Hace cuarenta y cinco años, una cinta de corte independiente que oscilaba entre el género policiaco y la ciencia ficción, marcaría la carrera de un joven director nacido en Queensland llamado George Miller.
Gracias a una sólida historia que mostraba un mundo casi apocalíptico en el que el agua, el petróleo y la energía eran escasos y la crisis socioeconómica global provocaba semejante caos en el mundo, las pandillas y criminales dominaban las calles ante la raquítica falta de autoridad. Pero es gracias a la sed de venganza del “Loco” Max Rockatansky, interpretado por un joven Mel Gibson que después se convertiría en superestrella, que la justicia se hacía valer en un terreno hostil.
Ese fue el inicio de todo el universo de Mad Max, saga que a la fecha continúa rindiéndole frutos a su creador, mismo que ha experimentado desde el humor negro y el terror (Las Brujas de Eastwick, 1987) hasta cintas familiares con personajes memorables y un mensaje a favor de la naturaleza (Happy Feet: El pingüino, 2006; Babe: El puerquito va a la ciudad, 1998).
Sin embargo, después del éxito de la frenética Mad Max: Furia en el camino, Miller deja de lado a su héroe de acción por excelencia para ahondar ahora en los orígenes de otro gran personaje de su universo llamada Furiosa, aquella mujer poderosa que se robó gran parte de la cuarta entrega que mostraba lo duro que era sobrevivir en el Yermo.
Furiosa deja de lado esa parafernalia y ritmo de locura de Furia en el camino para cambiarlo por un relato que no deja de ser espectacular en su producción, pero que decide mostrar el camino de origen de esta mujer de acción, funcionando como un pretexto para que Miller conecte de buena forma la trilogía original de Mad Max con su anterior trabajo.
Asimismo, la rudeza y mala cara de Charlize Theron es cambiada por la talentosa Anya Taylor-Joy, que realiza un papel interesante pero diferente al de su colega actriz, enfocándose mucho más en las miradas y expresiones que en la acción para darle vida a esta joven que se ve arrancada de su hogar y que no puede volver a él por más que lo busque.
Aunque el título y la guia del relato puede ser Furiosa, es un hecho que Miller busca, a través de su historia de venganza, explorar mucho más el Yermo y sus peligros, haciendo referencia a puntos clave de la trilogía original, asociando a los pandilleros en motocicleta con los dementes peones de sacrificio de Immortan Joe (Lachy Hulme, en lugar del fallecido Hugh Keays-Byrne), ofreciendo diversas caras del caos desatado en este universo.
Pero Joe no es el centro de atención de nuestra frustrada pero resiliente heroína, sino Dementus (Chris Hemsworth), un pandillero demente con un trauma familiar que busca quedarse con los restos de lo que queda en el Yermo a costa de lo que sea.
El realizador australiano no deja de lado sus temas, enfocándose en la pequeña Furiosa (Alyla Browne) y la prometedora Tierra Verde, lugar de abundancia que sirve como un hogar tranquilo del que es raptada por la pandilla de Dementus con el ideal de tener un lugar mejor para vivir para explotarlo hasta que no quede nada, como la vasta plaga humana que ha ocasionado estragos en este mundo.
Son estas metáforas acerca del capitalismo llevado al extremo y el salvajismo de la especie humana que le dan un trasfondo a la historia que resulta interesante, tal como lo fue en la trilogía original.
El diseño de producción hace guiños tanto a Furia en el camino como a las anteriores entregas de la franquicia. Basta con apreciar el montaje de la ciudad de las balas para recordarle a los fans la construcción y trama de El Guerrero de la Carretera (1981).
La fotografía también luce bien, contrastando entre vívidos colores al ver la Tierra Verde de la protagonista hasta el siempre árido y amarillento paisaje del Yermo, que justamente se convierte en el principal personaje del relato. Ni que decir de los montajes en las secuencias de acción, donde Miller demuestra su maestría combinando balazos, choques y una mirada íntima a las mismas, sintiéndose sucia y personal.
Aunque Taylor-Joy hace un buen trabajo como la joven Furiosa, es Chris Hemsworth con su sobreactuación y sentido maquiavélico quien le añade sabor al relato. Es curioso seguir su transformación hacia el abismo de insanidad en el que cae mientras la venganza, la violencia y la ambición se van apoderando de su mente.
Existe un punto en que Miller se atreve a burlarse de su icónico papel de Thor en Marvel en el pequeño segmento de Dementus el Rojo, mismo que el actor abraza y explota hasta el cansancio con su carisma y bobaliconería que jamás le teme al ridículo.
Otra interesante adición es la de Tom Burke como Praetorian Jack, uno de los mejores peones de trabajo de Immortan Joe y parte clave para que Furiosa comience su transformación hacia la dura y vengativa heroína en la que se convierte. Su diseño y actitud recuerdan a aquellas de Gibson en sus primeras iteraciones de Mad Max, donde casi sin diálogo pero con miradas y líneas es capaz de convertirse en una luz para Furiosa.
Además, está la banda sonora de Tom Holkenborg (antes Junkie XL) que también contagia de buenos momentos al filme. Sin embargo, no todo es tan placentero en este viaje de dos horas y media que plantea Miller.
Uno de los principales problemas de esta precuela radica en el ritmo, pues la edición del filme deja mucho que desear ya sea por algunos cortes que se sienten abruptos o por el exceso de secuencias repetitivas que por momentos le meten freno a la furia de la venganza de la que somos testigos.
Ni qué decir de algunos montajes que remiten completamente al estilo narrativo del Miller ochentero, pero que aquí por momentos resulta cansino. Eso, sumado a la estructura convencional que se divide en capítulos, le resta fuerza al acelere frenético de la historia que por momentos parece llegará a un clímax muy explosivo sin realmente ofrecerlo.
A pesar de ese detalle, Furiosa, de la saga de Mad Max, sobrevive como una decente precuela que funciona para ampliar el panorama de una franquicia cuyos temas principales y su mirada casi apocalíptica parece estar mucho más cerca de nuestra realidad de lo que hace 45 años manifestaba, dejándolo como una historia con una moraleja interesante sobre el cuidado de nuestros recursos y el horrible destino al que estamos condenados, pues como diría Dementus en alguna parte de la trama: “cuando todo enloquece, uno tiene que adaptarse”, logrando un relato de orígenes que entretiene pero no enloquece, quedándose a medio gas en el Yermo de una franquicia cuya ficción se aproxima peligrosamente a una cruda realidad en la que ni Furiosa ni Max podrán rescatarnos.
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