Escenario

Roberto Musso y ese maravilloso fenómeno llamado El Cuarteto de Nos

ENTREVISTA. La histórica banda uruguaya se encuentra de gira en México y este fin de semana se presentará en el Parque Naucalli del Estado de México

Artista cantando en un concierto
Imagen de Roberto Musso en el Auditorio Nacional en el 2023. Imagen de Roberto Musso en el Auditorio Nacional en el 2023. (OCESA/Pablo Deyta)

La comedia y la introspección. El tono festivo, burlón y sarcástico. La persistencia, la resistencia y la creatividad. Estas son tan solo algunas cualidades que han ido de la mano por cuarenta años con El Cuartero de Nos, una de las grandes bandas latinoamericanas de las últimas décadas que actualmente se encuentra de gira y que tiene un paso por México obligado.

La banda, con Roberto Musso como el principal referente, pero también compuesta por Gustavo Acuña (guitarrista), Álvaro Pintos (batería) y Santiago Marrero (bajista y tecladista) en la alineación actual ante la reciente salida del fundador Santiago Tavella en busca de sus proyectos personales, ofrecerá este domingo un recital especial en el Parque Naucalli del Estado de México, luego de pasar por Ciudad Juárez, Pachuca, Toluca, Cuernavaca y el Festival Pa’l Norte de Monterrey.

A propósito de esta presentación y del reciente lanzamiento de “Chivo expiatorio en vivo” (grabado de su épica presentación en el Auditorio Nacional el año pasado), tercer videoclip que forma parte del proyecto Lámina once en vivo por Latinoamérica, en la que compilan temas de cada lugar de su anterior gira, conversamos con Roberto Musso sobre parte de la historia de la banda y sus reflexiones sobre temas que los atañen.

Es bien sabido que en el trasfondo de su sentido del humor se encuentran temas de conversación más amplios. Resulta curiosa la selección de “Chivo expiatorio” un tema sobre buscar culpables para representar el paso por México cuando estamos en tiempos políticos, ¿qué significa esta canción y su relación con nuestro país?

No escapa a lo que pasa en cualquier país latinoamericano. Es algo que nos hace unidos como un montón de cosas. (Dice entre risas)

“Chivo expiatorio”, desde el principio que comenzamos a grabar, es una de mis canciones favoritas de Lámina Once sino la que más me gustó como concepto musical y letrístico, la dejamos para el final como esa especie de frutilla de la torta para estrenarla en vivo porque también me gustaba mucho que, por un lado la parte de la lírica pero también a nivel musical, con esa parte rockera pesada, con ese riff de bajo que atraviesa toda la canción que también es un estilo que nos gusta mucho pero que no estaba muy presente en las últimas canciones del Cuarteto en los shows en vivo, así que también renovó un montón a nivel sonoro el repertorio de la banda.

La canción, como todo Lámina Once, la compuse en este lugar donde hablo contigo (en su casa) pero en una dimensión en la que estábamos todos encerrados y no podíamos salir, allá por el 2021, con la pandemia a full y donde estaba en primera plana de todas las informaciones esa búsqueda de culpables de donde había venido ese virus maldito, que si del laboratorio chino, del pangolín, que si de las olimpiadas militares… estaban todos buscando, quizás más que la solución del tema, buscando quien había sido el culpable de él.

Esa fue un poco la chispa de una canción que hablara de este tema eterno de la búsqueda de culpables, donde lo último que buscamos es la autocrítica y en vez señalamos al otro, primero que nada. Y creo que es interesante de la letra que es buscarlo en distintas dimensiones como poniendo a dos personajes que son Pandora de la mitología griega, la eterna chiva expiatoria de un montón de cosas y el personaje bíblico de Judas que es también el otro chivo expiatorio, digamos, universal. Me gustó que cada mitad de la canción tuviera un protagonismo como personajes, pero hablando, sin mencionarlo, del tema que termina siendo tan vigente como nunca.

Antes de la creación de la banda, Roberto Musso junto a su hermano Ricardo (antiguo miembro de la agrupación) comenzaron a crear personajes que habitan una ciudad imaginaria llamada Tajo que se convertirían en protagonistas de sus canciones y cuya idea quedó plasmada en su primer disco en solitario Soy una arveja (1987). Era 1980 cuando a este juego creativo se unió su amigo Santiago Tavella y así iniciaron un proceso de composición.

Su primer concierto fue en el teatro El Tinglado de Montevideo con canciones de Los Beatles en instrumental, pero no fue hasta que vieron un concierto del pianista y cantante Leo Meslíah cuando vieron que sus letras tenían una carga de humor ácido que los llevó a tomar la iniciativa de presentar sus canciones en vivo. Así llegaron a sacar su primer disco en colaboración con Alberto Wolf.

