Después nos lleva a conocer la historia de Carmen, quien en un viaje a la playa con su hijo, sufre una tragedia, la cual la lleva a afrontar un futuro sin él, poco a poco tendrá que afrontar el hecho y todo lo que esto conlleva, lo que le permite ir conociendo la personalidad contradictoria de su hijo y descubrir que en realidad conocía muy poco de él.
Con esa premisa, Sofía Gómez Córdova regresa a la dirección, apoyada por la mancuerna de Ludwika Paleta y Nicolás Haza, su hijo, quienes entregan un trabajo conmovedor y sumamente reflexivo. En Crónica Escenario tuvimos la oportunidad de charlar con su directora a propósito del estreno en el Festival Internacional de Cine en Guadalajara (FICG), donde compite por el Premio Mezcal de largometraje mexicano de ficción.
Sofía, Después es una película muy dolorosa, pero también muy liberadora. ¿Cómo surge en ti la necesidad de contar esa historia?
El origen viene de Luis Briones, el guionista con el que trabajé. Él me planteó una historia en donde a partir de la muerte de un joven, las personas más cercanas a él reconstruyen su retrato, pero ese retrato es contradictorio y que aunado al duelo y a la pérdida se encara la absoluta imposibilidad de seguir conociendo a alguien tan complejo y contradictorio como era.
Eso es algo con lo que yo personalmente me sentí muy identificada y con la inquietud de explorar el dolor en sus diferentes dimensiones, en sus diferentes facetas, porque el duelo no es sólo tristeza, es también enojo, puede ser también una sensación de traición, también frustraciones, son muchas cosas, y explorarlo de una manera casi puramente emotiva y muy sensorial.
Nos fuimos acercando al personaje de la madre, porque yo me sentí muy inclinada a retratar al personaje de esta mujer, quizá por obvias razones, aparte de que es una mujer que por mi edad está cercana a la del personaje, por la pregunta que creo que muchas mujeres de mi edad nos hacemos, ¿qué hubiera pasado si yo hubiera sido una madre tan joven? ¿Cómo hubiera vivido con eso? ¿Hubiera tenido que renunciar a mis actividades profesionales? ¿Hubiera sido capaz de ser una buena madre?
Todas esas preguntas que yo me hacía y me sigo haciendo, de alguna manera se materializaban en el personaje de Carmen. Y como Ludwika Paleta se unió al proceso desde muy temprano en el proceso, incluso antes de tener una primera versión del guion, el personaje se empezó a nutrir mucho con ella, con sus experiencias de vida, con la interpretación que tenía ella habiendo sido una madre tan joven.
Y finalmente la música se unió al proyecto como uno de los pilares por muchas razones, primero porque es como uno de mis grandes amores, el coguionista también es muy melómano, Ludwika también tiene un perfil musical. También creo, y esto lo digo pensando en retrospectiva, porque eso que es inimaginable para mí, que es el dolor de perder a un hijo, porque sigue siendo inimaginable todavía ahorita, al final, de alguna manera, puede tomar el rostro de la música.
La música puede ser eso que dice lo indecible o que expresa lo inimaginable. Y que en un personaje como el de Carmen, que no dice abiertamente cómo se siente, que se contiene, se contiene, se contiene y se contiene, eso que mencionas del elemento liberador, precisamente se canaliza a través de la música.
¿Cómo te sentiste escuchando lo que tú tocas en la película? Porque vemos en los créditos que tocas el piano.
Sí, es curioso porque tengo muchos años que me cuesta mucho trabajo tocar en público, quiero decir enfrente de la gente, no importa a quien sea, esto viene de un trauma de la adolescencia, pero hacía todo el sentido porque nuestras manos se parecen, las de Ludwika y las mías, y entonces lo natural era que yo fuera doble de manos, y porque además yo estuve trabajando con Natalia Gómez (ANAN) en la música desde mucho antes de la filmación y esa cercanía estaba ahí.
El piano que se ve en la película es un piano que de hecho tengo aquí, que prácticamente se lo robé a mis papás y es liberador para mí, fue liberador, tengo que decirlo. Es una pieza muy sencilla, pero sí debo de decir que me gusta que esa parte de mí, que es muy importante, que es la música, de alguna manera se haya expresado en esta película a través de eso y del trabajo que Natalia generosamente me dejó hacer editando, trabajando con algunas de las piezas que me pasaba con los elementos separados para armar partes de la banda sonora ya en el proceso de edición.
Algo que me llamó mucho la atención de la película es el estilo que usas para dirigirla. Ese estilo muy caótico al inicio y que poco a poco empieza a entrar esa tranquilidad hasta llegar al último tercio, donde ya la cámara no es caótica, donde todo está mucho más suave. ¿Por qué la decisión de llevarlo de esta manera?
Le va a dar gusto al cinematógrafo que eso lo notaste porque luego son esas cosas que de pronto se quedan ahí. Fueron decisiones que tomamos con el cinematógrafo. Hay dos elementos ahí que son importantes de tomar en cuenta, por un lado, tratamos de alguna manera reflejar en la cámara el estado emocional de ella y como después de un momento muy perturbador y muy caótico, un bloque, pasar a una especie de calma que no es calma, es silencio, es la ausencia.
