Con la excepción de José López Portillo y Carlos Salinas de Gortari, todos los presidentes procuraron no hacer olas en su último año de gobierno.
López Portillo había tomado pésimas decisiones en cuanto a PEMEX y el endeudamiento del país (¿sounds familiar?), lo cual lo llevó a otra decisión peor un par de días antes de concluir su mandato: la nacionalización de la banca y el control de cambios.
Carlos Salinas de Gortari estaba en los cuernos de la luna cuando una falla en su valoración de riesgos hizo que no calibrara correctamente la amenaza del Ejército Zapatista de Liberación Nacional; como pudo recompuso la situación, para luego toparse con el asesinato de Luis Donaldo Colosio y Francisco Ruiz Massieu. A partir de ahí, don Juan Ramón, como dice la canción, “todo se derrumbó”.
Andrés Manuel López Obrador está por terminar su gestión y ya no sabe qué calambre meter a los mexicanos. Todos los periodistas, analistas políticos y financieros estuvimos comiéndonos las uñas desde la semana pasada, esperando el resultado de la comida de AMLO con la doctora Sheinbaum para tener noticias sobre el Plan C y la reforma al Poder Judicial; es decir, si se van a la Cámara de Diputados o a un foro abierto de especialistas.
Al momento de escribir estas líneas leo en los portales que, como decía mi abuela, en alguien cupo la prudencia. Claudia Sheinbaum anunció que AMLO "estuvo totalmente de acuerdo que en todos los casos se haga una consulta amplia antes de que entre el nuevo Congreso".
Imagino que fueron tantos los suspiros de los que respiramos con tranquilidad nuevamente, que una ventolera habrá llegado hasta Palacio Nacional. Las reformas serán sometidas a análisis en un foro abierto con especialistas en Derecho y es muy probable que le muevan no una coma, sino párrafos enteros.
Le comparto lo que me dijo un abogado a quien respeto mucho profesional y personalmente:
“No soy constitucionalista,” me respondió, “pero creo que hay un espacio legal para defender los derechos que se verían afectados con el Plan C. La Constitución protege los derechos de los ciudadanos y la jurisprudencia al respecto es de gradualidad y progresividad.” Y me mandó consultar el Artículo 1º Constitucional y un par de ejemplares del Semanario Judicial de la Federación (SJF), lo cual hice obedientemente.
Dicho en cristiano, todas las personas en este país gozan de garantías y ninguna autoridad puede restringirlas, ni suspenderlas; por el contrario, debe “favorecer en todo tiempo a las personas la protección más amplia” (Art. 1º).
La gradualidad prevé que “la efectividad de los derechos humanos no se logra de manera inmediata, sino que conlleva todo un proceso que supone definir metas a corto, mediano y largo plazos. Por su parte, el progreso implica que el disfrute de los derechos siempre debe mejorar” (SJF, Tesis 2a./J. 35/2019 [10a.] Libro 63, febrero de 2019, Tomo I, p 980.)
Ahora veámoslo en concreto con algunos ejemplos. El acceso a la información, elecciones confiables y el beneficio a los consumidores a través de la libre competencia, son derechos conquistados para los ciudadanos, los cuales son velados por el INAI, el INE y la COFECE, respectivamente. Estos organismos han tenido un proceso de maduración o gradualidad; seguramente hay aspectos a mejorar, pero para eso la jurisprudencia prevé la progresividad.
Es probable que los peje-lovers rabiosos aleguen que todas esas funciones las puede otorgar el gobierno; la verdad, lo dudo. Se trata de garantías sobre las cuales el gobierno no puede ser juez y parte cuando hay alguna discrepancia.
Todos los organismos autónomos son cuerpos de especialistas apartidistas, que emiten sus valoraciones públicamente y sus dictámenes son resultado de decisiones colegiadas. Esos organismos sí que son el 2º piso de nuestra transición a la democracia.
Por supuesto, estaré muy atento a cómo se desarrollen los foros; siempre es conveniente e interesante escuchar todas las opiniones, ya sean en un sentido u otro.
Y mire lo que son las cosas, doctor De la Fuente. A López Portillo y a Salinas los sucedieron presidentes con personalidades sobrias y un estilo de gobernar ordenado. Ni Miguel de la Madrid, ni Ernesto Zedillo eran carismáticos en el sentido propagandístico de la palabra, pero supieron hacer frente a situaciones muy difíciles, estabilizaron al país y entregaron buenas cuentas.
Ojalá sea el caso de la doctora Sheinbaum, porque muchos estamos hasta el gorro de los calambres cotidianos que nos mete el presidente.
P.D. Diga a las secretarias de Gobernación y de Seguridad Pública que mejor se ocupen de Chiapas. No se trata de un pleito entre pobladores; es algo mucho más grave y sigue escalando, lamentablemente. Hay por lo menos seis mil desplazados.
Con la colaboración de Upa Ruiz
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