La arrasadora votación a favor de la continuidad del Obradorismo dejó prácticamente intocado el edificio narcisista donde intelectuales, analistas, operadores o candidatos de la oposición derrotada resguardan su renuencia a analizar las causas y consecuencias de su derrota.
Todo para evadir la propia autocrítica y el análisis de los errores, equivocaciones o tácticas ineficientes, tramposas, caras, corruptas, indefendibles en público o inútiles.
Mientras la oposición se enfocaba en todos los defectos probables o imaginados en la administración de Andrés Manuel López Obrador y presumían prospectiva de una transición rosada, alimentó una expectativa infundada de triunfo sobre clientelas, acarreados, decepcionados y también auténticos convencidos inconsistente con el apoyo social verificable exhibido ante la nación.
Con datos duros, ahora sabemos el peso nacional opositor respecto del respaldo ciudadano mayoritario al gobierno de la 4T: por cada seis votos de Morena y sus aliados, la oposición —toda, incluida la totalidad de los demás partidos— hay cuatro de los adversarios de la virtual primera Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, merecidamente recipiendaria del legado político de AMLO.
Abona a su contundente mayoría la decisión de desplegar puentes, respeto, reconciliación, acompañamiento y una buena fe semejante a la reivindicada también en la capital nacional por la ganadora contundente de la elección, Clara Brugada.
A la histórica victoria electoral de Sheinbaum Pardo como la primera mandataria y la más votada desde 1994 —cuando el entonces IFE organizó por primera vez las elecciones y dos años después obtuvo su autonomía— se suma el claro éxito de una afable y experimentada Brugada como la segunda Jefa de Gobierno electa para la Ciudad de México.
Era contradictoria la oposición. Asumía como un hecho el presunto deterioro de la aceptación de AMLO, asociaba la personalidad de Sheinbaum solamente como beneficiaria de la cercanía con el líder y esperaba como natural una derrota del tamaño de la marea rosa vista entre sueños y concentraciones. Equivocación rotunda.
Primero, el Presidente tiene una conexión trascendente con la enorme mayoría de la población y si no estaba en la boleta, sí en el imaginario popular; segundo, la cercanía con el mandatario no dañaba a la virtual Presidenta sino generaba su plataforma, su primer piso, políticamente existente; y tercero, la arrogante misoginia ignorante de los propios talentos y logros de Sheinbaum y de la percepción positiva de ella en el doble rol de heredera del capital político de Morena y de gobernante muy capaz, contribuyó a los efectos catastróficos para la oposición dada su inexistente capacidad estratégica, contaminada del ilusionismo de su propia miopía, la corrupción de varios de sus líderes más visibles, su negativa a la aceptación de logros de esta administración.
Con cerca del 59 por ciento de la votación, Sheinbaum sucederá al liderazgo nacional de AMLO, quien con 53.1 por ciento había sido hasta esta elección el mandatario con mayor porcentaje de votos. Se desmontó la noción de la inevitabilidad del deterioro de la izquierda, basado, según el discurso opositor, en los resultados de las elecciones intermedias de 2021. Hasta ayer por la tarde, la coalición Morena-PT-Verde había ganado 11 alcaldías, de las cuales tres fueron recuperadas, y las estadísticas se cerraban en otras dos.
La Ciudad de México se reafirmó como una capital progresista, corazón del obradorismo y bastión de la izquierda desde 1997, donde como lo sintetizó el Jefe de Gobierno, Martí Batres, hay un legado en movilidad, sustentabilidad, seguridad, estabilidad económica, política social y la defensa de los derechos de la ciudadanía.
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