Escenario

Niña Pastori encandila al Lunario del Auditorio Nacional con su flamenco fusión

COBERTURA. La artista española se presentó este miércoles en la primera de sus dos fechas ante una sala llena que coreó sus baladas más icónicas, vitoreó sus rumbas tropicales y la despidió entre “olés”

Rosalía, la estrella del flamenco, actúa en concierto.
La cantante Niña Pastori. La cantante Niña Pastori. (ADRIÁN CONTRERAS)

El Lunario del Auditorio Nacional de la Ciudad de México vivió este miércoles un lleno total para recibir la visita de Niña Pastori, una de las artistas más renombradas del panorama flamenco fusión español de lo que va de siglo.

En la primera de las dos fechas que ofrece en el emblemático escenario capitalino, la artista andaluza, surgida del mismo pueblo que vio nacer a Camarón de la Isla, ofreció casi dos horas de un espectáculo que recorrió todo el abanico musical de la gaditana, adornado por la constante de las animadas rumbas con sabor tropical que ha impulsado en su reciente álbum Camino (2023, Sony Music), reconocido este pasado año en los Grammy Latinos como mejor álbum de flamenco.

Niña Pastori (María Rosa García, 1978) nunca deja de presumir sus orígenes gaditanos ni su clásica formación flamenca, por lo que decidió comenzar su espectáculo con un homenaje a sus inicios -y a la vez dedicatoria a la comunidad flamenca de México reunida en el Lunario-, con una pieza de Alegrías, uno de los palos (estilos) tradicionales del flamenco. Allí incluyó algunas de sus letras populares, como “Somos marineros”.

Sin embargo, consciente de que el impulso de su popularidad en España y en Latinoamérica ha sido su experimentación con diversos estilos de fusión, pronto el concierto derivó hacia diversas piezas a son de rumba con presencia de marcados elementos de salsa, idea en la que profundiza en “Camino”, aprovechando la compatibilidad de los compases de ambos estilos.

Entre “olés” y gritos de “¡Viva Cádiz!”, Niña Pastori prosiguió con más letras memorables de su carrera como “Amor de San Juan” o “Cuando te beso”, canción de la cual tiene una interpretación en vivo en dueto con la catalana Rosalía, surgida de las mismas raíces flamencas que la andaluza.

Para regocijo del público, la cantaora gaditana guardó tiempo para abrazar su lado más pop y lanzarse con versiones como “Contigo”, de Joaquín Sabina o Alejandro Sanz, quien la tomó de la mano para hacerla famosa en España a finales de los noventas, y de quien cantó “Mi soledad y yo”.

La artista española celebró la belleza del Lunario y reconoció su carácter casi íntimo, asegurando que “estamos como en familia, y siempre es bonito para los artistas poderos ver y sentiros cerca”, y como en una catarsis para agradecer el cariño del público, Pastori enfiló casi seguidas diversas de sus baladas pop que la hicieron más popular en su tierra, como “La habitación”.

De vuelta a sus orígenes, la artista, hija de una cantaora gitana, cedió el micrófono a su percusionista y pareja sentimental, Chaboli, para que cantara “Gitano soy”. A ello le siguió, de nuevo a ritmo de rumba tropical, uno de sus primeros éxitos, que precisamente cosechó junto con Alejandro Sanz, “Cai” (argot gaditano para el nombre de Cádiz), en honor a sus orígenes. Siguiendo la estela de sus éxitos con el reconocido cantante español, Pastori interpretó a continuación “Cuando nadie me ve”, entre vítores de un público que incluso se levantó de sus asientos para celebrar la interpretación.

En un guiño quizás no pretendido al público mexicano, Pastori interpretó el hit popular “Que nadie sepa mi sufrir”, también conocido como “Amor de mis amores”, y popularizada más en México por la versión de La Sonora Dinamita. Pero es posible que parte del público, entre el que destacaban camisas de vestir, sacos, corbatas, sombreros y zapatos lustrosos, conozca más las versiones de Pastori -o de Julio Iglesias o Raphael- que la que cantaba Margarita La Diosa de la Cumbia.

Niña Pastori cerró su primera visita a México en cerca de diez años con “Válgame Dios”, otro de sus principales éxitos comerciales y otra versión, la famosísima “Burbujas de amor”, de Juan Luis Guerra. Entre más vítores, “olés” y cánticos de “María, hermana, ya eres mexicana”, el público cerró una noche que esperará no tardar otros diez años en repetir. De momento, este jueves, la artista tiene su segunda cita con el Lunario.

Contribuyó con esta pieza María del Carmen Hernández.

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