Cultura

Enrique Serna: “La lectura es un vicio que deja ilesas a las personas”

En los escritores es diferente, puede ser perturbador: hacemos con nuestro cerebro algo parecido a lo que hacen las bailarinas de ballet con sus pies, forzarlos a hacer cosas que a veces les hacen daño, dice el autor, con motivo de la publicación de “Lealtad al fantasma”

Retrato de un hombre con bigote
Enrique Serna ofreció entrevistas con motivo de su reciente libro de relatos “Lealtad al fantasma” (Alfaguara, 2022). Enrique Serna ofreció entrevistas con motivo de su reciente libro de relatos “Lealtad al fantasma” (Alfaguara, 2022). (EFE/Isaac Esquivel)

Me habían dicho que este escritor sería una persona muy parca, de pocas palabras y hasta mala gana para responder preguntas, pero me recibió con una sonrisa y aceptó mi abrazo. Con una concentración que parece premeditada, como si hubiera tenido que mentalizarse para ser entrevistado, Enrique Serna muestra su disposición para platicar de temas como la salud mental de un escritor.

“Creo que los escritores hacemos con nuestro cerebro algo parecido a lo que hacen las bailarinas de ballet con sus pies: forzarlos a hacer cosas que a veces les hacen daño”, considera Serna, en entrevista por su reciente libro “Lealtad al fantasma” (Alfaguara, 2022).

– ¿Consideras que la salud mental del escritor queda como los pies de las bailarinas (deformes)?

– “Sí, más o menos”, evalúa el autor, entre el ruido de chapoteos de alberca y risas que se escuchan en el Hotel Camino Real de Polanco.

Pidió expresamente que la entrevista fuera en persona y no telefónica. Escucha atentamente mis balbuceos y adivina por dónde van mis preguntas.

“Siempre escribo por las mañanas. En las tardes o las noches me daría insomnio porque me llevo a la cama mi trabajo y mentalmente sigo corrigiendo lo que escribí. Además, por la mañana tengo la mente más despejada”, explica respecto de su forma de trabajar.

En los personajes que presenta en la nueva antología de relatos, la falta de sueño está presente como síntoma de depresión o de remordimiento. Al mismo tiempo, la irrealidad de los sueños se cuela en los pasajes de sus vidas para desdibujar la certeza que tienen de su propia existencia.

– Me hizo pensar en Maupassant y el género fantástico, ¿te parece correcto?

Yo me inicié como escritor de cuentos fantásticos cuando era muy chavo. De esos ninguno lo recogí en libros porque fui un escritor con evolución lenta, tardé por lo menos diez años en dominar el oficio literario para escribir ficciones más legibles.

“Mis autores de cabecera eran Poe, Lovecraft, H.G Wells... y en este libro creo que he vuelto a mis orígenes, sobre todo el último cuento que es un fantástico de corte clásico. También hay esa idea de que los personajes no están seguros de su propia existencia y temen que una fuerza sobrenatural esté determinando sus vidas”.

El autor concede que también su método de escritura tiene relación con el género fantástico y el onirismo, pues concibe las ideas como un producto de inspiración inesperada.

Las mejores ideas llegan cuando un escritor no las está buscando y sin hacer ejercicio de concentración. Esos mecanismos de la inspiración a mí siempre me han asombrado porque cuando la mente está más alerta a pescar cosas del exterior o inconsciente colectivo, logra mejores frutos que cuando se propone ordeñar la imaginación. También me ha pasado que entre sueños se me ocurren cosas”.

– ¿Cuál es tu relación con dormir y soñar?

Para mí es una especie de privilegio tener una buena noche de dormir bien porque toda la vida he sido proclive al insomnio. Creo que, desgraciadamente, la tensión que implica escribir es algo de lo que más me provoca insomnio porque es un trabajo que pone en tensión tu sistema nervioso”.

LA LEALTAD Y LOS FANTASMAS.

Lealtad al fantasma está integrado por 7 relatos cortos: “El anillo maléfico”, “La fe perdida”, “El paso de la muerte”, “Paternidad responsable”, “El blanco advenimiento”, “Abuela en brama” y “Lealtad al fantasma”.

El autor opina que en esta antología existe una lealtad hacia las pasiones de los personajes, las cuales, a su vez, fabrican fantasmas. En todos ellos existen una lucha interior, incertidumbres y debates entre el pecado y el arrepentimiento.

“Tiene que ver con que los seres humanos tenemos un ideal amoroso romántico que consiste en la entrega absoluta a la persona amada, pero me parece que esa entrega absoluta entraña un gran riesgo y angustia, que es la desintegración de la personalidad”, ahonda.

