Opinión

Y dice que no es autoritario…

Creo que el lunes cometí el error que un observador de la política nacional nunca debiera:

Me ganó querer ver el vaso medio lleno; “wishful thinking”, le dicen los gringos. En mi descargo, si lo merezco, cabe decir que no fui el único.

Lo digo porque, en principio, me pareció muy sensato que la doctora Claudia Sheinbaum anunciara la realización de foros para la discusión abierta de la reforma al Poder Judicial (R-PJ). Mi percepción fue que, de desarrollarse tales foros, era altamente probable que la conclusión fuera negativa a la reforma. Para mejorar la impartición de justicia no es necesario derruir al Poder Judicial y suplantarlo con un Frankenstein creado por el voto popular.

Asimismo, supuse que doña Claudia habría sido sensible a la reacción de los mercados y que el todavía inquilino de Palacio Nacional habría aceptado los foros con tal de no lesionar el inicio de la administración de su protegida. Por una vez en su vida política, daría un medio paso atrás en aras de que su proyecto continuara con buenos augurios.

Pero poco me duró el gusto, don Ricardo. Ya dijo el presidente -y usted lo secundó- que se hagan los foros, pero que la selección de jueces por voto directo es inamovible en la propuesta. Si este punto cardinal es “inamovible”, pues para qué hacer los foros…

Después de las diatribas del presidente, concluyo que NUNCA ha leído la Ley de la Carrera Judicial del Poder Judicial de la Federación (Nueva Ley DOF 07-06-2021) y, mediante sofismas, arma su promoción a la R-PJ.

“¿Por qué le tienen miedo a la democracia?” preguntó en la mañanera el presidente. No le tememos a la democracia, sino al populismo de soluciones de alto impacto político entre “el pueblo bueno y sabio”, pero de nulo beneficio, doctor Monreal.

El voto directo no garantiza que los impartidores de justicia sean honestos, ni que respondan a los intereses del pueblo. Si así fuera, no habría gobernadores y munícipes en las cárceles. La única garantía contra la corrupción es la supervisión, la rendición de cuentas y la sanción relativa a las malas conductas. Y en este punto celebro que se analice y, eventualmente se modifique, el Consejo de la Judicatura como está contemplado en la R-PJ. Si se reformara este órgano supervisor para actuar con todo rigor, no habría necesidad de remover a todos los jueces actuales; solo a los faltos de ética en su función.

“¿Por qué le tienen miedo al pueblo?”, inquirió don Andrés. No, senador Monreal, le tememos a la ignorancia con la cual -yo incluido- se nos obligue a escoger a jueces que no podremos discernir si son o no capaces y que, en algún momento, podrían decidir sobre nuestras vidas e intereses.

“¡Ah!”, se queja AMLO de la designación actual de jueces, “porque los nombra la cúpula del poder político o del poder económico”. La designación de jueces es por escalafón y concursos de oposición donde deben demostrar su alto nivel de conocimiento y buen desempeño. El voto directo es endeble a que alguien inapropiado se cuele, particularmente los apoyados por poderes fácticos a los que alude el presidente.

Ayer salió usted a defender la R-PJ y a avisar que está más que presto para organizar los foros. En otros tiempos, su capacidad de argumentación era muy sólida, pero veo que ya lo contagió el inquilino de Palacio Nacional…

En entrevista con Joaquín López Dóriga, usted afirmó que en los eventos proselitistas de la doctora Sheinbaum se preguntó a los asistentes si “¿quieren ustedes justicia imparcial y expedita?” Obvio, senador, solo hay una respuesta y es afirmativa: sí quieren… Por ello celebro que en la propuesta se establezca un plazo límite para dictaminar los casos; eso se puede aplicar a los actuales jueces y no hay necesidad de cambiar todo el aparato judicial y hacer una votación directa.

Mire lo que son las cosas, doctor Monreal: cuando la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha echado para atrás alguna ley enviada por el Ejecutivo y aprobada por el Congreso, el presidente se queja de que la SCJN está invadiendo las funciones legislativas. Sin embargo, don Andrés dice que la elección de jueces, magistrados y ministros es un punto inamovible de su iniciativa y, con ello -no sólo está invadiendo la función legislativa- está atropellando la libertad de diputados y senadores para deliberar y decidir.

En síntesis, Andrés Manuel López Obrador está subordinando al Poder Legislativo y, como es claro, va por el Poder Judicial. Peor todavía: está sometiendo a sus caprichos a la próxima presidenta de la República…

De qué se trata, don Ricardo, ¿de despotismo, de absolutismo, de cesarismo?

Dígame de qué estamos hablando con respecto a la Nación.

Con la colaboración de Upa Ruiz

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