Poco a poco el humor los llevó a desenvolverse e incluso llegaron a dar un concierto vestidos con papel aluminio en las piernas y globos en la cabeza, un espíritu juguetón que los ha acompañado desde entonces como la referencia de Tajo en su discografía.

Apelando a la nostalgia, cómo recuerdas ese momento de la anécdota cuando Cuarteto de Nos nace. ¿Qué hacían? ¿De quién fue la idea? y, además, ¿cómo es revisitar Tajo?

Es una historia muy difícil de desentrañar como banda porque la mayoría nos conocemos desde que somos unos chiquilines, unos pibes desde principios de la secundaria. Si me das a elegir creo que el momento se da cuando viene mi tía abuela, ella de 102 años y está entre nosotros todavía, y se vino con un regalo de cumpleaños de un disco de los Beatles cuando yo cumplí 10.

Mi casa no era muy rockera. A mí papá le gustaba el tango y mi mamá era más de música romántica, así que fue como un despertar de la música cuando me dijo “escucha ese disco”. Cuando lo puse y escuché a Lennon cantando dije “quiero ser como él”. Capaz que creo que ahí se da el inicio de toda esta historia con la música.

Y para los que no conocen. Esta ciudad imaginaria que teníamos cuando éramos chicos que es Tajo, donde nacieron los primeros personajes de las canciones de Cuarteto de Nos y que se quedó impregnado en esa especie de mezcla de surrealismo con realismo mágico y con un montón de cuestiones que tienen nuestras letras, es porque nosotros éramos unos chicos y casi todos vivíamos por el centro de Montevideo, así que no podíamos estar jugando a la pelota tan fácil.

Siempre decíamos que en lugar de una banda de garage éramos una banda de living, de apartamentos porque ensayábamos en nuestras casas y nos entreteníamos con eso. Nuestros juegos eran de estar inventando personajes que sucedían en esa ciudad que inventamos.

Uno de los grandes fenómenos que ha ocurrido con su música es que con el paso del tiempo no solo han conservado a su público cautivo sino que han logrado llegar a audiencias mucho más jóvenes en tiempos de géneros como el reggaetón, el pop y el regional mexicano, hablando de nuestro país. Esto se comprobó en el Auditorio Nacional donde la mayoría del público era adolescente o adulto joven.

Algo que ha ocurrido con ustedes como banda es que pasan los años y conectan cada vez más con generaciones nuevas, ¿a qué atribuyen que pase esto?

Me sigue impactando ese hecho. Sucedió en general en toda la historia nuestra. Ahora que estamos más crecidos se hace más notoria esa brecha de la edad pero hay algo que encuentran los jóvenes.

Debe haber un millón de parámetros de los cuales no tengo los estudios sociológicos adecuados para dar una opinión coherente, pero me parece que el estar un poco conectados a lo que está pasando en los tiempos, a estar siempre buscando el cambio, a nivel musical el estar adaptándonos, porque como sabés no somos una banda de rock fundamentalista, sino que también pedimos prestado de otros géneros cuando amerita para la obra artística.

Y ya te digo, el estar un poco con las antenas encendidas de los temas que les interesan a nivel universal pero también preguntarme qué sentía yo cuando tenía 14 o 15 años. Creo que tratamos de manejar algo por ese lado, pero es increíble que eso ocurra. El show de la Ciudad de México fue así, la mayoría del público eran muchachos de 18 o 17 o veintipocos de años coreando todas las canciones y eso es muy impactante.

Pienso que también en ustedes está algo de mantener el espíritu joven como una banda que se divierte, que es contestataria, que cuestiona y busca una identidad, ¿cómo se alimenta un espíritu juvenil ahora?

Creo que nos fijamos en ese espíritu observador que uno va teniendo en el despertar de la adolescencia donde todo va sucediendo como una especie de esponja, tanto en el cuerpo como en el cerebro. Es estar abierto a un montón de cuestiones nuevas. Quizás eso sea.

Yo siempre digo que para escribir las letras me he sentido completamente libre de cualquier presión social, política, religiosa o lo que quieras. Ese momento de la composición me parece súper interesante porque capaz que eso es lo que uno siente cuando va despertando al mundo en la adolescencia y pasa a esa transición de ser un adulto.

