Escenario

‘Club Cero’: La bulimia del discurso social

CORTE Y QUEDA. La directora austriaca Jessica Hausner destaca con este filme que llegó a las salas de cine nacionales>

La chica del polo naranja
Fotograma del filme. Fotograma del filme. (Cortesía)

Club Cero, de la directora austriaca Jessica Hausner, es la representación de imágenes en movimiento de muchas de las pesadillas de cualquiera que ha tenido hijos pueda soportar.

¿NO LO ENTIENDEN? ES CUESTIÓN DE FE

Hausner, que utiliza la formula New Age de la supuesta “comida consciente” como columna vertebral de su propuesta, desarrolla una historia de abuso, traición, soberbia, obcecación, ironía y sobre todo de la manipulación de aquellos que no están capacitados emocionalmente para reconocer un embate de información sesgada por el simple hecho de carecer de la experiencia de vida y académica.

Y si bien es cierto que la temática de la agroindustria y sus redes internacionales de corrupción, daño ambiental y manipulación genética a favor de los grandes corporativos por encima de la salud del consumidor y la especulación de la economía global son desgarradoras e injustas; la otra cara de la moneda representada por los extremistas que, con el pretexto de romper las cadenas de consumo agobiante adquieren y promueven (en este particular tema de la película) hábitos alimenticios radicales de proporciones absurdas como el dejar de comer para adquirir sus beneficios en la mente y cuerpo bajo el esquema del acto de fe, son también espeluznantes.

“ES FUNDAMENTAL ENSEÑAR A NUESTROS HIJOS A REDUCIR SU CONSUMISMO…”

La genialidad de la narrativa de Jessica Hausner radica en que, aun cuando parece un discurso ambiguo y repleto de lugares comunes, las claras posturas entre los que, por un lado, dejan de comer por una cuestión de principios morales recién descubiertos debido a una manipulación deliberadamente tendenciosa y por el otro lado la manipulación lastimosa y melodramática predicada con palabras y no hechos de imponer criterios por el simple hecho de ser padres pensando que es lo mejor para sus hijos es igualmente dañino y aterrador.

Y es aterrador porque lo que se debate en pantalla y frente al espectador es la carencia de orientación y de conceptos elementales que dan como resultado una falta de confianza y criterio en los jóvenes que están en el proceso de conocer (e incluso transgredir) sus límites y ubicar su lugar no solo en la familia y sociedad sino en el mundo y lo que quieran para su futuro.

Entonces, el resultado final en pantalla es la consecuencia de, justamente, no dotar a los niños y jóvenes con las herramientas necesarias para permitirles discernir y cuestionar entre lo que es bueno y malo relacionado a su mente y cuerpo.

¡Aquí radica la brillantez de la propuesta de Club Cero!

Y que, por si fuera poco, cuenta con un elegante y preciso grupo de actores jóvenes que personifican las diferentes posturas sociales ante las situaciones que presenta Hausner que deja el mando de la narrativa sobre los ya experimentados hombros de Mia Wasikowska como Miss Novak, la brillante y manipuladora profesora contratada para regular la alimentación de un grupo de igualmente brillantes alumnos quienes van adoptando la dieta de la “alimentación consciente” como parte del programa académico que va reduciendo la ingesta de comida por una cuestión de enfrentamiento contra el sistema capitalista.

Y de paso, de purificación del alma y cuerpo bajo preceptos que se van radicalizando en la medida que los muchachos se van involucrando más y más sin la supervisión de sus padres y demás cuerpo académico que solo se extraña en lo “delgados” que se están poniendo esos alumnos.

Una película que también denuncia la apatía estandarizada de muchas de las instituciones educativas del mundo entero.

PUEDES, POR FAVOR, ¿COMER ALGO PARA VARIAR?

Jessica Hausner pone sobre la mesa una película difícil para los padres, incómoda para el sistema educativo y lo mejor de todo, debatible para los jóvenes por las diferentes lecturas que presenta en el amplio abanico de interpretaciones hacia ellos en pantalla.

Y esto porque la película es contundente y brutal en su discurso convirtiéndose en necesaria e incluso indispensable en estos tiempos de manipulación y culto ya sea con el ejemplo en pantalla de la comida (pocas veces tocada en el cine, por cierto), pero también metafórica respecto a la religiosidad, a la idea de un grupo político único que pretende representar al “pueblo” o de la inquisición digital respecto a la vulneración de la oleada insensata que pretende imponer a toda costa el discurso socialmente impoluto y vainilla.

LA PESADILLA DE PADRES Y CORPORACIONES GLOBALES

En resumen; Club Cero de la austriaca Jessica Hausner es un golpe que sacude las entrañas de lo que presumiblemente es la vía correcta en una sociedad que cada vez se muestra menos interesada en enfrentar y más relajada al momento de aceptar los modelos y procedimientos a gran escala sin cuestionar, como en el caso de la comida, los ingredientes o etiquetas de advertencia o caducidad.

Una joya necesaria en la cartelera actual e imperdible en la videoteca personal.

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