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Las alas de Crónica no se quiebran con ningún ventarrón: JKG

A sus 83 años cumplidos Jorge Kahwagi Gastine se describe como un hombre aún más creativo, cargado de energía; se emociona al hablar de sus bisnietos por nacer y de la solidez de este grupo editorial, “que ha aprendido a volar solo, sin importar quién pase por el gobierno”.

Jorge Kahwagi Gastine inaugura la ceremonia protocolaria del Premio Crónica 2023, en el Museo Nacional de Antropología.

Jorge Kahwagi Gastine inaugura la ceremonia protocolaria del Premio Crónica 2023, en el Museo Nacional de Antropología.

SUNNY QUINTERO

Tiene en la mirada esa chispa de quien, sabe, vienen los mejores días de la vida. Y sí, se asoman, tanto en lo personal, como en lo familiar y profesional…

A sus 83 años recién cumplidos, onomástico siempre coincidente con la entrega de los Premios Crónica, Jorge Kahwagi Gastine, presidente del Consejo de Administración de este grupo editorial, se describe “colmado de energía, entusiasmo y amor… amor por mi país, por mi familia, por mis colaboradores y por quienes, como los premiados, dedican su trabajo y su talento al bien común. Todo eso me inyecta fuerza y tranquilidad”.

La familia Kahwagi ya alista la llegada de dos integrantes más, dos bebés en camino. Serán dos bisnietos más para él.

-Una es bisnieta -aclara don Jorge con emoción-, porque la de Fernando será niña, y qué feliz me hace eso.

Se refiere a su nieto Fernando Marón Kahwagi, vicepresidente de esta casa editorial.

“El niño nacerá ya en noviembre, y la niña en enero. Ya tendré tres bisnietos: el mayor cumplió tres años. ¿Qué más le puedo pedir a la vida? Vienen meses de alegría plena. Y si uno tiene dicha familiar, todo lo demás se acomoda”.

Por eso la paz burbujeante…

“No me preocupa nada ni le temo a nada. Crónica está sólido, los Premios cumplieron ya trece años, la Fundación detrás de los premios ha comenzado a rendir frutos. Trece años no son cualquier cosa”, enfatiza.

-Trece años que han cruzado tres gobiernos: el de Calderón, el de Peña Nieto y ahora el de López Obrador -se le comenta.

-Y vamos a cruzar más. Crónica tiene una filosofía muy especial desde que nació: ser voz del pueblo, no nos interesa quién pase por el gobierno, no nos concentramos en los gobernantes, sino en la gente. No dependemos del gobierno. Casi no recibimos publicidad institucional y seguimos en marcha. Y vamos a seguir adelante por muchos años. No necesitamos que se nos dé publicidad institucional para saber qué somos y a dónde vamos. Así nos ha ido bien. Sabemos volar solos.

-¿Sin miedo a la dirección del viento?

-Sin miedo. Las alas de Crónica no tienen signo de pesos, su soporte no es la publicidad oficial, sino México y su gente. Las alas son fuertes, no las quiebra ningún ventarrón, así venga de la derecha, de la izquierda o de cualquier lado. Nuestras alas no sirven a ningún interés personal. No apostamos por políticos, sino por creadores, investigadores, académicos, artistas. Apostamos por ciudadanos. No necesitamos a los políticos.

-¿Qué ruta debe seguir un medio de comunicación como Crónica frente a un mundo y un país tan convulsionados?

-Nuestra esencia es apoyar todo lo que convenga a México y repudiar todo lo que lo lastime. Las convulsiones serán pasajeras y se podrán superar. México ha tenido una historia complicada, y seguimos aquí, con Universidades dinámicas, con mentes generosas, con personalidades que abren caminos por todo el mundo, con artista que deslumbran en los escenarios, con científicos que trascienden planetas, como Rafael Navarro, quien fue premiado por nosotros y lamentablemente falleció después, pero en la NASA decidieron ponerle su nombre a una montaña de Marte. A México lo salvan siempre los atrevidos y valientes.

-Los gobiernos siempre hablan de proyectos y estrategias rimbombantes que jamás resuelven problemas; los premiados, en cambio, hablan de la familia, de un libro, de la música, del arte, de pequeños detalles que sí transforman vidas…

-Es gente del pueblo que ha volado muy alto, no gracias a estrategias gubernamentales, sino al cobijo de sus padres, a sus valores y a sus pasiones. México es un país de oportunidades, basta con decidirse a sobresalir. Yo mismo cursé todo mi historial académico en escuelas de gobierno, en la UNAM, y no me costó nada, eso me lo regaló México, y es una posibilidad abierta para todos. La rectora de la Universidad Autónoma de Querétaro (Teresa García Gasca), citando un poema, hablaba de la educación como una barca. Hay que subirse a ella, y remar sin cansancio.

-Los discursos de los premiados siempre cimbran, sensibilizan, motivan…

-Son personas sencillas, sin miedo a exteriorizar sus emociones, pese a lograr cosas extraordinarias para el país y para el mundo. Con ellos, nos sentimos orgullosos de ser mexicanos, rompemos con todos los estigmas y con todas las etiquetas que algunos nos quieren colgar: que si somos gente mala, que si somos gente floja, que si somos narcos. ¿Qué va? En ellos está la prueba de que en México son muchos más los hombres y mujeres con dimensión social.

-Me llama mucho la atención cómo los Premios se han convertido en un espacio para que científicos, académicos y artistas notables no sólo hablen de su quehacer profesional sino de su niñez, de sus orígenes, de sus familias, de sus aficiones y sueños de infancia…

-Porque se sienten como en casa. Saben que Crónica es un periódico abierto, sensible a lo que hacen y que, en momentos difíciles, frente a ataques externos, nuestras páginas siempre han sido suyas. ¿Dónde cuenta uno las cosas bellas que le pasan en la vida? En la familia o con los amigos, y ellos lo sienten así. Uno vive lo que ellos cuentan, mientras ellos hablan uno también se recuerda de niño y las ilusiones que se tenían. Lo que más rescato es el valor de la familia, de los padres, porque nadie puede ser grande si no se tienen detrás otros más grandes.

Sigue ahí: la chispa de los buenos días por venir. Lo aludió el doctor Eusebio Juaristi Cosío, galardonado en la categoría de Academia: cuando en 1991 el investigador británico Herbert Brown ofreció una conferencia en el Cinvestav, contó que había recibido el Premio Nobel de Química (en 1979) por sus aportes científicos durante la mediana edad, pero en realidad su mejor trabajo lo había realizado después de los 60 años.

“Con asombro me doy cuenta ahora que algunas de mis contribuciones más relevantes también las he hecho a los 60, 70 años y más”, dijo Juaristi.

Así ha pasado con Jorge Kahwagi Gastine. “Con la edad, uno se vuelve más inquieto, más creativo, se cambia la juventud por experiencia y sabiduría, y el secreto de la felicidad es ponerlas al servicio de los demás y del país que uno ama”.

Su mirada delata las horas felices por disfrutar. Él, en noviembre. Ella, en enero. Tres bisnietos. Cuatro nietos. Tres hijos. Sonja. El amor. La casa. La generosidad de hombres y mujeres brillantes. Las alas fuertes de un grupo sin miedo a los vendavales…