En una noche bastante concurrida para los espectáculos en la CDMX donde Madonna, la Reina del Pop hacia su retorno estelar para celebrar cuatro décadas de trayectoria e Interpol demostraba ser ya más mexicano que neoyorquino al tocar en el Zócalo capitalino, una de las más legendarias voces de la música pisaba el Teatro Metropólitan para ofrecer una noche de su Ages and Stages Tour. Ni más ni menos que el Tigre de Gales, Tom Jones.
La cita era a las 21 horas y como buen británico, sólo con diez minutos de espera después de la tercera llamada en el recinto, el cantante salía con su playera amarilla con vivos negros a tomar asiento en una pequeña silla en el centro del escenario mientras la música de piano lo cobijaba para abrir la noche con un tema reflexivo sobre el paso del tiempo y la edad, “I’m growing old”, que llegaba al alma de sus fanáticos, la gran mayoría siendo de 60 años en adelante.
Ante esta audiencia diferente a las de otros shows, que permaneció sentada pero cantaba y compartía cada momento con su ídolo de años, tocaba el turno de un tema del trovador nacido en Minnesota, Bob Dylan, “Not dark yet”, mientras el aplauso de la gente y los agradecimientos de parte de Tom Jones marcaban el ritmo de una noche inusual. “¿Vamos a pasar un buen rato esta noche?”, preguntaba el galés ante la respuesta entusiasta de su público que no dudó en lanzarle piropos y elogios.
Tom Jones recordó entonces su primer gran éxito, “It’s not unusual”, que lo hizo rememorar sus inicios en la industria sesenta años atrás. “Grabé está canción a finales de 1964 y la lanzamos en 1965, para marzo de ese año llegó al primer lugar de las listas de popularidad y el resto es historia”, recordaba un alegre y emotivo Jones mientras la conga y ciertos ritmos de bossa nova acompañaban está versión del clásico tema, seguido de “What’s new pussycat”, canción con la autoría del gran Burt Bacharach que fue creada para una película de Woody Allen, coreada por todos en el estribillo mientras la potente voz grave del “Tigre” resonaba en el teatro.
Haciéndole honores a su más reciente álbum, Surrounded by time, Jones presumió el récord que ostenta al ser el artista de mayor edad con un álbum en el número uno de las listas en Inglaterra. Con “The windmills of your mind”, recordó este proyecto antes de volver a un ritmo cadencioso y sensual, algo que también caracterizaba a este artista galés con sus pasos de baile y movimientos de cadera que volvían locas a sus seguidoras. Así, “Sexbomb” puso el ambiente con una versión alterna que usaba el acordeón simulando tonos afrancesados mientras la voz, ya no el baile, era el arma de la seducción esta noche.
Seis décadas de carrera lo han llevado a conocer grandes personalidades, diversos ritmos y uno que otro amigo, como el también legendario Cat Stevens, a quien rindió honores con el tema Popstar que sonaba ante los gritos de “te amamos, Tom” y “papucho” de algunas de sus fieles seguidoras. El repaso ahora nos llevaba por otra memoria de 1965, cuando después de presentarse en el Show de Ed Sullivan: “Encontré un álbum de Jerry Lee Lewis, a quien admiraba mucho. Había lanzado un disco country y está es una de las canciones que le escuché”, dando paso a “Green grass of home”, otro éxito de Jones en su temprana vida de artista.
Su admiración por Dylan se volvía a hacer presente ahora con otro tema, “One more cup of coffee (Valley Below)”, mientras que el lazo amistoso con otra gran figura de la música, Willie Nelson, lo llevó a darle voz a “Across the borderline”: “Me encontré con él en su fiesta de 90 años y me pidió que cantara la canción con él”, platicaba el siempre alegre galés, quien ahora entraba al tema de la televisión y su constante historia cambiante en “Talking reality television blues”, tema compuesto por Todd Snider, que repasaba los efectos de este aparato a nivel social mientras Tom recitaba entonado con su grave voz casi como un doloroso poema las reflexiones de este futuro que nos alcanzó.
Mientras la velada llegaba a uno de sus momentos más emotivos al recordar al maestro de los “crooners”, el inigualable Leonard Cohen con su versión de “Tower of song”, Tom Jones demostraba su gran profesionalismo al no parar nunca de consentir a sus seguidores con su voz, sin usar alguna clase de ayuda para que interpretara sus temas elegidos en la noche, al más clásico estilo de los artistas de antaño. Y así, llegó el tema de los traicionados, otro clásico del galés que, con un toque medio flamenco acompañado de luces rojas, le dio un toque único a Delilah mientras el dolor de la traición y el perdón tardío culminado en tragedia se convirtió en una ovación para el británico.
Con “Lazarus man”, el Tigre de Gales tomaba asiento y, con los ojos cerrados, completamente entregado a su voz y su público, continuando con ese aplaudible profesionalismo, entregó un tema que codeaba con la psicodelia de los 70 gracias al uso del teclado que envolvía cada palabra de la canción, preparándonos para la explosiva parte final de su presentación.
Al llamado de “¿están listos?”, Jones continuó con otra canción de su repertorio sensual al interpretar “You can leave your hat on”, original de Randy Newman y hecha famosa por Joe Cocker con su versión para Nueve semanas y media. Con una vibra disco que cerraba con un solo de batería, fue inevitable que algunos de los adultos mayores en la audiencia se pusieran a bailar. La fiesta continuó con “If I only knew” donde los seguidores mexicanos que permanecieron mayormente sentados todo el tiempo, incluso sin sacar mucho el celular, siempre mostraron el calor y la reciprocidad que merecía su querido cantante británico.
Tom Jones aprovecharía un momento para rendirle tributo a uno de los más grandes artistas del rock/pop de los últimos tiempos, Prince, interpretando “Kiss” y soltando algunos pasitos de baile mientras las imágenes del video del tema estaban de fondo y el galés gritaba “México, te amamos”, recibiendo todo el cariño de su gente que, tras una breve salida, lo pidió de vuelta entre el aplauso constante de un Teatro Metropólitan a reventar de almas experimentadas en la vida que han acompañado al cantante desde los años 60.
Fue así que Jones volvió al escenario preguntando si aún la estábamos pasando bien mientras “One hell of a life”, un tema que resume todo para él y que fue compuesto por Katell Keine, reflexionaba sobre la vida que uno tiene, completando el ciclo de esta noche donde el británico repasó varias etapas de su carrera, mismo que llegaría al final a ritmo de R&B con “Strange things happening every day”.
Y después de una hora con 45 minutos, Tom Jones diría adiós con la promesa de seguir cantando más allá de sus 83 años con una última anécdota sobre su viejo amigo, el denominado Rey del Rock, Elvis Presley y cómo una noche, después de sus presentaciones en Las Vegas, fueron a ver al icónico Chuck Berry:
“Elvis me dijo que él era el verdadero rey de este género y en homenaje a Chuck, hemos decidido interpretar esta canción”, dando pie a la euforia y el baile con “Johnny B. Goode” mientras la imagen de una rocola de fondo nos recordaba aquellos tiempos de los que Tom viene, donde la entrega y el compromiso son equiparables al poder de una voz y el carisma, pero sobre todo del deber hacia el público, algo que muchos artistas del presente han olvidado y por lo que el Tigre de Gales se mantiene como lo que es: una leyenda.
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