La Ciudad de México, por su carácter como capital, sede de los Poderes Federales y principal centro de la actividad económica, comercial y financiera de nuestro país, es, solo después de la Presidencia de la República, el cargo político-administrativo más relevante. En materia electoral, además, es la segunda en importancia en cuanto al padrón electoral, al contar con cerca de 8 millones de votantes, solamente detrás del Estado de México y sus poco más de 13 millones de electores. No es extraño que haya sido justamente allí, en el entonces Distrito Federal, donde la izquierda partidista comenzó a acumular una fuerza que, 21 años después de su primer triunfo, le permitió a Andrés Manuel López Obrador convertirse en presidente de México.
Si consideramos las cuatro elecciones presidenciales y locales que se han tenido a lo largo del presente siglo, es claro que el de la Ciudad de México es un electorado con mayor politización que la del promedio nacional. En las elecciones presidenciales de 2000, 2006, 2012 y 2018, la participación alcanzada fue de 63.97, 58.55, 63.10 y 63.42 por ciento, respectivamente. En tanto, el porcentaje de votación a nivel local en esos mismos procesos electorales alcanzó cifras de 69.86, 67.24, 67.24 y 70.70 por ciento. Visto desde la óptica de porcentaje de votos obtenidos por la izquierda, a nivel presidencial los niveles alcanzados fueron de 16.64, 35.31, 31.61 y 53.19 por ciento, en tanto que a nivel local fueron de 37.70, 46.37, 63.58 y 47.08 por ciento. Se puede afirmar, de manera evidente, que se trata de una entidad con mayor politización y proclividad hacia la izquierda que el resto del país.
En este contexto, es imposible no recurrir al lugar común que señala la importancia de la Ciudad de México para la definición de la Presidencia de la República, sobre todo cuando se trata de los intereses de la izquierda. Por todo lo que hemos señalado y por el contexto en el que se encuentran las candidaturas presidenciales, es que en un análisis político de lo que puede suceder en el próximo proceso electoral a nivel nacional no puede abstraerse de lo local, máxime cuando la candidata puntera y el presidente encuentran su punto de origen político en la jefatura de gobierno de la ciudad capital. A menos de un mes de las votaciones, el escenario local para Morena y sus aliados dista mucho de ser tan halagüeño como las últimas cuatro ocasiones.
En las últimas cuatro elecciones locales, tres de ellas ganadas por el PRD y una por Morena, las diferencias entre el primero y el segundo lugar fueron de 4.30, 19.11, 43.85 y 16.07 por ciento en 2000, 2006, 2012 y 2018, respectivamente. Hoy, es prácticamente imposible pensar que la candidata de Morena, Clara Brugada, pueda alcanzar una diferencia a la obtenida por Miguel Ángel Mancera en 2012 o incluso cercana a las conseguidas por Marcel Ebrard y Claudia Sheinbaum en 2006 y 2018. Algunas encuestas, con la cautela que hay que tener respecto de la verosimilitud de estas, se atreven a afirmar que la elección la ganará la oposición encabezada por Santiago Taboada y que, a 27 años del primer triunfo de la izquierda – en 1997, con el Ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas como candidato – pudiera presentarse la primera derrota en la capital para la izquierda.
Quizá la baja en las preferencias para Morena que hoy muestran las encuestas se deba al desgaste que implica gobernar la capital por más de un cuarto de siglo. Quizá las dudas de un nuevo triunfo se alimentan por la lejanía entre las candidatas presidencial y local que en varias ocasiones se ha tenido que desmentir. Quizá la hiperpolitización del electorado capitalino lo hace ser más crítico del desempeño de Morena en la Presidencia y transfiere los negativos al ámbito local. Quizá sea una mezcla de todo lo anterior y una suma de otros factores, pero la realidad que hoy parece dibujar el escenario local es el de una posible, aunque no sencilla, victoria de la oposición. En medio de todo esto y de los acomodos que suelen darse durante las últimas dos semanas de campaña, así como de las prioridades políticas de Morena, su candidata y el presidente López Obrador, habrá que preguntarse si Morena será capaz de mantener, seis años más, el control político de la capital o, en caso contrario, si una pérdida de este espacio tendría un impacto significativo en la elección presidencial. Muy pronto lo sabremos.
Profesor y titular de la DGACO, UNAM
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