Astrid Rondero, codirectora de Sujo, una película mexicana sobre el tráfico de drogas que se estrena en Europa en el festival Cinélatino de Toulouse, se muestra convencida de que su mensaje se entenderá porque “la adversidad es algo que todas las culturas reconocen”.
En una entrevista con EFE, Rondero habla de este filme y que acerca al público europeo el impacto que el narcotráfico tiene para las generaciones más jóvenes de México sirviéndose de la adversidad como lenguaje cinematográfico transfronterizo.
El filme, codirigido por Fernanda Valadez, ahonda en la historia de un niño de cuatro años, Sujo, que se queda huérfano después de que su padre es asesinado por un cártel de la droga. Como la suya, más de 1,6 millones de voces mexicanas cobran vida en la gran pantalla.
Las líneas rojas que separan ficción y realidad en México se vuelven difusas para Rondero “en ciertas comunidades rurales” y se entremezclan totalmente en lugares como Ciudad de México.
“La violencia es una realidad que originalmente se sentía como una peligrosidad que estaba lejos de uno”, confiesa la codirectora. Pero añade que actualmente “se ha extendido de tal manera que Sujo es un poco el reflejo de eso y de otros temas como la migración que genera la violencia también del narcotráfico”.
El método de reversión que propone el largometraje para esta situación se basa en la educación, que para este dúo de mujeres aparece como “una de las rutas de vida que muchos jóvenes podrían tomar en México” si tuvieran esa opción.
Una de las paradojas que Rondero destaca es el “gran símbolo” que representa la gratuidad del sistema universitario mexicano mientras el país se caricaturiza con la violencia y el crimen organizado.
La concepción distorsionada de este contexto en Europa, prosigue Rondero, lleva a pensar erróneamente que “la realidad del narcotráfico es un destino que está en las manos de los jóvenes cambiar, como si fuera una decisión de vida”.
El poder del relevo generacional es, a su juicio, limitado, ya que “los chicos que se quedan enfrentan muy pocas posibilidades de escape”, puesto que o bien “pertenecer al crimen organizado” o a “la migración”.
“Si hay algo que a Fernanda y a mí nos entusiasma de esta película -destaca Rondero- es que, pese a que tiene un contexto como muy, muy específico con el que no todos se pueden relacionar, también hay muchos rasgos de lo que significa crecer”.
El esfuerzo de la juventud que ha crecido marcada por el mundo del narcotráfico buscando un camino en su vida es uno de los ejemplos de crecimiento para esta realizadora.
En cuanto al mensaje final de Sujo con el que le gustaría que se quedasen los espectadores, Rondero responde con una sonrisa genuina: “preguntas, nos gusta que se vayan preguntando”.
Como anécdota, la cineasta cuenta que una de las cuestiones que les plantearon es si en realidad no sería ciencia ficción que un chico como Sujo pueda llegar a la universidad.
Y lo que las directoras contestan es que “más bien la ficción es que en México los niños crezcan en esas condiciones y que sea una realidad para las infancias la violencia”.
Ambas, según Rondero, están “muy contentas” por la gran acogida de la película, que califican de “muy especial” después de haberse inaugurado por todo lo alto el pasado mes de enero en el festival Sundance con el Gran Premio del Jurado de Cine Dramático Mundial.
Ya habían competido en ese mismo festival estadounidense en 2020 cuando presentaron Sin señas particulares, una cinta que aborda el reclutamiento forzado y las desapariciones de personas en México.
Copyright © 2024 La Crónica de Hoy .