¿Por qué nos gusta la música? Desde el punto de vista de las neurociencias cada vez hay más conocimiento generado para comprender este fenómeno tan primigenio como el ser humano y tan vital como la civilización misma. Uno de los científicos que ha estudiado qué ocurre en nuestro cerebro cuando escuchamos música es Roberto Zatorre, investigador del Instituto Neurológico de Montreal en la Universidad McGill, quien recientemente participó en la conferencia “Las neurociencias de la música y por qué la amamos”, realizada por El Colegio Nacional.

El investigador expuso que en el cerebro existe un área conocida como el estriado, asociada con la recompensa, la motivación y el placer. Las neuroimágenes muestran que estas zonas se activan con estímulos como el dinero, comida o estímulos eróticos. Aunque la música no encaja con esos estímulos, las investigaciones realizadas en su laboratorio refieren que el estriado ventral responde cuando los individuos escuchan música placentera.

En el encuentro, encabezado por Pablo Rudomin, Zatorre explicó los mecanismos que generan felicidad y emoción en el cerebro cuando escuchamos música.

De acuerdo con el experto, los seres humanos tenemos la capacidad de crear sonidos mediante movimientos precisos, específicos y bien controlados. Los ritmos en la música humana, añadió, suelen ser organizados de manera jerárquica y de ahí que existe el pulso como nivel más abstracto del ritmo. El cerebro del músico, ejemplificó, adapta funciones diferentes a las de otros seres humanos, ya que su corteza motora y auditiva se expande. “Son la práctica y los años de tocar un instrumento los que modifican estos circuitos”.

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MEZCLA GANADORA.

El mecanismo por el cual sentimos placer al escuchar música no comprende un área única en el cerebro, explicó: para ello se mezclan los mecanismos neuronales de percepción y producción musical con los mecanismos neuronales de placer y recompensa. “Su interacción produce placer estético que sentimos al escuchar música”.

Cuando se escucha música, las señales auditivas que llegan al cerebro se procesan en los circuitos corticales y luego se transmiten al sistema de recompensa, donde se registra su valor afectivo, ya sea positivo o negativo. Así, el placer surge no sólo de la activación de una zona cortical, o subcortical, sino de la interacción entre ambas. “Tenemos evidencia de que al escuchar ritmos placenteros se activan las zonas de recompensa y los circuitos dorsales”.

Los estudios en su laboratorio han empleado diversos métodos de resonancia magnética para mapear la actividad neuronal en la generación y escucha de música; de esta forma han develado la actividad cerebral en zonas corticales y subcorticales. Las ideas auditivas se analizan en los circuitos corticales y luego se transmiten a la zona de recompensa donde se registra su valor, explicó.

El sistema de recompensa de nuestro cerebro es antiguo, en tanto que las áreas corticales son más avanzados, por lo que, es muy interesante observar cómo la música depende de circuitos muy primordiales, pero también de actividades cognitivas, más recientes en la evolución.

“Para mí es muy interesante que la música depende tanto de circuitos muy básicos, muy primordiales de valoración, como de las habilidades cognitivas de los seres humanos”.

“De la percepción al placer”

Al finalizar su exposición virtual en El Colegio Nacional, Zatorre recordó que se encuentra disponible su más reciente libro “De la percepción al placer” donde ahonda en las preguntas “¿Por qué amamos la música?”, “¿Qué nos permite crearla, percibirla y disfrutarla?” En su libro, Zatorre ofrece respuestas desde la perspectiva de la neurociencia cognitiva, explicando cómo pasamos de la percepción de patrones sonoros a respuestas placenteras.

El libro está organizado en torno a una tesis central: que el placer en la música surge de interacciones entre los bucles corticales que permiten el procesamiento de patrones sonoros y los circuitos subcorticales responsables de la recompensa y la valoración. Este modelo integra el conocimiento derivado de la neurociencia básica del sistema auditivo y de los mecanismos de recompensa con el concepto de que la percepción y el placer dependen de mecanismos de predicción, anticipación y valoración.

La primera parte del libro describe las vías hacia y desde la corteza auditiva que generan representaciones internas de la estructura musical en diferentes niveles de abstracción, que luego interactúan con la memoria, los mecanismos sensoriomotores y otros mecanismos cognitivos que son esenciales para percibir y producir música. La segunda parte del libro se centra en la anatomía funcional del sistema de recompensa dopaminérgico; su participación en el placer musical; los vínculos entre predicción, sorpresa y complejidad; y qué sucede cuando el sistema se ve alterado.

El libro es editado por Oxford.

El libro es editado por Oxford.