Opinión

El alba, el ocaso y el peligro

Este es el último domingo de un presidente con poderes absolutos. Los constitucionales; los políticos y los meta constitucionales. Hasta los arbitrarios.

Los primeros le permiten conducir el país, la política exterior, el Ejército y las instituciones públicas (casi todas); los segundos, manejar su partido y las fracciones morenistas en el Congreso; los gobernadores y la burocracia afín-- y las repercusiones sociales de sus habilidades --como el control de la sucesión--, y los últimos, influir en la mente de los ciudadanos para orientar las elecciones con apoyo de los programas socio electorales y los sectores beneficiados por su administración, como casi toda la clase empresarial.

Legalmente Andrés Manuel L.O., será presidente de México hasta el, siguiente octubre, pero simbólicamente el próximo domingo pasará de ser el astro rey de nuestro sistema solar, a uno de los dos astros en el firmamento, como el planeta imaginario Tatoonie, (donde nació el joven Skywalker de Star Wars) o el real planeta Kepler, en otro sistema, con dos soles en el cielo.

Ese fenómeno se terminará, pero nadie sabe cuál será el comportamiento del sol oculto. Es muy diferente al sol extinto.

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Cuartoscuro

Andrés Manuel L.O., ha ofrecido un. retiro de absoluta discreción y alejamiento de la vida pública y las intromisiones en el futuro ejercicio presidencial, pero resulta muy difícil creer en la pasividad contemplativa no sólo de quien ha sido un incansable agitador político (luchador social, les dicen eufónicamente a estos sembradores del caos), sino de un mitómano crónico, cuyas mentiras, suficientes, como las buenas intenciones, para empedrar la ruta  del averno.

Pero además de esto el domingo ocurrirá otro fenómeno: la incurable soledad de la derrotada. ¿Cuál de las dos? Cualquiera.

Si Claudia Sheinbaum llegara a perder resultaría muy difícil verla en un segundo intento por la presidencia como hizo en sus tiempos el actual sol. Andrés tenía organización y una feligresía. Ella no tiene la fuerza social de quien la llevó a donde llegó. Eso haría muy difícil movilizar a toda la masa morenista en su favor durante otros seis años.

Sus adherentes lo habrían sido de cualquier otro elegido por el dueño del partido. No son suyos; son de él. Ella misma habría aplaudido y colaborado con Adán y hasta con Marcelo, si esa hubiera sido la decisión del presidente.

Un recordatorio de dónde está la fuerza, se halla en el artículo quinto de la Constitución, cuya materia es la revocación del mandato. Sólo para no olvidar quien tiene, hasta ahora, el control de la masa.

Pero en los hechos la otra novedad, además de una mujer en la silla, es una presidenta (e) con plena conciencia de una posibilidad de remoción en el tercer año.

Además, si la venciera Xóchitl Gálvez, no se sabe cuál sería el destino de las acusaciones de narcocandidatura puestas en la mesa durante la campaña de manera insistente.

Por otra parte si la derrota anidara en la coalición de Xóchitl, esas acusaciones (hasta ahora no probadas) se podrían convertir en acciones judiciales en su contra.

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Sería  el “quinazo” de la IV-T, pero en contra de una candidata presidencial en un país polarizado. Al señor Maynez una lo premiaría (o a Dante) y la otra lo ignoraria.

No olvidemos, los tres contendientes del 2018 tuvieron destinos poco envidiables. “El Bronco”, enfermo y preso, así haya sido por poco tiempo. Ricardo Anaya en el destierro y Meade, fuera de la vida pública.

Si las campañas tuvieron poco lucimiento, en especial por las condiciones reiterativas de la candidata oficial y la rispidez de la respuesta opositora especialmente por los señalamientos delictivos, quizá los primertos meses del ejercicio nos ofrezcan sorpresas nunca vistas.

La ganadora tiene cuatro meses para velar las armas, cultivar los rencores y preparar la venganza.

¿Querrá hacerlo alguna de las dos o todo quedará en la pirotecnia de la oratoria de campaña?  Lo veremos.