Cultura

“Solo somos sombras”, una historia sobre el despoblamiento forzado por la violencia

La novela narra el arribo de militares a una ciudad en medio de una pandemia y la vida que muchos deben soportar

entrevista

Lo que siempre le ofrezco al lector es una obra imaginativa, señala Pergentino José .

Lo que siempre le ofrezco al lector es una obra imaginativa, señala Pergentino José .

OM

El desplazamiento forzado de una comunidad, la negligencia médica, la tradición oral que crea espacios para la memoria colectiva y la militarización, son algunos de los planteamientos que hace el autor Pergentino José (Oaxaca, 1981) en su reciente novela “Solo somos sombras”.

La obra editada por Almadía narra el momento en que Lisnit y Néstor se conocen en Quelobee, una comunidad zapoteca y en donde ella trata de proteger a su hija Úrsula de la epidemia de viruela, sin embargo, los cercos y la emergencia médica la obligan a viajar a la ciudad de Tepexipana.

“Néstor es un epidemiólogo que nunca da datos científicos, siempre nos da información subjetiva porque parte de la propuesta literaria es quebrantar la lógica occidental racional de narrar. En literatura contemporánea siempre se cuenta desde un punto A hasta un punto B o punto C, todo se reduce a ser racional y lo que propongo es evadir los temas”, indica.

Lee también

Es por ello que el autor narra desde la experiencia de cada personaje y no desde una generalidad o desde los datos duros lo que pudo haber sido una pandemia en la tierra que lo vio nacer: Loxicha.

“Lo que siempre le ofrezco al lector es una obra imaginativa, lo que uno expone siempre son argumentos literarios, hasta engaño al lector cuando Néstor dice que si no fuera por Lisnit no hubiera podido recopilar los datos en la pandemia porque a Néstor le marcó la epidemia por su encuentro con Lisnit y (de no ser por ello) a la distancia de los años los epidemiólogos estarían hablando de lo que representó la viruela en esa zona”, detalla.

Uno de los retos que enfrentó Pergentino fue crear una ciudad. “En recientes días me puse a pensar si logré concretar el espacio porque es un gran desafío, la ciudad que le propongo al lector que se llama: Tepexipana, que viene de una palabra que es tepexilote… aunque es un poblado rural pequeñísimo, en la novela trato de construirle avenidas con tráfico, la presencia de galerías, hospitales, una estación del Metro”.

A la pregunta de si la novela fue hecha durante o después de pandemia, el autor comentó que la escritura se hizo antes, incluso los personajes ya estaban esbozados en 2012 cuando publicó “Hormigas rojas”.

Lee también

“La novela quedó terminada antes de la pandemia. Me vi reflejado en lo que fue pasando, me acuerdo de la escena donde quedaron tan vacíos muchos locales de comida en el norte de Italia que hasta las cabras del monte llegaron a buscar comida o cuando llegaron los militares ante el colapso del sistema de salud”, responde.

En la novela, Pergentino narra el despoblamiento que causan los militares, la violencia que eso genera y la vida citadina que muchos deben soportar.

“La abuela de Lisnit, Lisnit y Néstor, que es el testigo externo, nunca quieren salir: él se negaba a que los médicos tuvieran el control de los cercos sanitarios hasta que todo eso va colapsando y los cercos caen en manos de los militares, son ellos los que provocan el despoblamiento”, comenta.

Ese desplazamiento es diferente a una migración, apunta.

“En Los Ángeles, Estados Unidos, hay 130 mil oaxaqueños con documentos, hay toda una ciudad de Oaxaca, entiendo que en la migración hay otras intenciones y aspiraciones pero es algo que se desea, por eso se migra, pero aquí es más doloroso porque los personajes que reiteradamente están practicando sus rituales no se quieren ir, la abuela dice que le están ofreciendo ir a los albergues temporales pero no quiere, sin embargo, los obligan”, expresa.

Otro aspecto que coloca Pergentino es la tradición oral, narraciones como el hecho de que las águilas vuelan tan bajo que pueden llevarse a los bebés o que quien acepta trabajar en la finca no regresa a casa.

“En los pueblos así se trasmite la tradición oral que es compleja, son eventos muy señalados donde se comparte esa memoria colectiva y así han sobrevivido todas las expresiones en el zapoteco, así se ha preservado la lengua en esta zona de Oaxaca. Es un guiño a eso y me propuse colocar en la novela algunas de esas expresiones”, indica.

Pintor Martín Ramírez

Pergentino recuerda al pintor mexicano Martín Ramírez (1895-1963). “Un migrante que cayó en un centro psiquiátrico y toda su obra la hizo ahí. Fue un campesino que estuvo internado cerca de Sacramento en California, en los años 30 del siglo pasado”, comenta. El pintor aparece a través de Néstor quien mira un paralelismo con la vida de Lisnit quien es internada en un centro de atención psicológica para personas que han perdido a sus hijos.