Corea del Norte y Rusia firmaron este miércoles un acuerdo estratégico que incluye la asistencia militar mutua en caso de ataque, con el que buscan impulsar un nuevo orden multipolar que desafíe la hegemonía estadounidense y la democracia liberal, basado en la legalidad de sus modelos de dictaduras represoras, que Kim Jong-un y Vladímir Putin representan.
El llamado "Acuerdo Integral de Asociación Estratégica" sustituirá a los tratados diplomáticos firmados entre Moscú y Pionyang en 1961, 2000 y 2001 y contempla "la asistencia en caso de que uno de los dos países resulte agredido", según dijo el propio Putin en declaraciones recogidas por la agencia rusa Tass.
La firma del acuerdo se produjo después de que Putin y el líder norcoreano, Kim Jong-un, celebraran primero una cumbre ampliada y luego un cara a cara de dos horas en Piongyang, ciudad que el mandatario ruso ha visitado hoy por primera vez en 24 años, algo que ilustra bien la relación de mutua necesidad que se ha establecido recientemente entre ambos países.
Inquietud en Washington...
El eje Moscú-Pionyang genera inquietud en Occidente ante el entendimiento de dos países con armas nucleares y alineados en la guerra de Ucrania que ordenó Putin.
De hecho, el mandatario ruso ha ligado el acercamiento entre los dos países al apoyo occidental a Ucrania contra la invasión rusa.
Tras subrayar que Estados Unidos ya suministra armamento de alta precisión y aviones F-16 a Kiev para golpear territorio ruso, ha añadido que Moscú “no excluye la cooperación técnico-militar con Corea del Norte”, que es su forma de sugerir que seguirá pidiendo el envío masivo de municiones norcoreanas para mantener la guerra en Ucrania, a cambio de seguir transfiriendo tecnología nuclear al régimen comunista asiático.
... y en Pekín
Esta alianza nuclear ruso-norcoreana levanta suspicacias en el vecino de ambos países, China, partidaria de la desnuclearización de la península coreana, lo que llevó a Kim a insistir en que el pacto firmado hoy es “estrictamente amante de la paz y defensivo” en su naturaleza.
Pero, a ojos de Pekín y Washington, la realidad es otra. Moscú ha dejado de apoyar las sanciones de la ONU que castigan a Pionyang y parece estar reconociendo de facto a Corea del Norte como estado nuclear, lo que en la práctica supone una garantía para Kim Jong-un de que puede seguir perfeccionando su programa de misiles nucleares de alta precisión.
El nuevo tratado y su cláusula de defensa mutua sirven de réplica al mayor acercamiento militar por el que han optado EU, Corea del Sur, Japón y Australia, con la espionosa cuestión taiwanesa de telón de fondo.
En cualquier caso, con esta visita de Putin a Piongyang, donde fue recibido y depedido con grandes ceremonias en la icónica plaza Kim Il-sung (fundador del régimen comunista y abuelo de Kim Jong-un), Rusia cuenta con el apoyo de Corea del Norte en su cruzada por acabar con el orden internacional que resultó de la caída de la Unión Soviética y Piongyang ve reforzado su rol como agitador regional, lo que promete generar más quebraderos de cabeza a occidente y sus aliados en Asia roriental.
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