Opinión

Sheinbaum: bloque, historia y futuro

El agua quedó muy clara: la legalidad y legitimidad, así como la mayoría de la voluntad popular, es decir de la ciudadanía, están con el partido en el gobierno.

La histórica victoria de Claudia Sheinbaum Pardo y su encumbramiento como primera Presidenta de la República Mexicana coloca a un nuevo bloque de alianzas, agendas de innovación, desarrollo, crecimiento y consolidación democrática con predominio de izquierda, frente a una oportunidad extraordinaria.

Por primera vez una Jefa o Jefe del Estado mexicano, en tiempos de institucionalidad electoral, tiene a su alcance: la opción de innovar sobre un legado de continuidad; de precisar y generar dinamismo sistemático en un programa de gobierno dirigido hacia la promoción de la igualdad; de fortalecer el Estado de Seguridad; de reintegrar todas las políticas públicas, especialmente de educación y salud, así como de continuar en el fortalecimiento de los derechos de comunidades.

Para ello, además cuenta con 28 entidades que serán gobernadas por integrantes de la coalición comandada por Morena en cuya primera etapa se establecieron los fundamentos de una transformación no violenta legitimada por enorme participación ciudadana.

Sheinbaum Pardo tiene no solamente respaldo popular sino una precisa determinación técnica acompañada de acuerpamiento en respaldos imprescindibles de ser complementados, como ella sugirió, por un diálogo respetuoso con la oposición derrotada.

La segunda sacudida fue muy clara: la mayoría del electorado desea la consolidación del proyecto de cambio de régimen iniciado por el movimiento liderado por el saliente Presidente Andrés Manuel López Obrador.

Perdieron los intelectuales sin apapacho, los integrantes de la comentocracia venida a menos en los últimos cinco años y medio, los lideres de partido vinculados a prácticas delincuenciales demostradas y percibidas. Vencidos quedan los personajes abusivos dentro de los propios organismos políticos, especialmente dentro del PRI en una desintegración mexiquense ilustrativa de una debacle nacional incontrolada incluso en la víspera de la elección.

La ciudadanía mayoritariamente apoyó el cambio democrático nacional con una perspectiva predominante de izquierda. Dos periodos consecutivos en la Presidencia y dos mujeres electas a la Jefatura de Gobierno de la CDMX, con Clara Brugada Molina en la coordinación de la segunda posición política nacional, son una elocuente victoria de Morena e igualmente una simbólica derrota de los opositores.

La ciudadanía gana desde su mayoría y su minoría. Su vocación participativa fue más prominente que en el 2021 al detonarse un ímpetu cívico inhibido entonces por la pandemia, el desempleo, sistemática propaganda contra AMLO, malos gobiernos y malos candidatos. Los resultados a favor de Brugada confirman el tamaño del equívoco opositor e ilustran sobre las limitaciones de las maniobras demostradas como guerra sucia, mentiras y secuelas omitidas de pendientes con la justicia a partir del escándalo del cártel inmobiliario.

Derrotado queda el argumento falaz de un dilema entre autoritarismo y democracia. Si la minoría tenía ese argumento como central, ahora deberá ser creativa y eventualmente honesta para explicar su derrota y para generar uno distinto en los siguientes seis años.

Sheinbaum es la primera mandataria de este siglo en conquistar continuidad de un proyecto nacional —a discusión la limitada extensión del Callismo y Cárdenas del siglo pasado— en contraste con el panismo. Gana con un mismo equipo político la Presidencia de la República. Será la primera mandataria mujer en México en un continente donde será la Jefa de Estado número 17 de la historia. Y la acompañará Clara Brugada desde la ciudad que hoy gobierna con eficiente compromiso social Martí Batres, cuya gestión también fue masivamente aprobada ayer en las urnas de la capital.

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