Aunque los elementos fundamentales del mercado cambiario del peso frente al dólar siguen presentes y apuntalándolo como una de las divisas más fuertes y competitivas del mundo, algunos analistas insisten en que se aproxima un descalabro para nuestra moneda.
La directora de Análisis del Grupo Financiero Base, la doctora Gabriela Siller, aseguró que a nivel internacional ya se comienza a dudar “de lo que sustenta al Súper Peso”. Siller es una de las estrategas que asegura que en el mercado se vive un optimismo exagerado respecto al nearshoring y que la Inversión Extranjera Directa (IED) no muestra niveles que puedan permitirnos asegurar que la economía presenta ya un cambio fundamental.
Para Siller, cualquier factor, literal cualquier factor, podría “terminar causando la depreciación del Súper Peso”.
“El detonador del rebote del tipo de cambio podría ser cualquier cosa porque el peso se ha apreciado mucho y está prácticamente en una burbuja especulativa. Como he comentado en otros posts, hay un optimismo exagerado sobre México por el nearshoring”, dijo Siller.
A los exportadores en regiones como Nuevo León les preocupa la fortaleza del peso frente al dólar. ¿La razón? Ellos ven disminuir sus ingresos, como también sucede con las personas que reciben remesas de trabajadores migrantes en Estados Unidos. ¿Se pierde poder adquisitivo? Esta es una de las afirmaciones que se realizan en torno a la fortaleza del tipo de cambio.
Sucede, por lo tanto, que los trabajadores en Estados Unidos aumentan el monto de los envíos para que sus familiares no se vean afectados. Para ellos es una lógica económica sencilla de entender.
¿Qué pasa, en cambio, con los exportadores? ¿Pueden aumentar sus ventas? ¿Mejorar su productividad? ¡Claro! Sin embargo, tendrán que competir de una manera más efectiva. En el caso de los exportadores también es importante mencionar que ellos mismos reconocen que sus costos, sobre todo los de insumos importados, han disminuido. ¿No debería la fortaleza del peso compensar menores costos en dólares? El problema, en el fondo, es que muchos empresarios han dejado de tener una ganancia adicional a sus niveles de productividad por concepto de depreciación cambiaria.
Las narrativas catastrofistas buscan recuperar aquellos temores de las devaluaciones de fin de sexenio a pesar de que los factores fundamentales no responden a este escenario.
Es cierto, el déficit de 5 puntos del PIB que se autorizó para las finanzas públicas es un foco amarillo. Para algunos, además, si las tasas de interés no bajan en el corto plazo, las finanzas públicas también se verán afectadas por el alto costo financiera que se ha pagado al menos durante los últimos años. ¿Qué pasará cuando bajen las tasas? Es, entonces, cuando guardan silencio.
“Cualquier cosa”, dice Siller podría detonar la depreciación del tipo de cambio y recuerda cómo hace cuatro años el tipo de cambio de ubicó en 25 pesos por dólar.
Fue, por cierto, la época en la que un empresario con millones de dólares en la tesorería de su banco impulsó el cabildeo en el Senado de la República para modificar la Ley del Banco de México. Así, podemos reiterar que para los empresarios el tipo de cambio del peso frente al dólar no es un insumo sino un factor de rentabilidad y estaban dispuesto hasta vulnerar la autonomía del Banco de México, nuestra bóveda y puerta a la estabilidad.
En la fortaleza del peso frente al dólar, los catastrofistas no conceden ningún crédito a la disciplina en las finanzas públicas. Dicen, en cambio, que es la debilidad de las finanzas públicas de Estados Unidos, su nivel de endeudamiento, lo que ha favorecido al peso mexicano. No toman en cuenta que la relación deuda respecto al PIB de México está en niveles menores al 50%; que las remesas tienen registros históricos y que podrían llegar a niveles de 70,000 millones de dólares. Tampoco explican que el peso mexicano para los empresarios de muchos otros países sí es un insumo y no un factor de especulación. Es por esa razón que el peso mexicano se usa para cerrar transacciones en mercados internacionales porque, aunque tampoco dan crédito a la relocalización de cadenas productivas (nearshoring), el peso les ofrece una divisa fuerte y estable. ¿Por qué no usan la moneda de Argentina o de Brasil?
En resumen, el tipo de cambio ya no debería ser el factor al que le apuesten empresarios.
Bancos estadounidenses como Citi confían que el ajuste en las tasas de interés servirá para mantener la competitividad del peso frente al dólar; no observan una depreciación. Aún más, esperan que las tasas de interés lleguen a niveles de 8.5% al cerrar el año.
El sesgo de confirmación llegó en la voz del Robin Brooks, un ex estratega del mercado de cambios de Goldman Sachs, quien aseguró que, aunque México es un país con fortalezas asombrosas, el aumento masivo (en el valor) del peso mexicano es una vulnerabilidad. El peso ha subido un 31% en términos reales desde antes del COVID. Si Trump gana las elecciones a finales de este año, podría haber una fuerte caída del peso a medida que Estados Unidos se vuelva menos amigable. Y es cierto, también los traders han perdido con la fortaleza del tipo de cambio. Incluso, cuando Trump y sus redes sociales se referían a México, el peso sufría nuevos embates especulativos.
¿Qué podría decir Trump para debilitar al tipo de cambio en medio de una de las etapas más fuertes de la economía estadounidense? ¿Se dará un balazo en el pie?
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