Opinión

La ética en las publicaciones científicas

La semana pasada en “El Economista” se publicó un artículo intitulado “Investigación en México y la falta de ética en las autorías” en la que se comenta el asunto de manera muy clara y aguda. Estoy de acuerdo con que el asunto es un problema. Lo que a mi juicio demerita al artículo, supongo que, por no conocer el medio, es que se juzga y acusa a personas sin fundamento.

Es un hecho que existen comportamientos no éticos en las publicaciones científicas, no solo en México, sino en todo el mundo, aunque con diferentes grados. El problema se origina por dos razones. La primera es que los sistemas evaluadores de la ciencia se basan en las autorías de los artículos publicados. Es decir, le dan peso a que el nombre del individuo aparezca en los autores y no, a que tanto participó en realidad en la generación de conocimiento. La segunda es que, en relación con las autorías en publicaciones, en las instituciones académicas hay tres tipos de personas: los científicos buenos y productivos, los científicos mediocres, cuya producción es poca y de mala calidad, y los que no son científicos.

El científico lo que busca es generar conocimiento original y cuando considera que lo tiene, publica un artículo para comunicarlo. Su fin es el conocimiento, no el artículo. Como colabora con otros grupos, en algunos artículos es el autor responsable y en otros es coautor. La clave está en el balance, pero con su propio trabajo tiene suficiente para ser bien evaluado. Los otros, lo que quieren es obtener los beneficios sociales y/o económicos asociados con ser calificado como científico y entonces, buscan la forma de ser autores, para aprovechar que los sistemas de evaluación se basan en las autorías y no en el trabajo original de cada uno.

Definir a un científico con base a ser autor de artículos es similar a definir como cirujano a todo aquel que esté en el quirófano. En esta analogía, nuestro sistema evaluador consideraría como cirujanos también a los anestesiólogos, instrumentistas, circulantes y, a quien se meta al quirófano, porque quiere que crean que es cirujano. ¿A quién dejarías que te opere la vesícula biliar? ¿A quién ha estado presente en muchas colecistectomías o al que hizo las colecistectomías?

Como hay un beneficio social y económico al ser autor, las razones poco éticas para que esto ocurra son variadas. 1. Es el jefe que abusa de su poder. Inclusive para ser el autor responsable, aunque no sabe ni cómo se hizo el estudio. 2. Participación en la atención de los enfermos relacionados con el reporte, por lo que se condiciona la autoría para facilitar algún dato. 3. Se solicita la autoría para proporcionar un reactivo o facilitar el uso de un equipo de laboratorio. 4. Es el amigo, pareja o cónyuge del autor responsable. 5. Complicidad ante la baja productividad: si me pones tú, te pongo yo y así, tenemos más puntaje.

Si los sistemas evaluadores otorgaran el beneficio de las publicaciones a quienes de verdad demostraran haber generado conocimiento o herramientas útiles y originales, habría menos corrupción en la inclusión de autorías y se promovería de verdad el desarrollo de la ciencia. Consciente de los abusos, hace dos años propuse que debiésemos tener un comité que vigile los aspectos éticos en las publicaciones y defienda a quienes manifiesten ser víctimas de abuso al respecto. Desafortunadamente, esto no existe todavía.

Dr. Gerardo Gamba

Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán e

Instituto de Investigaciones Biomédicas, UNAM

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