Después de observar tasas de crecimiento económico de esta nación, en promedio, del 6% antes de la pandemia (llegó hasta tasas del 10% de su PIB), hoy el “fenómeno” chino genera interrogantes. Hay que señalar la particularidad de su modelo económico-político, que ha sido tema de estudio y análisis, el cual contiene elementos centralistas en lo político, pero con una fuerte presencia de economía de mercado hacia el exterior. Lo que parecía una ventaja hoy le genera lastres y complejidades internas y externas.
Esto es relevante para la economía mundial, al tratarse de la segunda economía más importante del mundo y cuya presencia es amplia, por ende, cualquier desaceleración en su crecimiento (se espera que este año crezca en alrededor del 5%) tendrá impactos en el resto de las economías.
Sabedores de la carrera económica actual entre los Estados Unidos y la nación asiática, se debe tomar en cuenta el papel que juega nuestro país en este dilema, esto, debido a la posición geográfica que tenemos, además de los bajos costos de producción con los que contamos y que nos permiten ventajas comparativas con otras naciones, por lo que nos convierte en un país estratégico que debe ser aprovechado.
El dilema chino no solo pasa por sus propias complejidades a su interior, como es la caída de su gasto, los lastres inmobiliarios y su alto desempleo en el sector juvenil, sino por la propia lógica de la administración de su crecimiento económico, porque de no ser así, voces especialistas señalan que lo que sigue, es continuar cayendo.
Esto debe llamar a la reflexión, con el acento especial de ser un año electoral en los Estados Unidos y en México, que podría ser aprovechado, porque en el caso mexicano, subsiste la necesidad de diversificar nuestras exportaciones (e inversiones), porque como sabemos contamos con una alta dependencia de las exportaciones con el país vecino. Por eso el dilema chino, no solo arroja lecciones acerca de la importancia de administrar el crecimiento económico, sino de aprovechar el buen momento de México y nuestra posición clave en el comercio internacional, esto podría convertir ese dilema en una de nuestras fortalezas económicas.
Luis David Fernández Araya
Economista
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