Ya te digo también que toda la gente que nos ha conocido desde jóvenes también siguen siendo muy fieles a nosotros. Gente que anda en sus cuarentas o cincuenta años y que capaz que ya no va tanto a recitales, pero que sí aprecia mucho el cambio de la banda, el no habernos estancado en cuestiones que en su momento eran interesantes o nos motivaban para cantar o bailar en los 90 y que ahora no están así, porque hay otras cosas en frente. Es interesante y quizás sea una buena idea hacer algún día un estudio más profundo de eso.

Creo además que se van resignificando las letras. Por ejemplo la frase de “por qué nos cuesta tanto llegar” (de “Yendo a la casa de Damián”) se va sintiendo más profunda con el paso del tiempo, ¿piensas que con el pasar de los años el discurso se refuerza?

Sí, hay canciones que se van resignificando con el paso del tiempo, que capaz que cuando las compuse jamás me imaginé que podía tener un significado tan profundo. Esa canción de “Yendo a la casa de Damián” especialmente tiene ese tinte surrealista de no saber quién está hablando, a dónde va ni por qué va, solo va contando lo que le va pasando, cuando se espera un desenlace que en realidad nunca tiene.

Eso tiene muchísimo de lo que nosotros también en nuestra adolescencia y en nuestros principios musicales del amor por el teatro del absurdo, el de (Domenico) Ionesco, de (Samuel) Becket, todo eso que nos encantó siempre.

Y el “por qué nos cuesta tanto llegar” se ha convertido en la gran frase de los recitales de Cuarteto porque es con la que terminamos todos los shows desde hace un montón de tiempo y no la podemos cambiar porque se quedó como algo sagrado. Y que al público latinoamericano lo identifica tanto porque quizás todos nos preguntamos “¿por qué nos cuesta tanto llegar?” y no a los de otros países. Quizás en ese momento que la hice no la signifiqué tanto, pero esa es la magia de la música.

Hay otra canción que tiene más años todavía que es “Me amo” que yo compuse en el año 2000 o 2001, más o menos. Estamos hablando de hace veintipico de años, que con ese tinte irónico que tiene, que la gente lo tomaba con gracia, y que decía “yo conozco a alguien que es parecido al personaje”, “Ah, mi hermano”, “Ah, mi novio”. Eso fue cambiando y de un tiempo acá ha sido de “yo soy el de la canción”, y está interesante también cómo cambió esa percepción que yo escribí más parecida a la interpretación de aquel momento que al de ahora.

Cuando en 1996 lanzaron el disco El tren bala, la primera canción causó controversia. Se trata de “El día que Artigas se emborrachó”, por el cual el Ministerio de Educación y Cultura de Uruguay hizo una denuncia penal por entender que se estaba difamando al estadista José Gervasio Artigas. El juicio quedó finalmente nulo pero se tocaron susceptibilidades con el jugueteo. Eso nos hace pensar en lo que implica la evolución del humor en la música y la forma en que a la banda ha jugado en su favor.

Reflexionando sobre el sentido del humor, que creo que es el gran sello que tienen como banda, ¿cómo ha evolucionado? ¿qué piensas tú sobre el humor como una gran herramienta para tocar temas a veces complicados?, pero también ¿qué pasa con el humor ahora, en tiempos en que por lo políticamente incorrecto hay cosas que parecen ser muy censurables?

El humor ha cambiado en el correr de estos últimos años. Yo hablaría sobre el tratamiento de las letras de Cuarteto con respecto a eso. Las cuestiones que nos hacían reír en los 80 obviamente no son las mismas que ahora, independientemente de lo que haya sucedido con la sociedad.

Creo que el Cuarteto estuvo bien, de acuerdo a los tiempos que van corriendo, y hemos aprendido a dónde ir porque también pudimos haber quedado encajonados en un círculo vicioso de envejecer con las canciones en algo como que las canciones de los 80 eran de un humor más directo y a principios del 2000 eso no era interesante para la gente.

Creo que el estar siempre teñido de mucha ironía y mucho sarcasmo trascendía a ese humor, propiamente de hacerse el chistoso, y eso ha sido lo que ha sabido surfear por las aguas de la corrección política. Creo que ahora los que más lo están sufriendo son los comediantes, la que hace ese humor más directo. Y eso es a veces como una forma de control que se tiene sobre los libretos que se muestran.

En nuestro caso, por eso te decía eso de la libertad, que no he encontrado un cercenamiento de mis ideas por mucho que exista el “qué dirán”. Me siento cómodo y puedo hacer una canción como “Chivo expiatorio”. Pero fíjate que todo es un péndulo. Todo va y viene. En unos años seguramente estaremos hablando de una concepción del humor muy distinta a la que hablamos ahora.

