Escenario

Madonna en el Palacio de los Deportes: Desentrañando la épica celebración de la reina del pop

COBERTURA. La legendaria cantante realiza cinco fechas en el Domo de Cobre en la gira que celebra la historia musical de la cantante, sin duda uno de los grandes shows vistos en México en los últimos años

Madonna en concierto
Madonna en el Palacio de los Deportes. Madonna en el Palacio de los Deportes. (ESPECIAL TWITTER @Madonna)

¿Están listos? Porque los voy a llevar a un viaje. La pregunta es si lo puedes manejar”, dijo Madonna luego de las primeras canciones que interpretó en la primera fecha de cinco que ofrece la leyenda en el Palacio de los Deportes la noche del sábado. Al referirse a un viaje fue casi literal. De eso se trata su Celebration Tour, un espectáculo musical que está dividido en siete actos con sus interludios y transiciones en los que se va mostrando la genialidad de la cantante en la historia a través de sus canciones.

A la fiesta de celebración fueron 16 mil 500 asistentes. La gran mayoría rindiendo culto a la Reina del Pop con vestidos largos alusivos a su música, con coronas de luces, con vestimentas de cuero y la comunidad gay con vestimentas libertarias con la que identifican su admiración a la cantante. Entre los pasillos también se podían ver adultos mayores emocionados por ver a la estrella que vieron consagrarse con el paso de los años.

La fiesta dio inicio con el acto inaugural de un DJ, cuyo nombre aún es un misterio, poniendo un ambiente digno de Zona Rosa con un espectacular de Madonna en el fondo con con su imagen representando a su estilo una crucifixión religiosa. Algunos momentos emocionantes hubo entre la gente especialmente cuando sonaron “Supernature” de Cerrone (icónica por formar parte de la película Clímax de Gaspar Noé), “Mr. Brightside” de The Killers, “Sorry” de la misma Madonna o la mítica “Also sprach Zarathustra” de Strauss que es historia de cine en 2001: Una odisea del espacio (1968), de Stanley Kubrick, (y que recientemente se usó en Barbie), para prevenir un poco de la epicidad que se venía.

El espectáculo completo está lleno de detalles para la celebración. El primero que hay que notar es el homenaje a Nueva York en sus cinco barrios (Uptown, Downtown, Midtown, East y West) que se fueron notando en el transcurso del show, pues cabe mencionar que ella nació en Michigan, se crió en Detroit y a los 19 años se mudó a la Gran Manzana a finales de los años 70 con 35 dólares y la determinación de cumplir su sueño.

Esta cenicienta consagrada de la música es parte del discurso de presentación de la cantante que se dió pasadas las 22 horas en la voz de Bob the Drag Queen, ex alumno del concurso RuPaul's Drag Race quien ha sido una especie de maestro de ceremonias en el tour y que al inicio de cada show luce el traje de María Antonieta que fue icónico en Madonna desde su actuación los MTV Video Music Awards de 1990.

Tras la presentación como una descripción general de su carrera energizando al público Madonna se deja ver por primera vez como un acto de magia con las primeras notas de “Nothing really matters” del disco Right of light (1998) que se siente como un primer agradecimiento a los fans y el reconocimiento de que ahora se encuentra en un lugar de paz y madurez. Aparece impresionante con un kimono negro y adornada con un halo enjoyado que emula la imagen de una aureola de reina o santa (guiño al videoclip del tema).

La canción con elementos de dance pop y house evocan desde la belleza de la voz de la cantante una apología amorosa sobre cómo la maternidad reordena las prioridades: “Nada de este mundo materialista merece la pena, al final lo que importa es el amor”, dice. Una canción que tiene como bandera la comprensión y que en su momento fue un tema inspirado por su hija Lourdes.

De ahí al detalle del escenario que tiene dos particularidades especiales pues por un lado tiene inspiración del pastel de bodas utilizado en la actuación de Madonna en los MTV Video Music Awards de 1984, cuando interpretó “Like a Virgin” y por el otro tiene la movilidad y maquinaria de modo que se observa también un portal iluminado que fue diseñado para representar una “máquina del tiempo”.

Esto último es un elemento importante pues tras la impresionante presentación tocó el turno de rememorar el primer sencillo lanzado en la historia de la Reina del Pop. Se escuchó “Everybody” que fue lanzado el 6 de octubre de 1982 y que significó el inicio a la grandeza en ese disco llamado como la artista.

