El francés Michel Hazanavicius cerró este sábado la competición de la 77 edición del Festival de Cannes con una bonita pero sensiblera película de animación “sobre los justos” con el Holocausto como telón de fondo.
La plus précieuse des marchandises (La mercancía más preciada, en español) adapta una obra de teatro de Jean-Claude Grumberg sobre la mujer de un leñador que se ocupa de un bebé que alguien ha tirado desde un tren que lleva prisioneros judíos a un campo de concentración.
Una historia sobre las cosas buenas que hay dentro del horror absoluto y que permiten revelar lo mejor del ser humano, explicó el cineasta, que aseguró que su objetivo es “que los niños conozcan lo que pasó, pero sin traumatizarlos”, por lo que ha tratado de hacer la película con la mayor delicadeza posible.
“Son cosas difíciles de mostrar, así que había que tomar distancia y mantener el tono literario” para así huir del realismo de lo que ocurrió durante el Holocausto.
Es la primera cinta de animación de Hazanavicius, conocido por sus comedias o filmes como The Artist (2011), por el que ganó el Oscar a mejor dirección.
El realizador francés es un apasionado del dibujo y por esa razón el productor Patrick Sobelman pensó en él para trasladar la historia de Grumberg a una película de animación. Pero Hazanavicius en lo que no tenía interés era en hacer una película sobre el Holacausto.
“Nunca pensé que haría un libro sobre la Shoah, quizás por razones familiares o de legitimidad”, señaló el director, nacido en 1967 y que, al contrario que mucha gente de su generación, nunca se sintió atraído por las historias de la Segunda Guerra Mundial.
Pero le llegó el libro y se dio cuenta de que “había una historia magnífica, de una potencia emocional rara y una sencillez encantadora, con todos los elementos para hacer una película”.
Eso le hizo dudar de sus certitudes, a lo que se añadió que su mujer, la actriz francoargentina Bérénice Bejo, le dijo: “no puedes no hacer este filme”.
Así que se embarcó en un viaje de tres años para poner en marcha una película de animación, que tiene una técnica muy diferente a la de un filme de acción real, pero que él ha querido dirigir como cualquiera de sus trabajos anteriores.
Hizo un casting cuidadoso de actores para las voces de los personajes y eligió a Jean Louis Trintignant para hacer de narrador y que recitara aquello de “Erase una vez…”, palabras con las que comienza una película que avisa inmediatamente de que no va a ser un cuento al estilo de Pulgarcito.
“Trintignant es la mejor voz del cine francés. Estaba ciego, vivía en su casa en el sur de Francia (...) fue su último trabajo”, recordó el director sobre el actor, fallecido en 2022.
“Su voz era la de un hombre que ha atravesado muchas, estaba muy cargada de experiencias, adoré ver a ese actor anciano y ciego, muy humilde y muy cariñoso”, agregó.
El realizador se ocupó del diseño de los personajes y construyó una película “sobre los justos”, sobre la gente que ayuda a otros en la tradición hebrea. Y lo hizo buscando imágenes que crearan emoción sin diálogos.
“Las cosas importantes en la vida muchas veces no las decimos, las adivinamos y creo que en términos de narración es más elegante que los espectadores adivinen”, resaltó.
Porque “si muestras lo que crees que ocurrió, hay un gran riesgo de caer en las mentiras”, dijo de la última de las 22 películas que forman la sección oficial de Cannes, cuyo jurado desveló ayer su palmarés.
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