Otro tema fundamental en la conversación es el de la Inteligencia Artificial. En el 2019 la banda lanzó el tema “Contrapunto para humano y computadora” en el disco Jueves, el cual es una especie de duelo de rap del cantante contra una máquina con muchas verdades que calan.

“Hoy las bombas que crearon sus mentes son más inteligentes que los idiotas que las lanzan”, apunta la computadora en la canción, y Musso responde que “los idiotas que las lanzan, a mí no me representan”. Más adelante él dirá que “entre tanto impresentable, una máquina me critica”, una línea que bien podría ir dirigida a los anónimos de las redes sociales.

Tomando como referencia una canción como “Contrapunto para humano contra computadora” y que estamos en tiempos en que hay un montón de miedo a la Inteligencia Artificial, ¿qué piensas que va a pasar con este tema?

Te cuento una anécdota bien fresquita. Ocurrió hace un rato que vinimos a ensayar. Alvin el batero (baterista) llegó y nos dijo “estoy haciendo una canción que se llama ‘La mezquindad del alma’” algo así se llamaba. Y dijimos bueno hay que trabajarla. Y me empezó a leer la letra y era algo así sobre “la calma del alma”.

Me leyó dos párrafos y le dije, “eso lo hiciste con Chat GPT”. “¿Cómo te diste cuenta?”, me dijo. Nos reímos mucho porque claro que ese aspecto de la inteligencia artificial está por ahora, pero tenemos una parte que tiene que ver con la parte sensible de componer una letra por la cual no me siento amenazado por la tecnología. Lo cuento como anécdota solo para decir que a la Inteligencia Artificial aún le falta mucho camino para poder sustituir la sensibilidad del ser humano que hace canciones.

La canción de la que hablas es previo a Chat GPT. Es decir ya se hablaba de la Inteligencia Artificial pero no como ahora y es un tema que excede a un género musical, es una especie de obra artística que no tiene una concepción muy clara de lo que es. Tuvimos muchas dudas de poder llevarla al vivo, pero hoy es un punto fuertísimo del show. Pega mucho esa crítica que tiene la computadora hacia el ser humano y viceversa. Ahora es más vigente que en el momento que la habíamos compuesto.

Es increíble lo que ocurre, no tanto en los recitales nuestros (en solitario), pero a veces en festivales multitudinarios de rock o de otros géneros, que la gente que no conoce al Cuarteto y se encuentra con esa cosa, se nos hace impresionante ver la reacción de la gente con esa canción, porque es una canción que desacomoda, que te hace preguntarte “¿qué estoy viendo?”.

Finalmente se habló de uno de los fundamentos de la música: Su función como puente para el alma. En el 2014 la banda incluyó en el disco Habla tu espejo el tema “21 de septiembre”, nombre que lleva por la fecha que celebra el día mundial del Alzheimer en la que hace referencia a las vivencias con su madre y su abuela que la padecieron. Sin duda una de sus canciones más bellas.

Además, en el evento de conferencias inspiradoras llamado Ted que se realizó en Montevideo en el 2013, Roberto recordó un momento conmovedor de su vida cuando la banda conoció a una chica que tenía cáncer y les pide que le firmen la cabeza y les muestra que en la nuca tenía un tatuaje que dice “soy un guerrero y todavía respiro”, que es parte de la letra del tema “Razones”.

Mi última pregunta tiene que ver con el poder de la música del modo más sanador. Pienso en una canción como “21 de septiembre” o lo que ocurrió con esta niña con cáncer que tenía tatuada la frase de una canción, ¿cómo la música encuentra su lugar en la profundidad de las personas ahora?

Eso es muy personal y particular de cómo manejamos nuestras felicidades, nuestras miserias, nuestras alegrías o nuestras depresiones. A veces sí podés contar tu historia personal, a veces es transmisible y a veces no tanto.

En mi caso, desde que empecé a hacer canciones, a los 15 años, y pensaba en la pregunta de la pandemia, claro, son momentos especiales de la vida y yo no encontré otra forma que refugiarme en hacer canciones. Cada uno tiene esa vía de escape diferente, pero yo pensaba en qué hago si estoy encerrado o qué hago con lo que siento, y me pongo a hacer canciones, no sé hacer otra cosa que me llene tanto el corazón y el alma.

Ha sido así y espero que siga siendo así esa pasión que le meto al intentar componer. Que no es nada fácil, cada vez que pasa, como ahora que estamos en un proceso creativo de algo nuevo para el transcurso del año, el seguir queriendo sorprender siempre es algo complicado, pero claro, siempre es un placer. 

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