Y eso sí queríamos que produjera un contraste, porque de alguna manera era también la materialización de la ausencia de Jorge. El segundo elemento que tiene que ver con eso también es que en el proceso de puesta en escena, si bien muchas veces se generan trazos y se dice, bueno, la vamos a filmar así, aquí y acá, trabajamos con muchas restricciones de tiempo y eso significaba que había que tener planes para flexibilizar el material de forma que nos permitiera tener una agilidad en el montaje para para trabajar ciertas escenas.
Recurrimos en muchos casos a una técnica de filmación más cercana al documental que a una planificación como plano por plano, simplemente establecíamos un tiro de cámara, corríamos toda la escena y a partir de lo que iba sucediendo ya íbamos pensando también en cómo podíamos irla montando. Entonces, eso que tú detectas es producto de esas dos decisiones.
¿Cómo te sentiste trabajando con tanto formato en la pantalla? Tenemos la cámara de cine, tenemos celulares, tenemos cámara de video.
Me gustó mucho. Cuando hicimos las cosas en MiniDV, de pronto fue como regresar a la escuela, aparte de que tiene una textura que es muy bella, ya ahorita, como lo vemos desde este momento, en esta perspectiva teniendo estas cámaras con ultra definición y todo eso, se ve ese material como con una especie de magia que me gusta mucho.
Pero además nos dio tanta libertad para jugar y en particular, por ejemplo, en el trabajo con los niños, con Sebastián y Nicolás, se llaman los niños que interpretan a Jorge de más chico, pues nos permitió establecer mucha confianza, hacer mucho juego, darles la cámara a ellos para que jugaran, todo lo que no puedes hacer ya cuando estás en otro tipo de producción, nos lo dio ese formato.
Un poco lo mismo con el celular, por ahí hay tomas que se hicieron meses antes como exploración y que fuimos tomando como de stage, o cosas que había grabado Nico y entonces, teníamos ahí muchísimo material para trabajar en eso que al final pretende tener un efecto muy sensorial, muy emocional y que a mí ya viéndolo desde puramente desde términos estéticos, me gusta mucho.
Volvemos a detectar este amor que tienes por las casas, por los departamentos, jugar con ellos y volverlos de alguna manera un personaje.
Sí, esa casa donde filmamos es una casa que yo conocía porque un amigo muy cercano y muy querido vivió en esa casa y me acuerdo que la conocí y dije, “wow”, entonces, desde que estábamos preparando la película, lo que más me llamaba la atención de ese lugar era la posibilidad de ver desde los distintos lugares de la casa hacia la otra habitación.
Entonces, pensábamos que cuando Jorge ya no está, en cualquier momento, cualquier lugar en el que Carmen se encuentra, tiene la vista hacia su recámara. Y que eso, de alguna manera, si lo lográbamos explotar adecuadamente desde la puesta en cámara, iba a ser más doloroso. ahora sí, diciéndolo como medio en términos de tortura. Además de que la casa me parece bellísima.
Y ya en términos generales esto que mencionas de los lugares, a mí me intriga mucho cómo los lugares primero tienen su propia identidad, pero lo que deja la gente cuando está ahí se puede transformar en otra cosa completamente y todo lo que dicen de las personas que los habitaron o que los habitan.
Y como que los trazos de uno, que se van quedando en los lugares que habitas y que ya están ahí y no los puede recuperar. Por eso está el retrato de la casa cuando ellos recién llegan y la idea de que esa casa pertenece a la familia y estos objetos que están ahí y que luego ellos rehúsan, pero el espacio se convierte.
Y lo mismo pasa con el departamento en Guadalajara que tiene una identidad y que luego cuando Carmen regresa y cuando está el papá de Jorge con su otra esposa, es el mismo lugar, pero que fuera un contraste absoluto es una de las cosas que con Paloma Camarena, la diseñadora de producción, pensamos y riquísimo poder hacer eso y generar esos lugares. de hecho, yo me siento muy triste cuando se acaba el rodaje, porque el lugar desaparece. Y sí, tengo un apego particular por los lugares.
Ya solamente para terminar, ¿cómo fue trabajar con Ludwika y con Nicolás? Tener esa mancuerna de madre e hijo.
Fue bien bonito. La verdad es que Ludwika, todo el mundo la conoce es una actriz con una experiencia enorme, una capacidad extraordinaria para muchísimas cosas y además es una persona muy linda, muy agradable. Y Nicolás es un tipazo. ¿Cómo decirlo? Es muy lindo. Y tiene un talento así, natural. Todo el trabajo que hicimos antes del rodaje y durante el rodaje fue muy profesional.
Él tenía una actitud muy madura a pesar de que era de sus primeras experiencias como actor y luego ellos dos juntos, sí, claro, son madre e hijo y echaban mano de lo que pudieran para contribuir a las escenas, lo cual incluyó también improvisaciones y cosas que están en la película, que no están escritas, ellos lo generaron, Pero también había una línea muy clara donde se establecía que ellos eran profesionales y donde Ludwika era muy respetuosa tanto con él como conmigo para sugerir cualquier cosa.
En ningún momento hubo un conflicto relacionado con el hecho de que ellos fueran madre e hijo, al contrario. Entonces había ahí una cosa muy tranquila y que a mí me hizo sentir que esa intuición que tuve cuando hablé con Nicolás de que eso era algo que podía funcionar, sí, en efecto funcionó y siento que sí se percibe ahí en la pantalla.
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