La versión que se escuchó, cargada de poderosos sintetizadores y una fusión con R&B, también tenía algunos elementos fusionados de “Where’s the party” y en los visuales nos trasladaba a Dancetería, un club nocturno de Nueva York que Madonna frecuentaba y con los bailarines vestidos de inadaptados post-punk de la época.

Este primer tema marca el paso del primer acto que nos evoca la forma en que se gestó la figura de Madonna en sus primeros años en Nueva York, como artista y como persona con sus amigos hasta un cierre dramático del que ya hablaremos. Por lo pronto el inicio es impresionante. Con el público entregado es imposible mirar hacia algún otro lado que no sea el espectáculo.

Con la tercera canción tocó el momento de revisitar el disco que marcó un antes y un después en la carrera de Madonna, se trata de Like a virgin (1984) del cual sonó “Into the groove”, un tema que el público cinéfilo recuerda por que formó parte de la banda sonora de Buscando desesperadamente a Susan (1985), que protagonizó la misma cantante.

Esta canción que Madonna compuso inspirada en la pista de baile mientras observaba a un hombre puertorriqueño a través de su balcón, nos mostró lo sexy que puede llegar a ser el juego de sintetizadores mezclados con la percusión. Una canción que invita a un hombre a bailar con la cantante, con insinuaciones sexuales y mensajes en doble sentido que en su momento fueron un escándalo y que ahora sonaron con una libertad exquisita. Además el tema tuvo una mezcla con el tema “Into the Hollywood Groove”, que es la versión que hizo con la rapera Missy Elliot

Al término de la canción se dirigió a sus miles de invitados: “¿Están listos? Porque los voy a llevar a un viaje. La pregunta es si lo puedes manejar. Los voy a llevar por mi vida, les voy a leer mi diario, las fantasías, los dolores, todo lo que hay ahí, ¿están listos mother fuckers?”, dijo efusiva con alaridos emocionados en respuesta por parte del público.

En su discurso habló de su conexión con México, especialmente desde la figura de una de sus pintoras más famosas: “Como saben, tengo una gran historia, una larga historia, con México. Cuando era niña descubrí a Frida Kahlo, fui al único museo que existía en Detroit y había murales de Diego Rivera por todas partes, pero para ser sincera, me interesaba más una pequeña imagen en un rincón, de una hermosa mujer con el pelo recogido en trenzas y unos ojos de lo más intensos”, contó.

“Leí su historia y ella me dio esperanza, porque yo no encajaba. Me sentía como una extraña, como un bicho raro, que nadie me entendía. La primera vez que supe de ella me enloqueció y es mi inspiración. Ella es mi alma gemela, mi musa eterna, mi madre, mi animal espiritual. Ella es todo”, continuó.

“Tienen una historia y una tradición increíble, estoy muy orgullosa de estar aquí frente a ustedes. Nunca voy a dejar de creer en mis sueños y eso lo espero para todos ustedes, porque si no tienen un sueño nada puede ser posible. La música es la mejor forma de unir a la gente, muchas gracias por apoyarme siempre, gracias porque son 40 años. Gracias, muchas gracias”, dijo Madonna, esta frase al final en español.

Entonces la cantante tomó la guitarra eléctrica y comenzó a tocar regresando a su disco debut para mostrar el poderío de su mensaje en “Burning up”, una letra apasionada con la música disco y tintes de rock en la que habla de una forma evocativa como la cantante puede ser alguien que está dispuesta a hacer cualquier cosa por amor, incluso si eso significa ponerse en una posición vulnerable, la artista no tiene miedo de mostrar su pasión y su disposición a ir en contra de lo convencional para conseguir lo que quiere. Al terminar de cantar el tema, en su emoción, terminó pateando el micrófono.

La cantante dio vida a “Open your heart” (True blue, 1986) otra muestra de pop magistral en la que mezcla teclados, congas y pinceladas de guitarra funky para mostrarnos una canción sobre la frustración de la cantante de incitar a un chico que le gusta y parece temerle como para estar con ella: “Creo que tienes miedo de mirarme a los ojos/ Te ves un poco triste, muchacho, me pregunto por qué”, dice la letra. En la historia este tema escrito por Garner Cole y Peter Rafelson estaba pensado para Cindi Lauper pero hubiera sido un error.

