Opinión

Argüende, frases mediáticas y propuestas

El segundo debate chilango resultó ser el más entretenido y el de más miga de los que se han realizado en este proceso electoral. Vimos intercambio de acusaciones y argüendes sin fin; también hubo una gran cantidad de sound bites, frases mediáticas hechas para ser recordadas. Y, lo más interesante, también hubo bastantes propuestas sobre los temas que se trataron: el agua y la corrupción, que son dos de los que más preocupan a los habitantes de la capital.

Como era de esperarse, una parte importante del debate se gastó en ataques mutuos entre Clara Brugada y Santiago Taboada. La candidata de Morena utilizó el mismo estilo de luchadora ruda que le funcionó en el primer debate, pero como intentó usar las mismas llaves (“el cártel inmobiliario”) ahora se encontró con un rival más dispuesto a contrarrestarlas y a contraatacar. Salomón Chertorivski fue el “técnico” entre los rudos, se metió en los temas desde el principio, pero igualmente asestó algunos golpes bien dados, que no tuvieron respuesta, en parte porque los otros dos candidatos saben que son los punteros y que Salomón está lejos.

Brugada repitió la tesis de los dos modelos contrapuestos, en el que caricaturiza el que representa Taboada con la idea de que quieren privatizarlo todo. Incluso el agua. De manera interesante, el candidato del PAN-PRI-PRD no negó de manera tajante que fuera a privatizarla, sino que contraatacó con la afirmación incontrovertible de que el tandeo mediante pipas es una forma de privatización del agua (privatización que no se atreve a decir su nombre), evidenció que la morenista cumplió sus promesas relativas al líquido en Iztapalapa y aprovechó el tema del agua contaminada en la Benito Juárez para darle un merecido llegue a Martí Batres, por la antigua leche Bety.

Tanto Brugada como Taboada presentaron los puntos de sus planes hídricos, que en el papel se ven bastante parecidos. La morenista repitió su leit-motiv: “agua para todos, agua para siempre” y llegó a afirmar que resolvería el problema al otro día de su llegada a la jefatura de gobierno (eso querría decir que se podría solucionar hoy mismo); el panista le recalcó que con el gobierno de Morena se han perdido humedales y se han desforestado bosques. Terminó dejando a Brugada en una situación incómoda.

Chertorivski inició con el equivalente a una llave maestra, cuando hizo notar que los pendones de los otros dos candidatos, que ensucian la ciudad, han significado 455 millones de litros malgastados, prueba de que su preocupación por el agua es inferior a su ambición política.

El de Movimiento Ciudadano fue el único que abordó el problema de manera integral, desde la perspectiva de trabajar incluso con zonas alejadas de la ciudad, el que tocó desde meses antes los métodos de financiamiento de un programa para abordar el problema, el que conoce la tecnología posible para eliminar fugas, el que busca involucrar a la sociedad en la conciencia del asunto y el que lanzó la propuesta más audaz: reabrir el río de La Piedad y, con ello cambiar la faz de la ciudad.

Si somos estrictos en términos de discusión de propuestas, el candidato naranja hubiera ganado de calle en el tema del agua. Pero los debates son algo más que eso y la mayoría de la población en realidad estaba más interesada en las patadas voladoras y piquetes de ojos que se daban los otros dos, esperando que alguno cayera sobre sus espaldas.

En el siguiente tema, el del combate a la corrupción, lo que más abundaron fueron los argüendes entre los dos candidatos principales: que si tu casa, que si tu suegro, que si los permisos, que si los millones que ganaron tus amigos, que tus socios están en la cárcel, que si vivo en departamento rentado (¡ja!), etcétera. Hay que decir que a Clara le salía mejor el tono.

En medio de esos intercambios aparecieron, a pasto, los sound-bites. “No eres clara, eres turbia, eres opaca”, le espetó el panista a la de Morena. Brugada repitió lo de “tajada”, aunque no le puso adelante el “Santiago”, que era el juego exitoso. Cherto aprovechó para hablar de “clara corrupción” y antes había hecho una referencia con que Taboada no abre pozos, sino pisos. Brugada presentó una lámina con seis rectángulos, pero había que sacar un montón de inferencias para entender que equivalían a seis torres Mithika (con el agregado de que muchos ni conocemos a la original). En medio de la guerra de lodo, de la que Chertorivski salió tan limpio como Tony Curtis en la mítica guerra de pasteles de “La Carrera del Siglo”, todos pregonaron ser honestos y transparentes.

El caso es que ninguno abordó a fondo el hecho de que lo que hemos vivido es un simulacro de lucha contra la corrupción. Y que tanto el de MC como el de la coalición Fuerza y Corazón por México perdieron oportunidades para ser más contundentes.

Interesante resultó constatar que Brugada habló de un “gabinete anticorrupción” (es decir, gubernamental), Taboada dijo que invitará a la sociedad civil (es decir, como aliados del gobierno) y Chertorivski se refirió a un sistema anticorrupción autónomo (es decir, no de gobierno). El diablo está en los detalles.

Al final, cada candidato pintó su utopía, su imagen de la ciudad futura. Todos lo hicieron bien, para cerrar un bonito debate. Pero, desgraciadamente, uno la verdad se imagina que dentro de seis años, la querida Ciudad de México seguirá estando lejos de esos paraísos de discurso.

fbaez@cronica.com.mx

Twitter: @franciscobaez

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