Escenario

‘Tratado de invisibilidad’: Mujeres inexistentes a los ojos del gobierno y la sociedad

CORTE Y QUEDA. El más reciente documental de Luciana Kaplan ganó en el Festival Internacional de Cine en Guadalajara el Premio FIPRESCI, el del Jurado Joven y una mención honorífica a Mejor Película

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Fotograma de 'Tratado de invisibilidad'.

Fotograma de 'Tratado de invisibilidad'.

CORTESIA

En nuestro andar cotidiano por esta cada vez más complicada (por decir lo menos) Ciudad de México, estamos tan inmersos en nuestras preocupaciones que no nos damos cuenta de todas aquellas personas que con su trabajo mantienen nuestro entorno visual citadino en orden y lo más limpio posible.

Y esto pese a que a la mayoría le tiene sin cuidado no solo procurar no tirar basura, sino que tampoco le interesa conocer el esfuerzo titánico que esto representa. Sin embargo, cuando la basura o los desperdicios se acumulan creando áreas de pestilencia, de plaga de animales e insectos rastreros o bien tapan las alcantarillas creando inundaciones, de pronto toman en cuenta el trabajo de los y las recolectoras de basura de la ciudad ¡Para quejarse!

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Tratado de invisibilidad de Luciana Kaplan es un documental que habla de estas personas que en el esfuerzo individual de su jornada de trabajo son un bien indispensable en lo colectivo de la ciudadanía.

Pero Luciana da un paso más adelante en su documental al exponer la situación aún más complicada y compleja de las mujeres en las labores de limpieza pública. De forma dolorosamente natural, la directora sigue la vida de varias mujeres que trabajan en labores de limpieza en espacios públicos como el metro, los paraderos de suburbanos, el aeropuerto internacional o la Cineteca Nacional bajo el esquema del que se supone desaparecería en este sexenio llamado outsourcing que afecta de forma directa no solo los salarios, sino que las tiene fuera de la seguridad social, de un fondo para el ahorro del retiro además de eliminar por completo la antigüedad laboral y la obligación de tener que comprar sus propios suministros de limpieza so pena de ser despedidas por no tener limpias y desinfectadas las áreas que les corresponden dado que así lo estipula su contrato que, por cierto, en el mejor de los casos no se les entrega porque lo normal es que ni siquiera tengan contrato para ampararse; aunque se les amenaza constantemente con que “en su contrato está estipulado” que ejerzan jornadas de más de 8 horas sin pago extra.

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Por otro lado, muchas de ellas sufren, desde el primer día que entran a trabajar, del acoso de sus jefes y que, al no tener una respuesta positiva a la descarada y vulgar petición de sexo ocasional por buenas condiciones laborales, son tratadas con aún más desprecio siendo obligadas a ejercer labores de limpieza humillantes sin equipo adecuado en turnos interminables con el único objetivo de que renuncien por propia iniciativa y sin responsabilidad de sus contratistas.

Y por si esto no fuera suficiente, las mujeres que trabajan en la limpieza de las calles, sin importar la edad, están constantemente expuestas a ser violadas en callejones y lugares obscuros en zonas reconocidas de alto riesgo de violencia y agresión sexual sin que a sus supervisores o instancias de gobierno pareciera que les preocupa su seguridad o situación.

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Un documental que da un puñetazo sin aviso previo ni concesiones; con momentos brillantes como los que captura Luciana durante una marcha del 8M en el que se ve a los grupos de limpieza, formados en su mayoría por mujeres (¡Naturalmente!) que iban en la retaguardia del contingente limpiando silenciosa y afanosamente por un lado la enorme cantidad de basura que se generaba y por el otro resarciendo, en la medida de sus posibilidades, los estragos ocasionados por algunas de las participantes de dichos contingentes.

¿Y se quejaban o conflictuaban las mujeres que iban limpiando atrás de las otras mujeres manifestándose? No, al contrario; apoyaban prudentemente y con una actitud igualmente de búsqueda de justicia al contingente desde su trinchera del trabajo desigual, mal pagado y poco respetado.

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En resumen; Tratado de invisibilidad es un documental que sugiere y exige, desde su dolorosamente atinado título, justicia, equidad y empatía para todas esas mujeres que trabajan en las sombras para hacer de esta Ciudad de México, un mejor y más aseado lugar para todos los que vivimos aquí. Un grito desgarrador que se eleva por encima de los infames usos y costumbres de muchos sectores sociales y del notorio desprecio de quienes deben protegerlas como parte de su estructura de gobierno.

Y me gustaría suponer que, después de ver el documental al salir de la sala de cine, ir caminando por la calle o en el transporte público, evitaremos de forma consciente tirar desperdicios en cualquier lugar que no sea un bote de basura además de, por supuesto, dejar de ofenderlas y comenzar a agradecerles por su labor a la ciudad y a todos nosotros.

Como ciudadanos podemos contribuir con ellas al menos con eso en nuestro día a día.