Durante la interpretación el público se emocionaba con la sensualidad de sus bailes en una silla frente a sus bailarines evocando, en principio, esa escena de Sharon Stone en Bajos instintos. Sus movimientos y gracia alientan a recordar la juventud musical por la forma en que juguetea. Incluso en los visuales.

Para cerrar el primer acto se dio vida a uno de los temas más simbólicos, acompañada de un performance en el que Bob the Drag Queen interpreta a un portero que no la deja entrar a un club. “¿Cómo te llamas?”, le pregunta; ella le contesta “Soy Madonna”, y la desconoce “seguramente es la última vez que escuche ese nombre”, dice el portero. “Besa mi culo” le dice Madonna para empezar a sonar “Holiday” (Madonna, 1983).

Este tema de su disco debut nos vino a hacer bailar con guitarras, palmadas electrónicas, un cencerro y un arreglo de cuerdas sintetizado, mientras que la letra expresa el sentimiento universal de que todo el mundo necesita un descanso. Una canción festiva y contagiosa como una plaga con una bola disco gigante en la representación. El tema contó con elementos musicales de “I want your love” de la banda Chic que lideraba Nile Rodgers. Hacia el final de la canción hay un giro emocional más dramático con ella cantando alrededor de la bola disco y marcando el inicio de una tormenta que marca la transición al segundo acto.

Si bien el primer acto se puede sentir como el proceso de lucha que tuvo la cantante para llegar a la aceptación de la industria, este acto es una manera de recordar el dolor de la pérdida a través de la estigmatización. Cuando “Holiday” cierra y comienzan los sonidos de una tormenta se deja escuchar en el interludio el primer fragmento de “In this life”, un tema inspirado en dos amigos de Madonna que fallecieron a causa del VIH, Martin Burgoyne, quien fue su compañero de piso, y Christopher Flynn, su profesor de baile. Así comienza el segundo acto.

De pronto se empezó a escuchar el tema “Live to tell” (True blue, 1986), una balada pop cuya instrumentación de fondo incluye un teclado, un sintetizador, una guitarra funk y una mezcla de batería sintetizada y real. Además una elección hermosa de la cantante pues en palabras de la cantante habla de “mi relación con mis padres y las mentiras que ocurrieron. La canción trata sobre ser fuerte y cuestionarse si puedes ser tan fuerte pero, en última instancia, sobrevivir”.

Al comenzar a interpretarla la cantante apareció en una plataforma que la elevaba sobre el escenario y la paseaba sobre el público mientras en las pantallas y cortinas que adornaban su escenario aparecían las imágenes de sus seres queridos que murieron por el VIH, entre ellos, Keith Haring, Freddie Mercury, Sylvester James Jr., Herb Ritts y Robert Mapplethorpe. El momento se volvió un himno para sus difuntos: “No estaba preparada para la caída/Demasiado ciega para ver la escritura en la pared”. En el público no solo se oyeron aplausos sino sonidos de abanicos característicos de la comunidad LGBT.

Cuando la gira pasó por Amsterdam, la fecha coincidió con el Día Mundial del SIDA. Madonna pronunció un apasionado discurso ante el público:

“¿Te imaginas cómo era en aquella época en la que ser gay se consideraba pecaminoso y repugnante? ¿Cuando de repente la gran mayoría de la comunidad gay empezó a caer como moscas y la gente moría por todas partes? Cuando digo que estaban muriendo por todas partes no exagero. Todos los días me despertaba y escuchaba una nueva historia, un nuevo amigo. Estaría visitando a alguien nuevo, estaría sentado junto a su cama viéndolo morir... No digo esto porque quiera que sientas lástima por mí. Quiero que reconozcas la suerte que tienes ahora de estar vivo”, dijo en ese momento.

Un sonido de campanas marca el final de la canción y el inicio del nuevo tema que comienza como un performance artístico que llamó “The ritual”. Un grupo de discípulos encapuchados guían a Madonna al escenario donde los bailarines posan como Jesús en el crucifijo, basándose en las mismas imágenes religiosas que informan constantemente su trabajo.

Sonidos del tema “Girl gone wild” se mezclan con la presentación del performance en que de forma impresionante aparecen sus bailarines encarnando a Jesucristo en un escenario que emula un fenaquistoscopio (fue el primer juguete óptico que permitía reproducir el movimiento de una imagen, inventado simultáneamente en 1832 por el físico belga Joseph Plateau y por el matemático e inventor austríaco Simon von Stampfer). Un momento artístico espectacular mientras ocurría un canto gregoriano que preparaba el regreso de la cantante al escenario.

