Ariel Pink regresó a México tras casi 5 años de haberse presentado en Carnaval de Bahidorá. Y a 3 años de haberse puesto en la congeladora tras aquel incidente en el Capitolio de Estados Unidos cuando se filtró en redes sociales su presencia junto a John Maus en una marcha en pro de Donald Trump que provocó el que su ex-disquera Mexican Summer lo echara de sus filas de talento.
Esto aunado a varios comentarios previos que generaron demasiada polémica como el no estar de acuerdo al respecto del matrimonio gay y decir que ser racista no era ilegal. Y, bueno, eso solo es algo… La gente suele olvidar muy rápido. Eso es lo cierto.
Luego de todo aquello, un concierto de Ariel Rosenberg, por su apellido de pila, parecía algo lejano. Incluso ni siquiera cabía la posibilidad de pensarlo. Pero sucedió.
El músico estadounidense pisó tierras mexicanas tras todos esos incidentes para ofrecer tres fechas: una en Guadalajara y dos en CDMX que culminaron en Teatro Lucido, junto a Paz Lenchantin. Pero nosotros estuvimos en la primera de la capital mexicana, realizada en el Foro 28, en el mero corazón de la colonia San Rafael.
Con una capacidad de 200 personas, el Foro 28 se fue llenando de a poco ante el carisma y buena ejecución por parte de la banda abridora que nunca supimos bien su nombre; Flores, Flowers, algo con flores. Lo que sí se entendió perfecto es que venían desde Monterrey y les fue bastante bien en su presentación con ritmos muy de synth-pop e indie rock. Nunca supimos bien el nombre dado a que no apareció la información de la banda de apertura por ninguna parte.
Luego de esto, el ambiente se empezó a sentir raro entre el mismo público. Gente bastante ebria e impertinente comenzó a aparecer en distintos puntos a la par que empezaba el show de Ariel Pink, mismo que aperturó con tres temas de su proyecto inicial Ariel Pink’s Haunted Graffiti: “Envelopes another day”, “Hardcore pops are fun” e “Interesting results”.
Y después dio paso a su estado solista y actual con “Evolution’s a lie”, “Negativ end”, “Time to meet your God” y “White freckles”.
Algunos empujones fuera de contexto, gente queriéndose meter más hacia enfrente por la fuerza y gritos fuera de sí en otros. Así fue avanzando la noche con la música del estadounidense que se presentó portando un jumper, gafas negras y se mantuvo gran parte del tiempo estático a diferencia de sus músicos que buscaban el foco con sus extravagantes atuendos y su mucho movimiento en el escenario.
El audio del lugar no fue del todo bueno. De hecho no fue bueno. Hubo varias fallas técnicas y la experiencia se volvía cada vez más turbia. Aún con esto, Ariel Pink dejaba ver su felicidad por estar nuevamente en México. Y el público, aunque bastante raro, también mostró su simpatía por él mismo cantando y aplaudiendo cada tema de la imperfecta banda que presenciamos.
“Another weekend” y “Round & round” sonaron una tras otra y nos hicieron olvidar un ratito para solo cantar y disfrutar. De mientras, la seguridad del lugar se encargaba de al menos un sujeto molesto y pasado de alcohol causando alboroto dentro de un Foro 28 que al final lucía bastante lleno.
Más para cantar con “Dayzed Inn Daydreams”, “Baby”, “Life before today”. Y “Are you gonna look after my boys?” para cerrar después del clásico encore que lo incitó a salir de nuevo. Luego de su despedida junto a sus músicos, un tipo saltó la valla hacia el escenario directo a Ariel Pink de manera preocupante y levantó algo para dárselo. Momento incómodo al que nadie dé seguridad reaccionó.
Tras finalizar el show, Ariel Pink y su banda decidieron salir y tomarse fotos y firmar algunos autógrafos para la gente que llevaba sus vinilos y posters. Un evento con cosas bastantes raras, con un show lejos de ser memorable, pero cumplidor, hasta eso. Y donde también, sí no fuiste, realmente no te perdiste de mucho, pero de menos se notó a un Ariel Pink agradecido por su regreso a México con su fanaticada de este país.
Lo que sí, es ahora la duda de saber hasta cuándo volverá a México otra vez.
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