La semana pasada escribí sobre lo complejo, pero importante que es la escritura de proyectos de investigación para la búsqueda de financiamiento. Comenté entonces que un porcentaje considerable de investigadores en nuestro país no tienen esta habilidad. Esto lo sé porque durante muchos años he participado en diversos comités de evaluación, por lo que he leído centenas de proyectos de investigación.
Los investigadores en general saben cómo escribir un artículo científico, pero eso es muy diferente a escribir una propuesta de investigación. En el artículo científico el discurso se basa en mostrar lo que ya se hizo y cómo se llevó a cabo. Presentar los datos y sus conclusiones para tratar de convencer a un editor y a los revisores de que los resultados obtenidos por el grupo de investigación permiten avanzar en el conocimiento de un área en particular, en la cual, si se escoge la revista adecuada, tanto el editor como los revisores probablemente son expertos o la conocen razonablemente bien. Si el resultado es positivo, la consecuencia es que el artículo es aceptado, el investigador tendrá que pagar cierto monto por la publicación y la editorial gana. Las revistas necesitan artículos para subsistir. Qué tan exigentes pueden ser depende del volumen de artículos que reciben.
Un proyecto de investigación escrito para la consecución de fondos es muy diferente. El investigador lo que quiere es convencer de que le den dinero para hacer su proyecto, lo cual hace que el escrito deba ser distinto a un artículo. No es lo mismo que un arquitecto te enseñe una casa que ya construyó, a los planos de la que quiere hacer.
Hay varios aspectos a tomar en cuenta. Es casi seguro que los revisores del proyecto no son expertos en el área. Son miembros de un comité de evaluación que en el mejor de los casos está conformado alrededor de un órgano: riñón, hígado o cerbero, o más amplio aún, como pasa en México, de medicina en general. Cada revisor tiene varios proyectos que leer y lo empiezan a hacer cuando se suben al avión camino a la reunión de evaluación. Eso quiere decir que el investigador tiene los primeros dos o tres párrafos de la primera página para lograr que al revisor le parezca que el proyecto es novedoso, interesante y realizable, como para continuar leyéndolo con interés. De lo contrario, si es que continúa con la lectura, ya lo hará con el proyecto descalificado en su mente.
Para encandilar al revisor, no se trata de presentar una revisión del estado del conocimiento en el tema, que es lo que ocurre con mucha frecuencia. Eso para un revisor es poco interesante, porque no escogió leer el proyecto para aprender. Se lo enviaron para evaluarlo. Se trata de llevar en pocas líneas al revisor a entender qué es lo que no se sabe del tema o está en controversia, por qué es importante resolverlo, cómo lo voy a hacer y por qué soy yo o mi grupo el que puede hacerlo. Nótese el aspecto de la importancia. Hay muchas interrogantes en ciencia que no han sido resueltas, pero en muchos casos es porque no se consideran relevantes. En el caso de salud, independientemente de que tan básico o molecular sea el proyecto, la conexión con una enfermedad es fundamental para venderlo mejor. Como decía mi maestro Steve: the so what factor!. A un revisor lo seducen palabras como cáncer, VIH, diabetes, hipertensión, obesidad u Alzheimer, por mencionar algunas.
Dr. Gerardo Gamba
Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán e
Instituto de Investigaciones Biomédicas, UNAM
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