Escenario

The National y The War on Drugs en el Palacio de los Deportes: Psicodelia, nostalgia y poder lírico

COBERTURA. Las bandas estadounidenses ofrecieron un espectáculo memorable la noche de este jueves en el Domo de Cobre con lo mejor de su repertorio

música

The National en el Palacio de los Deportes.

The National en el Palacio de los Deportes.

OCESA/Santiago Covarrubias

A veces, existen duplas de bandas que definitivamente marcan al mundo de la música. Tal es el caso del díptico conformado por The War on Drugs, agrupación nacida en Filadelfia que con su indie rock y psicodelia creada por Adam Granduciel, vocalista y guitarrista de la misma, logró con The National, los veteranos de Brooklyn, Nueva York cuyo sonido post punk y la peculiar voz y composición de Matt Berninger, hicieron retumbar el Palacio de los Deportes con presentaciones memorables en la gira Zen Diagram, donde los fans de ambos sonidos fueron sometidos a una sensación sonora inolvidable.

Con un sentido de camaradería musical, The War on Drugs comenzó a calentar los motores gracias a un interesante espectáculo de luces que acompañó los acordes de cada tema interpretado. El carisma y sencillez de Granduciel abrieron la velada en punto de las 8 de la noche con “Baby Missiles” ante un Domo de Cobre que ya lucía casi lleno a falta de dos horas del estelar de la noche, sentado bien esa eterna vibra de psicodelia que caracteriza a la agrupación.

The War on Drugs en el Palacio de los Deportes.

The War on Drugs en el Palacio de los Deportes.

OCESA/Santiago Covarrubias

The War on Drugs lució el virtuosismo de su combinación entre los teclados, los metales y las cuerdas para entregar una presentación que atrajo la atención de los fans. Temas como “An ocean in between the waves”, “Strangest thing” y “Harmonia’s Place” sirvieron de tendencia musical para un público que por momentos cerraba los ojos y se dejaba llevar por los alegres ritmos de la banda, provocando algunos bailes entre las parejas presentes o aquellos que, solos, encontraron una manera de conectar a través de su música.

“Thinking of a place”, “Under the pressure” y “I don’t live here anymore” fueron los tres temas elegidos en donde los teclados, la batería y la voz de Granduciel otorgaron un momento climático para sus fans que no dejaron de apoyarlos, ya fuera con las palmas en alto o simplemente con el flujo de la vibra psicodélica por momentos acompañada de las luces coloridas en el escenario. Siempre agradecidos por el cariño de México, The War on Drugs se despidió dándole vida a sus sombras que también se pusieron a bailar y sentir las vibras de su elegante rock reflejadas en la pantalla de fondo.

La banda mostró su virtuosismo.

La banda mostró su virtuosismo.

OCESA/Santiago Covarrubias

Después de casi hora y media donde la banda de Filadelfia mantuvo arriba los ánimos, The National comenzaba a instalarse con su crew en el escenario. Y tan puntuales como reloj suizo, Berninger y compañía salían al escenario ante la euforia de sus seguidores, aquellos “sad dads” (o padres tristes, en la traducción) que se dejaron llevar por la poderosa nostalgia de su música que se siente como una evocación de la legendaria banda británica, Joy Division, de Ian Curtis.

“Don’t swallow the cap” era la primera rola de este recital poético musical que The National proponía a los presentes, siguiendo con el setlist habitual presentado en su gira, resaltando la potencia de los coros de “Eucalyptus” y “Bloodbuzz Ohio”, donde el vocalista no dudó en saltar entre el mar de sus queridos fanáticos para recibir su abrazo y cariño mientras no dejaba de cantar los temas tan característicos de los pertenecientes a la escena neoyorquina.

The National cautivó a los mexicanos desde el inicio.

The National cautivó a los mexicanos desde el inicio.