Quise hacer analogía entre esos arrebatos pasionales y las circunstancias donde alguien ya no está seguro siquiera de existir porque teme que alguien más esté moviendo los hilos de su vida. Una especie de marioneta indefensa, por ahí va más o menos el común denominador de estos cuentos”.

Detalla que el tono de sus textos y los temas que aborda se deben, en gran medida, a la literatura de la crueldad que marcó su vida cuando tenía unos 25 años: Joaquim Maria Machado de Assis, Virgilio Piñera, Rubem Fonseca, Raymond Carver, “autores que echan un balde de agua helada al sentimentalismo".

Para el autor de “El vendedor de silencio”, el humor negro muestra las grietas de la conciencia y se vuelve un instrumento muy eficaz para mostrar la complejidad de nuestra naturaleza.

En ese sentido, para Enrique Serna la ambigüedad y la incertidumbre son herramientas que permiten la complejidad literaria, donde la pluralidad de significados es muy necesaria para que cada lector saque sus propias conclusiones.

“Quienes lean ‘Abuela en brama’ podrán sentir que quizás el galán protagónico, Efraín, es víctima de una sociedad podrida o un orden social injusto, mientras que otros pensaran que es un fanático ideológico. El escritor a mí me parece que solamente muestra las cosas, quien debe absolver o condenar es el lector”.

– ¿Es importante darle opción al lector y no encaminarlo?

– “Sí, claro. Un escritor de ficción es como los científicos que descubrieron la energía atómica, que se puede usar para bien o para la destrucción. Digamos que los descubridores fueron imparciales, no sabían qué pasaría con el descubrimiento”.

–¿Te interesa la ciencia?

–“No, realmente no mucho. Solo conozco algunas nociones, pero soy un lego en la materia”, sonríe.

CABEZA DESPEJADA.

En el último cuento, que da su nombre a la antología, el personaje principal es un drogadicto, que abusa tanto de las sustancias como de las personas.

Enrique Serna explica que las adicciones sirven para crear una atmósfera de irrealidad. En la literatura y la vida:

“Creo que el alcohol y las drogas han malogrado muchas vocaciones. En mi juventud estuve a un tris del despeñadero alcohólico. Como diría Rubén Darío: Potro sin freno se lanzó mi instinto, mi juventud montó potro sin freno; iba embriagada y con puñal al cinto; si no cayó, fue porque Dios es bueno”.

“Cada persona tiene que medir si su fuerza de voluntad todavía está firme o si el vicio ya la aniquiló, eso es algo que depende de cada quien”, continúa.

Relata que para cuidar su salud mental tuvo que alejarse de los vicios y renunciar al trago, por ejemplo. “En mi juventud era muy parrandero, pero la vocación es la que me ha alejado de la bebida porque no puedes ser un borracho y tener la cabeza despejada para escribir”.

– Sin embargo, todavía existe una idea entorno a la literatura y los vicios….

– “Existe esa idea del poeta maldito que se entrega a las drogas y vicio, etcétera. Pero creo que eso en lugar de fomentar la creatividad la inhibe: cualquier vicio que escapa a la voluntad es embrutecedor”.

–¿Y no pasa lo mismo con la ficción, como lector o escritor?

–“La lectura es un vicio que deja ilesas a las personas, que no les causa ningún daño físico, aunque en algunos casos puede llegar a enloquecer a la gente, es un tema literario de varios clásicos como “El Quijote” y “Madame Bovary”. Del escritor… pues sí, porque tratar de perfeccionar el estilo es un trabajo obsesivo, que te puede perturbar al grado de no tener una vida relajada”.

–¿Tienes una vida relajada?

–“No, soy bastante crispado, generalmente”.

– ¿Estás trabajando en algo ahorita?

–“No, estoy en un período de sequía”.

–Como en todas partes, ¿no?

El escritor se ríe.

Enrique Serna es cuentista, ensayista, novelista, guionista. En ocasiones ha mencionado que le hubiera gustado escribir poesía, pero mejor la volcó en su narrativa.

Es conocido por sus publicaciones “Señorita México”; “El seductor de la patria” (Premio Mazatlán de Literatura); “Ángeles del abismo” (Premio Narrativa Colima); “La sangre erguida” (Premio Antonin Artaud); “El vendedor de silencio” (Premio Xavier Villaurrutia), entre tantas otras que le han valido un reconocimiento literario serio.

Sus cuentos se encuentran reunidos en los libros “Amores de segunda mano”, “El orgasmógrafo” y “La ternura caníbal”. Gabriel García Márquez lo consideró uno de sus cuentistas mexicanos favoritos.

En 2020 fue galardonado por el conjunto de su obra con el Premio José Emilio Pacheco a la Excelencia Literaria.  

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