Con esta impresionante escena Madonna comienza la etapa de mostrar como intenta ayudar a la comunidad afectada por el VIH, desafiando el moralismo y defendiendo la liberación y la tolerancia sexual. Así comenzó a sonar “Like a prayer” con ella moviéndose con su canto por el carrusel de figuras de cristo.

Con su letra de redención derivada de la entrega espiritual o algún tipo de acto sexual (o una combinación de ambos) hay una espectacular coreografía que incluye un movimiento simbólico en el que un bailarín que hace de Cristo y ella se revela. Además existe otro momento homenaje cuando uno de sus artistas toca el solo de guitarra que hizo Prince en el disco y al final de la canción una corona de espinas en color morado evoca el ícono de Purple rain (1984).

Al terminar la canción ella sale del escenario y deja como interludio a su cuerpo de bailarines con una danza que evoca la liberación del cuerpo en una iluminación roja. Para el espectador la emoción se mantiene a flor de piel.

Bob the Drag Queen regresa a su papel de guía en el espectáculo en modo de una especie de extravagante llamada virtual y mientras suena “Living for love” de fondo el escenario se prepara con varios rings de boxeo con cuerdas de luz. Es momento de mostrar una faceta más de Madonna como una artista transgresora, que traspasa los límites, que usa la sensualidad como punto de crítica, que celebra lo underground y a la comunidad queer.

En 1992, Madonna era un ícono (intocable, literal y figurativamente) y en el disco Erótica fue la primera vez que la música de la artista adoptó un tono decididamente combativo, incluso amenazante, y la mayoría de la gente no quería escucharlo. La canción que da nombre al disco es una fusión de pop, hip hop y dance con influencias de sonidos del Medio Oriente cuya letra habla de sadomasoquismo , con la cantante usando el alter ego Dita e invitando a su amante a ser sumiso mientras ella le hace el amor.

En el concierto sus bailarines hacen de boxeadores en diversos rings mientras Madonna irrumpe en los escenarios a ser la domadora de los movimientos, más aún al quitarse la bata de boxeo que porta de acuerdo a la coreografía revive la dominatrix que evoca al videoclip de la época. Además en el desarrollo se pueden advertir algunas fusiones de otros temas de ella como “You thrill me”, “Papa don't preach” y “Justify my love”, el tema que siguió a ese momento.

En esta etapa de la Madonna más combativa en la industria “Justify my love” (I'm going to tell you a secret, 1990) no solo significa un complemento a la sensualidad que evocaba “Erotica”, bien podría ser la forma en que ella se antepuso a la censura. Con este tema que apenas parece canción, que es más un ritmo (quizás el máximo precedente del trip hop), vemos como la música se siente como un hechizo. la cantante murmura insinuaciones: “Ámame… Así es… Quiéreme”, casi como un viejo anuncio de sexo telefónico.

Cuando lanzó el tema lo hizo con un videoclip provocador que soltó las alertas de una época que parecía demasiado hot para transmitirse en MTV y que nos dejó esa imagen de Madonna corriendo por un pasillo riéndose alegremente para sí misma, como si estuviera escapando de la orgía que acaba de incitar, como si excitar a toda esta gente fuera solo una broma para ella. Con este video lanzado también en un punto decisivo de las afectaciones por el VIH en EU la intérprete hizo de las suyas contra la censura y el conservadurismo pues Cuando MTV no quiso reproducirlo, Madonna vendió el vídeo de “Justify my love” como una cinta VHS de diez dólares y vendió un millón de copias. 

Y qué decir de la letra que incluye la siguiente frase: “Pobre es el hombre cuyos placeres dependen del permiso de otro”, que hoy podría incluso tener otra lectura de lucha respecto a las mujeres en la búsqueda de la igualdad de género. Sin duda un momento en el concierto emocionante con su coreografía artística y sensual inspirada en la obra de Busby Berkeley; en donde incluye movimientos que evocan su proyecto surrealista Madre de la Creación, una canción con cantos como suspiros y la remembranza de una artista contestataria usando los tabúes de lo que es sexy para la industria.