OCESA/Santiago Covarrubias

“The system only dreams in total darkness” fue un gran preámbulo post punk para uno de los grandes y más emotivos momentos de la noche. Y es que con “I need my girl”, ante la petición de su vocalista, The National prendió las luces de todos los asistentes al Palacio, dotando de mucha luz un tema lleno de dolor y añoranza, ambos sentimientos que forman parte de la identidad del grupo. Entre algunas lágrimas, coros desgarradores y con algunos seguidores que se sentaban en el suelo o se recargaban en la pared por sus dolores de rodillas, fue uno de los instantes más épicos de la noche.

Ante la excelente sensación de comunión entre audiencia y banda, Matt Berninger interactuó con su público para decirles que la siguiente canción no la habían tocado desde 2018. “Pero esta noche, todos ustedes nos han inspirado, por eso queremos dedicársela a Silver Rose y a todos los que están aquí está noche”, señaló mientras “Empire line” sorprendía a todos los presentes, siendo ésta una gran sorpresa, seguida de “Conversation 16”, donde la batería sonaría durísimo y retumbaría no solo en el Domo de Cobre sino en las almas de los asistentes.

La banda mostró su poderío en el escenario.

La banda mostró su poderío en el escenario.

OCESA/Santiago Covarrubias

¿A quién le gustan los caballos?”, preguntaba el vocalista de The National mientras el cover de Echo and the Bunnymen, “Bring on the dancing horses” hacía presencia con una sorpresa más: la compañía de Adam Granduciel, líder de The War on Drugs, que sumaría una guitarra más a esta fiesta psicodélica neo punk que continuaba avanzando con “Day I die”, donde el solo de guitarras se convirtió en el máximo sello de esta versión en vivo.

Con una introducción a piano y una luz morada alumbrando el escenario, llegaba el último estirón de la tocada por parte de The National. Con la voz característica de Matt que por momentos remitía a la de Paul Banks, de Interpol, la letra de “Light years” provocó nuevamente un enorme coro por parte de los asistentes que, pasadas las 11 de la noche, seguían disfrutando la música de la banda como si hubieras estado años luz separados de ellos.

El cantante Matt Berninger.

El cantante Matt Berninger.

OCESA/Santiago Covarrubias

Después, con “England”, los saxofones y las palmas de la gente que acompañaban la melodía de la banda brindaban otro gran momento mientras que “Graceless” y “Fake empire” causaban nuevamente una ola de euforia que se seguía transmitiendo en cada fibra de los presentes que entonaban, bailaban y movían la cabeza con el ritmo de locura, ese que combina la fuerza de sus instrumentos con la nostalgia de la lírica que ha consagrado por tantos años a la banda neoyorquina.

Ante lo que parecía una despedida, se dio una curiosa salida de mucha gente que no esperó al encore, mismo que comenzó como una última probada de lo que Matt y se agrupación decidirán regalar no solo a sus fans, sino al equipo de producción que los ha acompañado los últimos dos años. A ellos, les dedicaron “Send for me”, seguida de las estelares “Mr. November”, la matona “Terrible love” y “About today”, que parecían cerrar con bombo y platillo una presentación memorable. Pero aún había más.

Una de las mejores imágenes de la velada.

Una de las mejores imágenes de la velada.

OCESA/Santiago Covarrubias

Y es que The National invitó, para concluir, a los miembros de The War on Drugs, al escenario. Y fue así que el Palacio de los Deportes se convirtió en una sucursal de psicodelia neo punk mientras ambos conjuntos, juntos, tocaban “Vanderly Crybaby Geeks”, acompañados de todo el equipo detrás y de la emoción de la gente que aprovechó esta noche para reencontrarse no solo con la música de ambas propuestas, sino con viejos amigos, con parejas ratificando su amor en plena nostalgia y de una que otra persona solitaria que tomó esta gira como un reencuentro consigo mismo a través de guitarras, rock y el poder lírico de un dúo dinámico musical inolvidable.