Escenario

‘Nimona’: El derecho de ser quienes somos más allá de lo preestablecido

CORTE Y QUEDA. Dirigida por los experimentados Nick Bruno y Troy Quane el nuevo filme de animación de Netflix ha cautivado discretamente a la audiencia

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Fotograma de 'Nimona'.

Fotograma de 'Nimona'.

CORTESIA

La animación sigue ofreciendo proyectos interesantes que van más allá de la típica etiqueta de ser algo infantil. A través de relatos por demás interesantes que usan al género como un recurso eficiente para contar una historia, es grato encontrarnos con Nimona, dirigida por los experimentados Nick Bruno y Troy Quane (Espías a escondidas, 2019), que toman como premisa una novela gráfica que, detrás de su aparente simpleza o predictibilidad, presenta muchos detalles interesantes que hacen de la cinta un viaje hacia la aceptación de quienes somos.

La película sigue a Ballister Boldheart (Riz Ahmed), un caballero en un mundo medieval futurista, que es culpado de un crimen que no cometió. Ante la persecución de todos, encuentra la única ayuda posible en Nimona (Chloë Grace Moretz), una adolescente cambia formas traviesa con un gusto particular por la destrucción y la violencia. Con todo en contra, este dúo buscará probar la inocencia del noble caballero mientras las líneas entre los héroes, villanos y monstruos se ponen en duda en esta épica aventura basada en la creación de ND Stevenson.

El camino para la película no fue sencillo. Originalmente, su realización fue anunciada en el año 2015 por parte del extinto estudio Blue Sky. El proyecto pasaría por varias manos hasta que Disney la cancelara para que fuera resucitado por la productora Annapurna y finalmente ver la luz con Netflix. Afortunadamente, a pesar de las tantas manos por las que pasó la adaptación, esto no afectó el resultado final del filme al presentar no un relato manoseado sino algo bastante congruente y emotivo a través de una historia juvenil de aventura que logra su cometido.

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Nimona presenta un diseño de colores y personajes bastante propositivo al subvertir las convenciones de lo que representan. Los caballeros del reino medieval futurista están vestidos de blanco, mientras que Ballister se distingue por su color negro, algo que predomina en todos sus aspectos. Desde la barba y el cabello hasta su ‘guarida’ con algunos colores rojos, dan a entender a todas luces que él es el villano y los demás los buenos. Pero conforme se desarrolla el dilema del relato, esas convenciones serán puestas en duda.

Para Nimona, los colores y las constantes transiciones así como su estilo de corte y su vestuario nos remiten a lo hecho en Spiderman: A través del Spider-verso con Gwen Stacy. Sin embargo, aquí es palpable que esta aprendiz de supervillana que está en contra del sistema, su diseño y el factor cambiante de su personaje que viene desde la novela gráfica de Stevenson, es una analogía oportuna para hablar de la fluidez de género a través de las diferencias que la hacen ‘monstruosa’, lo que hace que, por más de una razón, pueda conectar de buena forma con Ballister y su lucha de héroes y villanos que, en realidad, es mucho más que eso.

El guion de Robert L. Baird (Big Hero 6, 2014), la recientemente nominada al Oscar, Pamela Ribon (My Year of Dicks), y el viejo conocido de los directores, Lloyd Taylor, profundiza en cierta desmitificación del ‘felices para siempre’ habitual para sumergirse en temas como la tolerancia, las diferencias y la aceptación de la comunidad LGBTQ+ a través de un tono irreverente que presenta a esta adolescente como un disruptivo social que está dispuesta a cuestionar la estructura con rebeldía, protestando contra lo que es conservadoramente correcto y levantando preguntas de manera más eficiente aunque más progresista que la fallida Elementos (Sohn, 2023).

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Esto lo hace no sólo con la cuestión del desarrollo, sino con esa curiosa dinámica entre Ballister y Nimona, que entre risas y acción acompañada de melodías rock como “Breaking the law” de Judas Priest o “T-Rex” de K. Flay, así como la música de Christophe Beck y sus aportes thrash metal que se adapta de maravilla al tipo de animación presentada, nunca se pierde de vista el sentido emocional detrás de este cuento de hadas medieval moderno. Esto es notorio también en el ritmo del filme animado, que por momentos resulta frenético pero que le da tiempo también a que los dilemas de sus personajes como del mundo en el que viven resulte vigorizante para todo espectador que se deja envolver por la poderosa historia así como el universo técnico medieval futurista con aires punk.

Si bien esta adaptación se toma bastantes libertades tanto de la novela gráfica como del webcómic que le dio origen, el corazón de la obra de Stevenson se mantiene intacto, pues sigue centrándose en estos dos inadaptados, parias sociales en busca de aceptación que refuerzan la idea de una búsqueda de identidad propia en medio de un sistema opresivo donde solo existen los blancos y negros, el control obsesivo y hasta un control mediático que raya casi en el estilo de Blade Runner (Scott, 1982).

“Ustedes creen que pueden ser héroes si clavan una espada a través del corazón de cualquiera que sea diferente”, cita en un momento crucial la rebelde protagonista. Son esa y más reflexiones acerca de lo bien visto y aceptado en la sociedad las que hacen de Nimona un filme animado necesario para estos tiempos, en un mundo donde, como el de ella, la fuerza reaccionaria de la pequeña cambia formas de cabello rosa se fortalece, al recordarnos como en la obra original la importancia de las ‘chicas monstruo’ y el derecho que todos tenemos de ser quienes somos más allá de los prejuicios o lo establecido.

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