Carl Craig, un DJ negro pionero del tecno de Detroit, es el ‘cabeza de cartel’ del pasado miércoles en el Festival de Cine de Tribeca, donde se estrenó un documental sobre su vida y sus más de tres décadas haciendo vibrar las pistas de baile de todo el mundo.
Craig, de 55 años y figura de la ‘segunda ola’ del techno de Detroit, posterior a sus ‘padrinos’ Juan Atkins, Kevin Saunderson y Derrick May, encaja una entrevista telefónica con EFE en su ajetreada agenda, recién aterrizado en Nueva York y mientras almuerza en un restaurante con su equipo.
Desire: the Carl Craig story, dirigido por Jean-Cosme Delaloye, cuenta la historia de este DJ y productor con su propia voz, pero también la de sus allegados y otros referentes de la música electrónica, como Laurent Garnier, Jon Dixon, DJ Minx, Roni Size y James Lavelle.
“Me gustaría que (el público) lo disfrute y que tenga respeto por lo que hacen los DJ, porque mi impresión es que la gente subestima totalmente lo que hace falta para ser un DJ mientras que sobrestima lo que se nos paga”, dijo entre risas el artista.
“Quiero que la gente se dé cuenta de que (los DJ) hacemos que este estilo de vida parezca fácil, pero no es tan fácil como lo mostramos”, agregó el músico, encantado de verse en un filme y “enternecido” por las entrevistas a sus padres.
Y es que Craig aparece en primer lugar tocando una guitarra eléctrica que le compraron sus padres a finales de la década de 1980, en un hogar de clase media que valoraba la educación, incluida la musical, y donde el pequeño aprendió piano pero se resistió a “seguir las normas”.
El entorno decadente de Detroit en su época, pasadas las revueltas violentas de 1967, contrastaba con las fantasías de los cómics y de películas de ‘Blaxploitation’, como Shaft, que dieron rienda suelta a la creatividad de Craig y otros jóvenes con ganas de construir un nuevo mundo.
La carrera del versátil DJ, que en 1991 lanzó su propio sello, Planet E, está marcada por su viaje a Inglaterra, meca de la electrónica donde florecían géneros como el drum and bass y donde ganó influencia cuando sus referentes se enamoraron de uno de sus temas, “Bug in the Bass Bin”.
Pero es “Desire” el tema que da título a la obra y con el que sus iguales confiesan emocionarse, uno de los objetivos de este “especialista” y “artesano” de la electrónica, como se autodescribe, que no piensa en dejar de arriesgarse, ni en frenar, pese a que los años pasan.
“Me moriré estando de gira”, apostilló con tono divertido, preguntado por el impacto en su salud de un trabajo que ya le ha dejado secuelas físicas en forma de ‘tinnitus’ -pitido en el oído- y que lo enfrenta mentalmente, tras noches intensas, a mañanas en las que se siente enfadado y hambriento.
Y aunque en la pantalla asegura no tener “la personalidad para estar en un concurso de popularidad”, lo cierto es que Craig mueve masas: no hay más que ver los locales llenos allá donde va, desde Brooklyn hasta Barcelona, donde tocará este fin de semana.
El DJ, que admite disfrutar más en un “club sudoroso” que en cualquier otro sitio, sabe que la gente va a verlo “específicamente”, cuenta en el filme, por lo que sigue un proceso en el que lee a la audiencia y va evolucionando a lo largo de su sesión, de modo similar a su trayectoria.
En ese sentido, bromea con el hecho de que, como buen géminis, le gusta experimentar y así seguirá, incluso más allá de la música; por ejemplo, en 2020 presentó en el museo Dia:Beacon de Nueva York un “entorno sónico” para sentir la “euforia” del club y la “soledad” del después.
“No planeaba algo así y cualquier otro habría temido asumir ese riesgo (...). Yo nunca quiero sentir que me he encerrado en un tipo de cosa. Siempre quiero intentar empujar los límites, no solo quiero estar a la vanguardia, quiero labrar esa vanguardia”, destacó.
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