La fuerza que han tomado los partidos de derecha en el mundo, y en especial en América Latina, ha revitalizado el pinochetismo en Chile y favorece la impunidad para los militares que participaron en las desapariciones forzadas en la dictadura, dijo a EFE el director chileno, Felipe Carmona.
“Hay un rebrote de la ultraderecha, del pinochetismo y pareciera que los militares vuelven a creer que una parte de la población les reconoce lo que hicieron, no se avergüenzan ni piden perdón por nada, es muy difícil que su pacto de silencio se rompa o se reconozcan ellos mismos como criminales”, afirmó durante su participación en el Festival Internacional de Cine en Guadalajara.
Carmona es director y guionista de la película Penal Cordillera en la que se aventura a imaginar cómo era la vida de los ex militares acusados de crímenes y violaciones a los derechos humanos durante la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990) que estuvieron presos en un centro penitenciario en el que tenían privilegios especiales.
El penal, al pie de la cordillera, albergó a una decena de pinochetistas como Miguel Krassnoff, condenado a 1.000 años de cárcel por 25 crímenes y secuestros durante la dictadura y Manuel Conteras, director de la policía secreta conocida como la DINA y sentenciado a más de 500 años de cárcel por 59 casos de tortura y desaparición.
Carmona recordó que durante el primer mandato de la presidenta Michelle Bachelet hubo una esperanza de que los exmilitares confesaran dónde están miles de personas desaparecidas, pero al final no sucedió.
“Sí hubo un momento de acercamiento, eso ya se perdió y está muy alejado hoy en día, el partido que representa los valores de Pinochet tiene fuerza en el parlamento, tiene candidatos presidenciales súper fuertes para el próximo año”, consideró.
Buenos muchachos
La película estaba en la competencia del Premio Mayahuel en la categoría de Largometraje Iberoamericano de Ficción en la edición 39 del Festival Internacional de Cine en Guadalajara y cuyo galardón se lo llevó Pedágio (Brasil-Portugal), de Carolina Markowicz.
Carmona ideó el guion del largometraje luego del traslado obligado de los exmilitares a un nuevo centro penitenciario, en gran medida debido a una entrevista ofrecida por Manuel Conteras en la que dio a conocer los privilegios que tenían y que creó una discusión en Chile acerca de la vida que llevaban, pese a estar presos.
La película deja ver los privilegios que tenían los reclusos como piscina, visitas a su familia los fines de semana, excentricidades como criar aves exóticas o lecturas esotéricas, pero también revela el poder y la autoridad que intentaban perpetuar dentro y fuera de la cárcel.
“Ellos dan esa imagen de buenos muchachos, también eran gente de tercera edad que claramente tenía sus problemas propios de la edad que tienen, pero ellos se consideran prisioneros políticos, en ningún caso criminales y es parte de ese pacto que tienen”, señaló.
Un país dividido
El director de la cinta señaló que el estallido social de 2019 en el país, en el que la ciudadanía luchaba por un cambio en la constitución chilena, redactada en la dictadura, terminó de profundizar la división que hay en el país y que ha servido como caldo de cultivo para el resurgimiento de los discursos de ultraderecha.
“El país quedó súper polarizado después del estallido social, creo que es muy normal que después de una explosión social así, un movimiento tan radical, el conservadurismo vuelva a tomar ese poder. Espero que con los años se logre un equilibrio y Chile logre los cambios sociales que anhela”, declaró.
La cinta vive su última etapa en festivales luego de ser vista en Inglaterra, España, Argentina y Brasil, además fue estrenada en noviembre pasado en salas comerciales de su país y será proyectada en los cines brasileños en las próximas semanas. En plataformas de streaming será estrenada a finales de junio.
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