Sin detenerse aparece en las pantallas la cantante dominicana Tokischa para anunciar la llegada de “Hung up” (Confessions on a dance floor, 2005), cuyo videoclip de ella luciendo un leotardo rosa bailando sola en un estudio de ballet fue una nueva hazaña y del cual se reciclaron pasos para las coreografías del concierto. El tema, que ha sido por años como un abrazo hacia las mujeres fuertes e independientes, llegó a quitar el tono sublime y regresar al entusiasmo más festivo.

En este ir y venir de emociones, tras la orgiástica “Hung up” hubo un parón en secó. Los alaridos y aplausos fueron interrumpidos por unas notas de piano dulces mientras Madonna caminó desde una parte de su escenario a él. “Damas y señores, mi hija Mercy Jones”, dijo la cantante para presentarla mientras comenzaban a sonar las notas de “Bad girl” (Erotica, 1992), una balada pop sobre una mujer que intenta escapar de su realidad a través de comportamientos autodestructivos, como beber y fumar empedernido.

Un tema sombrío, lleno de culpa, pero con una ejecución hermosa. En su momento el tema simbolizó una nueva aceptación social de la cantante porque el tema era un alejamiento de la imagen altamente sexual: “Niña mala, borracha a las seis/Besando los labios de otra persona/Fumé demasiados cigarrillos hoy/No soy feliz cuando actúo de esta manera”, dice la letra con la voz triste de Madonna danzando entre un remolino de sintetizadores y el piano dulce de su hija.

En la década de los 90 Madonna identifica que existe una nueva forma de moralismo, hay en ella una percepción dolorosa y turbulenta de ese momento, especialmente por la forma en que se percibe su imagen de famosa. Su música entonces se mueve como un abrazo a sí misma, aceptando todo lo que hizo y vivió con amor. Esa es la sensación del cuarto acto que comienza con la presencia de su hija Estere Ciccone como la DJ de un acto espectacular que se viene.

Uno de los momentos favoritos fue la interpretación del tema “Vogue” que se hizo famosa por formar parte de la banda sonora de Dick Tracy. Con la música de Ciccone y con Bob the Drag Queen como presentador de una pasarela ficticia que evocaba a las festividades clandestinas de Nueva York y con la que rinde tributo a toda la cultura del drag ball. El voguing (un baile) surgió en clubes de gays y trans negros y latinos en los años 80, cuando el SIDA diezmó esas comunidades y para representar la canción hacen juego con la moda y los bailarines posan como si estuvieran siendo fotografiados para artículos de moda.

El performance de Madonna incluyó como invitado del primer día al famoso periodista Guillermo Rodríguez (el de las alfombras de Hollywood que hace beber tequila a los famosos desde unos zapatos), emulando ser jueces de la pasarela y calificando a los bailarines que posan frente a la cantante y su invitado. La última en pasar es la misma Estere Ciccone en un momento divertidísimo. Cabe decir que para el segundo día el invitado fue el actor Alberto Guerra con quien hizo un set fotográfico que la cantante publicó en su Instagram.

Como si hubiera sido capturada del espectáculo clandestino se une la escena a la de ser detenida por unos policías para comenzar a interpretar “Human nature” (Badtime stories, 1994) y que es uno de esos temas que en su momento no tuvo buenos comentarios, pues con fue su respuesta musical a las críticas a su sexualidad, señalando que el sexo solo es una exageración dentro de la naturaleza humana y señalando también que habría recibido menos críticas por explorar la sexualidad de manera tan directa si fuera un hombre (“¿Sonaría mejor si fuera un hombre?” es una de sus preguntas retóricas susurradas en todo momento).

Todo el simbolismo de las críticas a los excesos del uso de la imagen sexual podrían estar contenidos en este tema que es un desafío para aquellos que pensaron que ella fue demasiado lejos al publicar un libro completo dedicado a fotografías eróticas, y esas son las personas que no quieren hablar de sexualidad. La cantante es rescatada de los policías por un personaje vestido en látex que podría simbolizar ser ella misma.

Enseguida un momento bonito. Se escuchó una versión corta “Crazy for you” que formó parte de la película Vision quest (1985), quizás con este tema redondee su paso por el séptimo arte al que regularmente le rinde culto en sus videoclips pues muchos de ellos parecen ser escenas con música. Y es que el filme mencionado resulta ser el primero en el que la cantante ha aparecido en pantalla grande con un cameo. Al terminar la interpretación que se siente como un reconocimiento a su valentía, la cantante dejó una llama encendida en el escenario para dar pie al siguiente acto.

