Opinión

Hacen falta valores

Se expande la idea de que triunfa en las campañas políticas quien tiene más capacidad para la injuria. Es falso. Las campañas son oportunidad para mostrar valores, plantear principios, ponderar la solidaridad.

Debatir e insultar no son sinónimos. De hecho, son conceptos antagónicos porque el agravio es tóxico para el intercambio de ideas. Inhibe el pensamiento y la claridad. Conduce a los candidatos en campaña a un callejón sin salida.

Concentrar las campañas en los ataques y las difamaciones desvirtúa su naturaleza de buscar soluciones para la compleja problemática del país.

El instituto electoral, por ejemplo, organiza los debates para asegurar el ejercicio informado de los derechos políticos y electorales de la ciudadanía. Busca generar interés para participar en la jornada electoral y derrotar, entre todos, al abstencionismo.

En la vida pública de México hacen falta valores; de insultos, la verdad, estamos saturados.

Peor, imposible

Los morenistas de Coahuila todavía no se recuperan de la paliza que recibieron en la elección de gobernador del año pasado. Les pasaron por encima, los dejaron desorientados y todavía no encuentran el norte.

De hecho, no tienen claro dónde están sus aliados y dónde sus adversarios. Cecilia Guadiana denunció a su compañero de fórmula para el Senado, Luis Fernando Salazar, por violencia política en razón de género.

Sí, leyó usted, bien. Entre compañeros de fórmula andan agarrados del chongo. No es que tengan posibilidades reales de triunfo, de eso nada, pero si una demanda al otro está en un pantano.

La dirigencia nacional abandonó a su suerte a los morenistas de Coahuila. El proceso para elegir candidato les salió mal y nadie quiso corregirlo, y de la operación cicatriz ni hablamos; de hecho, las heridas se ahondan.

Púlpito y patíbulo

El presidente López Obrador gobierna a través de los programas sociales y las conferencias de prensa mañaneras.

Los primeros, los programas, son su principal línea de defensa, su blindaje impenetrable nivel 7 que resiste proyectiles de gran potencia. Las segundas, las conferencias, son su línea de ataque, las usa de púlpito para predicar y de patíbulo para cortar cabezas.

En las conferencias juega siempre de local, impone reglas, las cambia cuando quiere, promociona personajes, condena adversarios y lo más importante, establece la agenda informativa, que en esto de la política hace la diferencia.

López Obrador les hizo un homenaje a las conferencias y dijo que las seguirá dando hasta el último día de su mandato. De hecho, quiere pasar de dar la conferencia a entregar la banda presidencial e irse a Palenque.

Los programas sociales y las conferencias son su estilo personal de gobernar.

Saludos al campeón

Como se trató de un autogol el presidente no tuvo defensa para la aseveración de un alto mando de la FGR de que México es el campeón en la elaboración del fentanilo.

De hecho, no supo qué decir en la mañanera cuando le preguntaron sobre el tema. Se limitó a pedir que la Fiscalía diga cuáles son sus fuentes.

Lo relevante no es solo la falta de sincronía sino el contexto internacional, pues el fentanilo es el pretexto de los afanes intervencionistas de muchos políticos norteamericanos que quieren congraciarse con sus votantes atacando a México, por ahora en el discurso, pero en el futuro en el terreno.

El funcionario Gallo reconoce que no debió usar esa expresión. Lo importante en todo caso es si México ya es campeón en la producción de fentanilo porque se trata de una droga que mata y su letalidad no conoce fronteras.

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