Cultura
Catalina Elena Dobre/Doctora en filosofía, profesora e investigadora

Mircea Cãrtãrescu, una escritura singular

Hace unos días, la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (México), ha nombrado al escritor rumano Mircea Cãrtãrescu como el ganador del Premio de Literatura en Lenguas Romances 2022.

Una elección muy acertada por el jurado de la FIL, uno de los eventos literarios más esperados y que ofrece uno de los premios más importantes para los escritores a nivel mundial. En 2016, otro rumano Norman Manea, recibía el mismo premio. Si bien Norman Manea es un escritor de la época del exilio, que hoy vive en Estados Unidos, Mircea Cãrtãrescu vive en Rumanía.

Mircea Cărtărescu, poeta y ensayista rumano.

Mircea Cărtărescu, poeta y ensayista rumano.

La Razón.

Autor de libros diversos traducidos en varios idiomas como: Nostalgia, El Levante, Cegador - una trilogía considerada por la crítica internacional su obra más importante- Lulu, Solenoide, Las bellas extranjeras, El ojo castaño de nuestro amor, Por qué amamos a las mujeres o Melancolía, a los cuales se añaden ensayos, un Diario, entre muchas otras. El escritor rumano ha conquistado durante los años al público internacional, siendo uno de los más galardonados autores. En Rumanía ha obtenido desde el Premio de la Unión de Escritores Rumanos al Premio de la Academia Rumana, pero Mircea Cãrtãrescu ha llegado a traspasar las fronteras y recibir los premios internacionales más importantes de literatura, entre ellos: Premio Austriaco de Literatura Europea, Premio Leteo en España, Premio Thomas Mann de Literatura, y ahora el Premio de Literatura de Lenguas Romances. Se espera con ansias que será un ganador del Premio Nobel en el futuro cercano.

Doctor en literatura por la Universidad de Bucarest, Profesor Emérito de la misma Universidad, crítico literario, honrado en los últimos años con el título de Doctor Honoris Causa por la Universidad Babes-Bolyai, Cluj, Rumanía (2018) y por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo en Santander, España (2022); Mircea Cartãrescu es también es una voz intelectual y una figura pública importante en su país.

Nació en Rumanía (1956) y vive en la ciudad de Bucarest, que ha sido, muchas veces, el escenario de su escritura, su paisaje biográfico en el cual invita a sus lectores adentrarse para descubrir un mundo personal, pero a la vez universal. Es profesor dedicado a la enseñanza, es esposo de una excelente mujer poeta y escritora Ioana Nicolaie, y también es padre; cuadro que es completado por la presencia de un gatito, como parte importante del espíritu familiar. Un hombre, aparentemente como todos los demás, con una profesión y una familia, anclado en su realidad, presente en redes sociales. Aun así, hay seres humanos que rebasan la normalidad, y no sólo a través de un don que reciben probablemente al nacer, sino también a través de mucho trabajo y dedicación.

La actividad literaria de Mircea Cãrtãrescu inicia hace años atrás, en una época difícil en Rumanía, afirmándose en los círculos literarios e intelectuales de aquellos años, primero como poeta, para después dar paso a la narrativa con la cual conquistó al público lector.

Prosa única, poética

Mircea Cãrtãrescu, una escritura singular
Teniendo un corazón de poeta, Cãrtãrescu ha cultivado, con el paso de los años, una prosa única dentro del paisaje literario rumano

No soy literata o experta en literatura. Escribo desde la perspectiva de un simple lector, que ha leído algunos escritos suyos. Y de esta experiencia puedo extraer algunas ideas. Teniendo un corazón de poeta, Cãrtãrescu ha cultivado, con el paso de los años, una prosa única dentro del paisaje literario rumano, pero también universal; se trata de una obra compleja, que me atrevo a llamar una metafísica orgánica, fundamentada en el cuerpo como “personaje” de la interioridad; un cuerpo que se percibe y se mira con los ojos de adentro; pero también hay en su escritura un abanico de diferentes juegos estilísticos: confesión, sátira, onirismo, metáforas, fantástico y mucha poesía. Hay algunos que solo se quedan con el onirismo de su escritura, con lo fantástico, o con el realismo; pero creo que hay más que esto. La escritura de Cãrtãrescu es la huella de un espíritu encarnado; es decir, de un hombre testigo de un mundo interior, no solo espiritual, sino también orgánico, corpóreo; así como es un testigo del espacio geográfico en el cual este cuerpo, animado por una demasía de conciencia, habita. Es un mundo que sorprende en su escritura con detalles de cineasta.

Un poeta nunca puede desapegarse de su verso, y así es la prosa de Cãrtãrescu: un poema oceánico expresado en su prosa en la cual temas clásicos (“el puesto del hombre en el cosmos”, la interioridad, la corporeidad, ética, religión) se entretejen con temas contemporáneos. Un escritor, en general es “un hijo de su tiempo”, para reiterar las palabras de Hegel. Así como Dostoievski nos llevaba por las calles de San Petersburgo y nos hacía testigo de aquel siglo XIX, con sus pintorescos personajes o, así como Tolstói nos introducía en los dos mundos en el cual él mismo había vivido, como los salones de Moscú o la vida simple y pobre de los campesinos; así, cada autor es un espejo de su tiempo, sin que esto sea un obstáculo para contar vivencias universales que trascienden los tiempos y los espacios. Así es también la escritura de Cãrtãrescu que espejea el espacio geográfico suyo: la Rumanía de las últimas cuarenta décadas; y, aun así, esta escritura ha conquistado lectores de espacios geográficos tan diversos. Está claro que su literatura no es una simple escritura novelesca, es la expresión de una búsqueda interior continua; es un ejercicio filosófico en prosa mediante el cual el escritor trata de comprenderse a sí mismo entre el macrocosmos y el microcosmos, a través de la imaginación que se encarna en su escritura, creando mundos como círculos que giran en un universo interior sin fin y a los cuales nos invita a entrar y encontrarnos a nosotros mismos.

Descubrí su literatura hace un tiempo cuando vivía en Rumanía, cada vez que se publicaba un libro de su autoría, lo leía. Después de años, tuve la alegría de estar en su presencia en un evento organizado por la Embajada de Rumanía en México, en la Librería el Péndulo. Fue para mí un evento emocionante y fui testigo de la presencia de un hombre fuera de serie. Nada de imposturas, al contrario, con una inteligencia sorprendente, un discurso profundo y complejo, Mircea Cãrtãrescu emanaba empatía e interés para su público, conversando con cada persona que esperaba un “autógrafo” de su parte.