Escenario

Maite Alberdi va por el Goya en el tercer intento, con ‘La memoria infinita’

La cineasta chilena también está nominada a Mejor Documental en los premios Oscar igualmente como en 2021 con ‘El agente topo’>

La escritora española Elvira Sastre.
“Es un premio (el Goya) que me hace mucha ilusión”, dijo la cineasta chilena. “Es un premio (el Goya) que me hace mucha ilusión”, dijo la cineasta chilena. (Especial)

Tras dos nominaciones fallidas a los Premios Goya, la chilena Maite Alberdi espera que a la tercera vaya la vencida y que con La memoria infinita se lleve un premio que, reconoce, le hace mucha ilusión.

Si llega, lo hará justo un mes antes de la gala de los Oscar, adonde acudirá como candidata a mejor documental.

Está convencida de que al tercer intento, en efecto, lo conseguirá, “pero uno nunca sabe”, reconoce Alberdi (Santiago de Chile, 1983) en una entrevista con EFE en un año en el que repite lo que ocurrió con El agente topo.

De nuevo está nominada al Goya y al Oscar a mejor documental, como en 2021. En aquella ocasión no ganó ninguno de los dos premios. El del cine español fue para la colombiana El olvido que seremos y el del cine estadounidense para Lo que el pulpo me enseñó.

Por eso se muestra prudente. “Creo que con los premios uno nunca sabe. O sea, siempre hay películas buenas. Es una gran competencia, creo que ha sido un año muy bonito para la película, es un premio (el Goya) que me hace mucha ilusión”.

Documentales y ficciones

Recuerda con cariño cómo en 2015 todo el mundo le decía que no la nominarían al Goya a mejor película iberoamericana con un documental (La Once), pero lo logró. “Era tan imposible en esa época que pasara... y de ahí empezaron a quedar documentales nominados”.

“Algo empezó a cambiar”, aseguró Alberdi, quien siente que en aquel momento abrieron una puerta. “Y ya hoy día como que estoy muy orgullosa de que realmente en España creo que tengo un lugar, que mis películas se ven como películas, no necesariamente como documentales, (...) he podido estar en los mismos espacios que tienen las ficciones acá y eso lo agradezco”.

Por eso es tan importante para ella lograr el Goya, “por lo que han significado esas nominaciones” para su carrera y para hacerse un espacio en la industria española.

En esta ocasión, la nominación le llegó por La memoria infinita, otro ejemplo de su cine personal y humanista, otro documental que podría ser una ficción y en el que el peso de la historia está en la vida de sus protagonistas.

El filme narra la historia de amor entre el periodista Augusto Góngora y la actriz y exministra de Cultura durante el primer gobierno de Michelle Bachelet, Paulina Urrutia. Y lo hace desde la perspectiva de ella, que recuerda su relación mientras él va perdiendo la memoria debido al alzhéimer.

Urrutia aporta toda su calidez a una historia que se desarrolla en su mayor parte en la casa de la pareja, en plena pandemia. Una cámara prestada por la realizadora sirvió para registrar los momentos más íntimos en lo que creían era solo un ejercicio para preparar el documental.

Por eso muchas de las imágenes aparecen desenfocadas en la pantalla. “Nunca revisé el material, nunca pensé que sería parte del documental”, contó la actriz en un encuentro con el público madrileño en una de las proyecciones de la película.

La vida que no es perfecta, que es dura, fea…

Sin directrices y pensando que eran pruebas, la cámara fue un testigo directo del día a día de la pareja y permitió construir una película en la que, como dice Urrutia, “se le coló la vida a la Maite, la vida que no es perfecta, que es dura, que es fea...”.

La decisión de contar su historia fue de Góngora después de que en una entrevista con un diario chileno hiciera público que padecía alzhéimer. “Maite y Augusto nos convencieron”, aseguró Urrutia, que al principio no estaba convencida de que hacer el documental fuera una buena idea.

Góngora falleció en mayo del año pasado, poco después de que La memoria infinita se presentara en el Festival de Sundance, donde se llevó el Gran Premio del Jurado, o en la Berlinale, donde fue premiado por la audiencia.

Urrutia se pasó el último año viajando para acompañar la película y reconoce que está viviendo un duelo compartido con los espectadores de todos los países en los que presentó el filme, porque sigue a rajatabla la costumbre del teatro chileno de saludar uno a uno a los asistentes.

Y pese a todo, asegura: “No es un drama ni una comedia, es la vida. Tiene momentos durísimos pero también maravillosos, los suficientes como para seguir viviendo”.

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