El quinto acto podría definirse como la grandeza de la sobreviviente. La que sigue adelante pase lo que pase. Una gran parte de lo que le permite hacer esto es su familia, que apacigua los demonios con los que siempre ha luchado en relación con la muerte de su madre. Versos de “The beast within” suenan se escuchan en medio de un sonido ecléctico mientras los danzantes comienzan a llenar de energía el escenario para una nueva apuesta impresionista. Una canción por la cual fue llamada antisemita, pero sus luchas van más allá de un pensamiento religioso.

Regresa al escenario para interpretar una versión intrincadamente coreografiada de su tema de James Bond, “Die another day”, con formaciones místicas que subrayan la desafiante letra “no es mi momento de irme”. Un performance con tintes árabes visualmente impresionante y que en un momento emula la escultura de La piedad de Miguel Ángel.

Es verdad que en la coreografía se nota la falta de movimiento en sus coreografías, comprensible para sus 65 años, pero no deja de ser impresionante como pone su esfuerzo al servicio de las coreografías, siempre reforzadas por la música y la iluminación.

Debajo del traje mafioso o de espía se desvela un nuevo vestuario para el siguiente tema “Don’t tell me” (Music, 2000). Vestida de vaquera con un traje campirano con el busto transparente, con trenzas al mero estilo de Alicia Villarreal y un sombrero crean la atmósfera country en que se desarrolla el tema en el que hay una burla a la imagen del vaquero representado como un payaso.

También apareció la imagen de su madre en sepia en uno de los momentos de esta sensual y psicológica melodía folk, mientras el hijo de Madonna, David, toca la guitarra frente a un retrato de su madre, que murió de SIDA en Malawi del otro lado del escenario. Sin olvidar que la canción juega con una parte rapeada hacia el vaquero payaso resaltando la burla.

Después de un desvío cómico hacia la estética vaquera de los años noventa de Madonna, ofreció el corte profundo “Mother and father” (American life, 2003) que,en palabras de la cantante fue una forma de dejar de lado la tristeza y seguir adelante. Madonna agregó en una añeja entrevista que había estado buscando una razón para su existencia desde la pérdida de su madre y reflexionó: “La mayoría de la gente lo pregunta, pero no se detiene. ¿De verdad no quieres saber por qué estás aquí? ¿De verdad crees que la vida se trata solo de nacer, ganar mucho dinero, encontrar a alguien con quien tener hijos, y luego morir?”.

Antes de comenzar el tema se dirigió al público para preguntar “¿qué pasó en los 2000?”. “Me hice madre”, dijo entre aplausos. “Cada era sirvió de experiencia (...) Mi mayor fortuna ha sido vivir en casa de una mujer empoderada por coraje”, expresó efusiva en referencia a su mamá y añadió: “Todas somos sobrevivientes y cada día tenemos la oportunidad de volver a vivir. Con mis niños yo sobreviví. Nunca dejen que alguien les diga en qué creen. México muchas gracias por acompañarme en esto. .. todo lo que tenemos que hacer es celebrar”, agregó: “Entiendes, comprendes”, agregó en español.

Tomó su sombrero, su guitarra y comenzó a tocar “Express yourself” (Like a prayer, 1989) ofreciendo una hermosa postal en la que estuvo rodeada por las luces de los celulares de sus miles de invitados a los que les cantaba su letra alegórica a instar a las mujeres a nunca buscar lo segundo y a sus parejas a expresar sus sentimientos internos. Sin duda una de las grandes imágenes de la noche.

El abrazo a la comunidad latina no solo llegó anteriormente con su discurso mencionando a Frida Kahlo, sino con la guitarra acústica que marcó el tempo de “La isla bonita”, en cuyo nombre se encuentra el lenguaje español que la llevó a conectar de otra forma con la comunidad latina. De pronto los arreglos flamencos de la guitarra fueron cambiando hasta dar los tonos de la canción popular “No llores por mí Argentina” que comenzó a cantar en el fondo del escenario mientras en las pantallas aparecían imágenes de figuras que la inspiraron como Kahlo, Malcolm X, Martin Luther King Jr., David Bowie, Che Guevara, Marlon Brando o Sinéad O’Connor (que se llevó la mayor ovación).

