Escenario

‘Ghostbusters: Apocalipsis Fantasma’: el nuevo grupo está listo para atender el llamado de lo paranormal

CORTE Y QUEDA. Sin llegar a ser tan buena como su predecesora, el nuevo filme da una buena dosis de entretenimiento bajo la dirección de Gil Kenan

Los cazafantasmas vuelven a la carga
Fotograma de ‘Ghostbusters: Apocalipsis Fantasma’. Fotograma de ‘Ghostbusters: Apocalipsis Fantasma’. (CORTESIA)

“Unos dicen que el mundo terminará en fuego, unos dicen que en hielo. Por lo que he probado del deseo, estoy con los partidarios del fuego. Pero si tuviera que perecer dos veces, creo conocer lo suficiente del odio como para decir que, para la destrucción, el hielo también es poderoso. Y bastaría”. Esa cita, salida del poema de Robert Frost, Fuego y Hielo, inspirada en un pasaje del Infierno dentro de La Divina Comedia de Dante Alighieri, es el marco de inicio para Ghostbusters: Apocalipsis Fantasma, dirigida ahora por Gil Kenan (Monster House, 2006).

Y es que el hielo y el fuego son diferentes pero se complementan, algo que sucede mucho con esta nueva entrega de una franquicia nacida en 1984 de la mano de Ivan Reitman, sumado a los esfuerzos en el guión de Harold Ramis y el amante de lo paranormal, Dan Aykroyd. Continuando la nostalgia vista en Cazafantasmas: El Legado (2021), los Spengler y compañía dejan los páramos de Oklahoma para instalarse en la locura de Nueva York y dedicarse a la búsqueda y captura de los latosos espectros desatados. Pero una nueva amenaza que buscará acabar con la humanidad está latente y buscará crear un ejército de fantasmas para dominar el mundo.

Esta nueva secuela no está carente de la vibra nostálgica que tenía la anterior. El nuevo equipo sigue teniendo el apoyo de los ya retirados Cazafantasmas originales, además de tener un par de nuevos personajes que amplían el ya extenso ensamble actoral del filme. Ese detalle es una de las principales dificultades que esta historia tendrá, pues en su afán de presentar gente nueva, deja de lado a algunos miembros y no logra balancear su presencia o relevancia en esta aventura.

Asimismo, el guión de Kenan coescrito con Jason Reitman, hijo del director creador de la franquicia y realizador detrás de la anterior entrega de los Cazafantasmas, por momentos se complica de más, siendo lo más destacado una subtrama que involucra a Phoebe (la talentosa McKenna Grace) con un espectro misterioso (Emily Alyn Lind) con quien tendrá un lazo complicado. Pero el verdadero corazón de la cinta es, en sí, el desarrollo de la dinámica de los Spengler como los nuevos héroes citadinos mientras aceptan sus responsabilidades y la dinámica familiar innegable que tienen encima.

Este drama, aunque de lento desarrollo, brinda un enfoque necesario que saca a los nuevos Cazafantasmas de depender de la pura nostalgia. Aunque las referencias a la cinta original y su secuela, incluso al famoso tema popular de Ray Parker Jr. o la caricatura de Los Verdaderos Cazafantasmas, están presentes para los fans, la cinta busca ser el último pase de estafeta de los veteranos a un grupo de sangre joven que, con todo y los tropezones de ritmo, logra captar ese humor inocente característico de las cintas de Reitman.

Hablando de actuaciones, nuevamente McKenna Grace demuestra que puede cargar con la responsabilidad del equipo, mismo en el que deslucen algunos de sus miembros salvo por chispazos bien aplicados. Pero es Paul Rudd y su Mr. Grobberson quien también acepta ese humor tan ochentero complementado con el dilema de ser una figura paterna más allá de la amistad que tiene con Phoebe. Mientras que por el lado de los veteranos, es Dan Aykroyd quien se lleva las palmas al ayudar a los chicos a llevar a buen puerto la misión, mostrando el balance curioso e hilarante que siempre tuvo Ray Stantz.

Pero también los fantasmas hacen presencia. Uno de los mayores méritos de Kenan es el no depender del CGI y mezclar esa herramienta con los efectos prácticos de las originales. El diseño de los nuevos espectros es colorido así como la explotación de otros viejos conocidos como Slimer o los pequeños maníacos malvaviscos que brindan buenos momentos cómicos pero también uno que otro intimidante.

La musicalización del filme da también un paso interesante, mostrando que Dario Marinelli puede crear una atmósfera adecuada y aunque toma referentes de la labor de Elmer Bernstein, compositor de la cinta original, destaca por no imitar la misma. También, volver a los lugares comunes de la franquicia sirve como contraste del paso del tiempo capturado de buena forma por el cinematógrafo Eric Steelberg, que también se divierte cuando le toca jugar con los fantasmas y los elementos de fuego y hielo en el relato.

A pesar de tener un desenlace al más puro estilo de los Cazafantasmas, algo que puede sentarle bien o no a algunos, este Apocalipsis Fantasma puede no ser tan épico pero si resulta lo suficientemente entretenido para las generaciones que han crecido con las diversas interacciones de estos héroes neoyorquinos, entregando una gran forma de celebrar un legado a través de homenajes pero sobre todo de un nuevo grupo que ha evolucionado y está listo para atender el llamado de lo paranormal sin tenerle miedo a los fantasmas.

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