Opinión

Talantes democráticos y autoritarios

El último debate entre los candidatos presidenciales tal vez no tenga mucho peso para cambiar las intenciones del voto, pero ha arrojado luz sobre el talante, y algunas de las ideas centrales, de quienes aspiran a la Presidencia de la República. Arroja, también, algunas preocupaciones.

Tercer debate presidencial

Tercer debate presidencial

Cuartoscuro

Los cuatro temas planteados resultaron, por su amplitud, complejidad y relevancia, superiores a la capacidad de los candidatos para abordarlos a fondo. Más aún, con el formato acartonado que acordaron los partidos. Pero hay suficientes elementos como para hacer un análisis más allá de la superficie.

En política social, Claudia Sheinbaum hizo hincapié en la fortaleza que para su causa significa que ocho de cada diez familias (según sus números) reciban apoyos sociales directos del gobierno. Luego mintió diciendo que ellos han sido “los únicos” que hemos hecho programas sociales, como si no hubiera una larga historia.

Xóchitl Gálvez contrastó el tema con la desaparición de las estancias infantiles, de las escuelas de tiempo completo y del Seguro Popular, así como el castigo al presupuesto en ciencia y tecnología. Sin embargo, tuvo que mantenerse a la defensiva contra la “extorsión” de Morena, al decir que su coalición quitaría programas sociales y guardó un vergonzoso silencio cuando se habló de los salarios.

Jorge (Álvarez) Máynez, por su parte, insistió en la conveniencia de subir el mínimo a diez mil pesos mensuales, en la semana de 40 horas y en la atención a la primera infancia. Criticó la baja en el presupuesto para las universidades públicas del gobierno actual, pero también tuvo la primera de muchas referencias hacia el gobierno de Vicente Fox, que pareció obsesionarlo en este debate.

Un elefante invisible se paseó por esa primera parte del debate: el elefante del subempleo y de la economía informal, que no da prestaciones sociales ni garantiza salarios dignos. Ni una palabra al respecto.

El segundo tema debió de haber sido kriptonita para Sheinbaum: el crimen y la inseguridad. Su estrategia fue rehuir los ataques en el rubro en donde la población califica peor al gobierno de AMLO. Y si no los rehuía, mostraba estadísticas bien cortaditas, para negar la evidencia.

Gálvez insistió en la cifra de asesinatos y desapariciones, en el control de amplias zonas del país de parte del crimen organizado, reiteró que el actual gobierno ha pactado con delincuentes, hizo una fuerte acusación contra el líder formal de Morena y perdió un buen rato citando un libro de la periodista Anabel Hernández, al que Sheinbaum comparó con una novela de ciencia-ficción. El asunto pasó a convertirse en una guerra sobre qué coalición tiene más criminales en sus filas. El único que tocó, sin pelos en la lengua, el tema de la militarización, fue Máynez. Eso sí, empezó su crítica con Calderón, no vayamos a creer que el poder de los militares se multiplicó recientemente.

El tema donde todos se vieron flojitos fue el de política exterior y migración. Hubo frases memorables por ser lugar común: “México tiene que dejar de ser el patio trasero de Estados Unidos” (Máynez); otras son memorables por lo falsas: “Se acabó la sumisión” (Sheinbaum) y otra más, memorable por haber metido con calzador un tema, el de la religión, que afortunadamente había estado fuera de las campañas por décadas: “¿Le contaste a su Santidad cómo usaste a la Virgen de Guadalupe en una falda a pesar de que no crees en ella ni en Dios?” (Gálvez, dirigiéndose a su rival).

Lo único rescatable de esa parte fue cuando Gálvez recordó que AMLO y su gobierno “se doblaron ante Trump”. En tanto, Máynez siguió con su amnesia de corto plazo, y las dobladas que recordó fueron las de Fox y Peña Nieto.

El tema donde se dieron las definiciones más claras fue el de la democracia. Ahí es, también, donde aparecen más preocupaciones.

Allí, en una serie de preguntas y respuestas, se vio que hay dos candidatos que tienen compromiso con la democracia y una candidata que apuesta por la concentración del poder.

Mientras que Gálvez y Máynez se mostraron claramente a favor de la separación de poderes, de la importancia de las instituciones autónomas, de la posibilidad de gobiernos de coalición y de la representación de todas las fuerzas políticas en la toma de decisiones, Claudia Sheinbaum expresó todo lo contrario.

La única separación de poderes que aprobó la candidata de Morena, así sea retóricamente, fue “separar el poder político del poder económico”. Respecto a la reforma al Poder Judicial, criticó abiertamente a la ministra Norma Piña y afirmó que los jueces “se

extralimitan”, y que el Poder Judicial debe “responder a los intereses del pueblo” (que, concluye ella, son los de la mayoría en el Congreso).

Sheinbaum también desestima los gobiernos de coalición, así como las negociaciones con los demás partidos, sobre las que puso como ejemplo el “Pacto por México”. Ahí fue cuando Gálvez le recordó que el presidente López Obrador se ha reunido más veces con la mamá del Chapo Guzmán que con los dirigentes de la oposición.

Claudia insistió, durante el debate, en el fraude de 2006, que es el mito fundacional de su partido, e hizo pasear el fantasma de un nuevo fraude, como si el suyo no fuera el partido más poderoso, en una suerte de advertencia que no admitirán la derrota. La candidata volvió a utilizar la frase “los únicos”, para decir que nadie más que su partido ha luchado por la democracia. Le escamotea los méritos a la vieja izquierda histórica, al PAN, a miembros del propio PRI -que pudo haber sido muy rejego- y hasta a sus compañeros del PRD que no siguieron en la aventura morenista. Sólo ellos, los puros. Los demás eran mentira.

Finalmente, por si hubiera dudas, Claudia se decantó por la peor versión del Plan C respecto a la reforma electoral: cambiarla a puros distritos uninominales, como en los tiempos del PRI más vertical. Es la fórmula que más premia a las mayorías y más castiga la pluralidad. Para lograr eso hizo un llamado a sus simpatizantes: buscar el carro completo.

Distintos ciudadanos consideran que un eventual gobierno de Claudia Sheinbaum significaría cambios positivos respecto a AMLO en materia de salud y política educativa. En el debate quedó bien claro que no los habría en materia de pluralidad, diálogo político y consolidación democrática.

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fbaez@cronica.com.mx

Twitter: @franciscobaez