Opinión

La investigación básica

La investigación científica es el motor de la sociedad moderna. La generación de conocimiento es el punto de partida para el desarrollo de modelos y estrategias que sirvan para hacer mejor la vida de los seres humanos. Todas las comodidades que hoy gozamos partieron de un conocimiento básico que alguien generó en un laboratorio de investigación. Estamos tan acostumbrados que ni siquiera lo sabemos y por eso, nuestra sociedad no le da la importancia a la investigación básica.

En mi juventud la comunicación hacia afuera del país era muy limitada. Había que marcar el 02 y pedirle a una telefonista una conferencia con el número deseado. Recuerdo con cariño la solicitud de mi papá cuando éramos niños que te hacía sentir importante. Te entregaba un papel con un número escrito y te decía: “pídeme esta conferencia”. A la vuelta de unos minutos sonaba el teléfono y era la telefonista anunciando que la comunicación estaba lista. El costo de cada minuto era exorbitante, por lo que este tipo de llamadas se hacían mayoritariamente por razones de negocios y las personales, eran fugaces. Para avisar a casa que habías llegado a tu destino pedías una conferencia por cobrar, misma que rechazaban para evitar el gasto, pero era el mensaje de “llegué con bien”. Hoy la comunicación con el exterior es otra historia. La operación de teléfonos celulares a precios muy bajos incluye todas las llamadas que hagas en el país o hacia Estados Unidos y Canadá. Pero, de hecho, esas llamadas ya no las haces, porque mejor mandas mensaje por WhatsApp.

El refrigerador que abrimos todos los días. El auto que manejamos. El avión que nos lleva a lugares que hace un siglo eran inalcanzables. La televisión con pantalla de retina en la que vemos con asombrosa nitidez y en tiempo real lo que está pasando en otro lado del mundo, como los grandes premios de Fórmula 1, la final de la Champions League o el Super Bowl.

Los antibióticos, los analgésicos, el stent que te ponen cuando te da un infarto de miocardio, la resonancia magnética para ver el interior del cerebro o la rodilla con lujo de detalles. El ultrasonido con el que ahora sabemos el sexo del bebé en camino. Las escenas del soldado, que después de un trago de alcohol muerde un pedazo de madera para aguantar el dolor de lo que viene, ya solo pertenecen al cine gracias a la anestesia.

¿De dónde salió tanta maravilla? De los laboratorios de las universidades y de las industrias en el primer mundo que invierten en investigación básica. Quienes hacen investigación básica de frontera son los que generan el conocimiento que lleva a obtener patentes y que pueden hacer la investigación traslacional, ya sea con descubrimientos físicos, médicos o de cualquier otro tipo. No se puede pensar en investigación traslacional si no eres quien genera el conocimiento básico fundamental. Por eso en nuestro país los intentos de promover la investigación traslacional en medicina fracasan uno tras otro. Primero hay que invertir en ciencia básica para general el conocimiento que sea la base de lo que se patente y se lleve a la traslación.

Los países que no invierten en ciencia básica porque les parece inútil, le pagan a los que sí lo hacen todas las regalías de las patentes y productos que tenemos que importar. Medicina es un ejemplo claro. Prácticamente, todo lo que sucede en nuestro país en un hospital moderno fue patentado por extranjeros y se manufactura por una empresa transnacional o es importado.

Dr. Gerardo Gamba

Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán e

Instituto de Investigaciones Biomédicas, UNAM

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