Mientras el desfile de celebridades históricas pasaba en las imágenes, uno de sus bailarines colocaba en su cuello la bandera LGBT y hacia el final de la canción hizo gritar a todos los presentes en una sola voz las palabras “No fear” (“Sin miedo”).

En las últimas dos décadas la relación de Madonna con la música electrónica ha sido una constante forma de romper límites, pero finalmente han estado marcados por una búsqueda por regresar a sus raíces casi utópica porque la popularidad y fama parece condicionar su forma de hacer música. Pero no para su leyenda. El sexto acto es un agradecimiento a sus fans desde canciones que son climáticas o sanadoras enérgicamente.

Con Bob the Drag Queen de nueva cuenta en el escenario en forma de pastel, el sexto acto comienza con imágenes de la cantante en portadas de periódicos y revistas, con declaraciones que en su momento han sido controversiales, con fragmentos de canciones como “I don't search I find” y mensajes que invitan a reflexionar sobre la inmensidad de la figura de la cantante en la historia. Con todo, ella prefiere escuchar su voz a la del mundo.

En el escenario sus bailarines son una extensión del espíritu inclusivo de Madonna, un crisol de culturas y cuerpos queer. Con un nuevo performance casi futurista suena “Bedtimes story” (Bedtimes story, 1994), que contó con la colaboración de Björk. En el escenario la cantante fue elevada con una caja de imágenes donde se proyectaban imágenes de ella como inmersa en un videojuego.

De pronto uno de sus bailarines llega en la plataforma sobre el escenario hasta llegar a intercambiar lugares y entonces dejar que la parte más intensa del in crescendo de la balada electrónica trance la viva Madonna en las alturas. Una canción new age en la que canta sobre relajarse “en los brazos de la inconsciencia” y un enérgico homenaje a las alegrías de la inconsciencia y un rechazo de las supuestas limitaciones de la razón y el lenguaje.

Con un tono más sereno y pleno, sin una musicalización tensa es que llegó la interpretación de “Ray of light” (Right of light, 1998). En su momento este tema y el disco entero se catalogó como la madurez emocional de la cantante y este tema figuró como “una mirada mística al universo y a lo pequeños que somos”, además de que es una de las canciones más extrañas de la historia que jamás se haya convertido en un éxito de radio, una pieza de psicodelia ácida y alta en azúcar por su estructura de balada.

Uniendo la melodía es que llegó el tema que cerró el acto: “Take a bow” (Bedtimes story, 1994), a canción cuya letra habla sobre las moralejas de una relación arruinada y que bien podría entenderse en el show como la canción con la que muestra que más ha aprendido de sus relaciones de pareja. Una hermosa balada que suena como si hubiera sido creado para convertirse en música de fondo, lo cual no es algo que pueda decir sobre muchos de los otros éxitos de Madonna.

Uno de los interludios más aplaudidos fue el último en que se unieron simbólicamente los reyes del pop. Cuando Madonna estaba en el último de sus cambios de vestuario dos de sus bailarines proyectaron sus sombras en los telares gigantes mientras bailaban, ella como Madonna y él como Michael Jackson, en un remix que iba y venía entre “Billie Jean” y “Like a virgin”, dos de sus más grandes éxitos de ambos. La escena culmina con ambos en un abrazo como aceptando su grandeza.

El acto de despedida es una celebración a su figura. Una entrada poderosa es la que tuvo “Bitch I’m Madonna” (Rebel heart, 2015), que entre los grandes homenajes incluyó que los bailarines vestían 20 de los trajes más icónicos en la historia de la cantante, mientras ella lucía el de una virgen católica moderna. Al canto de “Solo quiero divertirme esta noche”, Madonna y su cuerpo de bailarines hicieron una espectacular coreografía con el escenario en movimiento. Con ella en la cima y todos de pie en sus lugares nos preparamos para el final.

La melodía del tema “Celebration” sonaba mientras Madonna se despedía de su público. El escenario de pastel descendió. La maquinaria del portal del tiempo volvió a su sitio. Los bailarines hicieron una última demostración de su arte y a mitad de la canción Madonna se cubrió el rostro con el velo hasta descender en el escenario y desaparecer con sus últimas palabras: “Gracias México, los amo”. Un final abrupto luego de casi tres horas para la historia de una leyenda que aún no ha terminado.

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