Es innecesario abundar sobre las críticas al primer debate presidencial. Tal vez la única observación a agregar sea que el debate se diseñó para impactar a los enterados de la política y no al ciudadano común. Al revisar los temas de los debates salta a la vista que se plantean asuntos, en si mismos importantes, pero inconexos. En el primero se abordaron seis temas: salud, educación, combate a la corrupción, transparencia, no discriminación a grupos vulnerables y combate a la violencia contra las mujeres.
En el segundo se tratarán se tratarán: crecimiento económico, empleo e inflación; infraestructura y desarrollo; pobreza y desigualdad; y cambio climático y desarrollo sustentable. En el tercero se analizarán: política social; inseguridad y crimen organizado; migración y política exterior; y democracia, pluralismo y división de poderes. Es notable la ausencia de una reflexión estructural sobre el modelo de desarrollo del país y, junto con ello de asuntos estratégicos que ya están aquí y es indispensable analizarlos para tomar acciones para superar esos retos. Un tema crucial para la futura gestión presidencial es tener claridad sobre la geopolítica mundial, de sus actores y de los retos a enfrentar. Comentaré una lista mínima de esos retos ausentes de los debates.
La política exterior del presidente Andrés Manuel López Obrador se ha caracterizado por ser sumisa en el juego económico entre las potencias y, sólo ha intentado recuperar la rectoría del Estado en materia energética. Las realidades geopolíticas heredadas le han dejado poco margen de acción, aunque también han sido acompañadas por el movimiento pendular que ha oscilado entre el pragmatismo y el discurso soberanista.
La caída del muro de Berlín y la desaparición de la Unión Soviética dieron surgimiento a la ilusión de un mundo con un poder hegemónico unipolar. Los Estados Unidos se engalanaron con el ropaje del discurso del triunfo de la democracia y la superioridad de la economía de mercado sobre el derrotado comunismo.
La postura común de China y Rusia es que no puede existir un mundo unipolar hegemonizado por los Estados Unidos como lo fue desde 1991, con el final de la guerra fría, hasta la crisis financiera de 2008. Según esa posición el mundo tiene que ser multipolar.
En ese tenor, el BRICS, surgió originalmente con cuatro países, China, Rusia, India y Brasil, en 2006 y se transformó en BRICS al sumarse Sudáfrica en 2008 y recientemente se integraron Arabia Saudita, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Etiopía e Irán.
El camino rumbo al mundo multipolar debe considerar el surgimiento de polos regionales. De los países integrantes de los BRICS se debe poner atención a Brasil, Sudáfrica y en la región del Medio Oriente por sus viejas rivalidades a Egipto, Arabia Saudita e Irán.
Esta asociación o grupo, entre sus miembros tiene distancias ideológicas y políticas relevantes. Un ejemplo de ello es el enfrentamiento fronterizo, en 2020, entre tropas hindúes y chinas y la posterior prohibición de Tik Tok en la India.
Pero, a pesar de sus diferencias han encontrado una coincidencia esencial en materia económica: deshacerse del predominio estadounidense. El otro aspecto relevante de geopolítica unipolar fue el expansionismo de la OTAN en Europa para aislar a Rusia y distanciarla de cualquier posible recuperación de influencia en el viejo continente.
La guerra Rusia-Ucrania encuentra una parte de su explicación en la política expansionista de la OTAN. A raíz de este conflicto bélico se han adherido países tradicionalmente neutrales como Finlandia (2023) y Suecia (2024). El rearme europeo encabezado por Alemania hace que suenen tambores bélicos aunado al resurgimiento de una animadversión histórica de Europa contra Rusia.
En el caso de la guerra Rusia-Ucrania ha alcanzado un alto de complejidad la guerra hibrida. Un aspecto central de esta guerra se da en el mundo digital. Tal vez el momento que este tipo de ataques quedaron evidenciados fue durante la elección presidencial en Estados Unidos en la que salió electo Donald Trump (2016).
Antes de este suceso tenemos otro ejemplo relevante en la primavera árabe (2011), en que la tecnología digital demostró eficiencia para derrocar a dictaduras, pero ineficacia para construir alternativas democráticas. Por otra parte, están los hackers que violentan la secrecía de gobiernos y empresas, desde el Pentágono hasta Google.
México no ha sido excepción, el caso de Guacamayaleaks demostró la fragilidad y desatención institucional ante este tipo de ataques. Además, hay que agregar el uso político de la inteligencia artificial, recordemos el caso de Cambridge Analitycs. Por otra parte, existe un cambio cualitativo en el fenómeno geopolítico y es que, de ser un fenómeno impulsado por los Estados, hoy las grandes empresas multinacionales, particularmente las tecnológicas, están extendiendo su influencia.
Las GAFA (Google, Apple, Facebook y Amazon) inciden en políticas económicas globales. Aunque sus propias rivalidades no les ha permitido que sus intereses sean predominantes absolutamente. El otro factor que contiene la influencia de las GAFA es la regulación que sobre sus actividades se ha iniciado.
La Unión Europea aprobó, en 2022, una nueva legislación sobre Mercados Digitales con el fin de regular prácticas anticompetencia y otra sobre Servicios Digitales, con el fin de reprimir contenidos ilegales en línea.
También incluye sanciones a las infracciones relevantes, multas que pueden llegar hasta el 10% de las ventas mundiales del grupo o incluso el 20% ante una reincidencia.
En el mismo año, en Estados Unidos se inició el proceso legislativo para regular a estas empresas; el Comité de Justicia del Senado aprobó la iniciativa de “Ley Estadounidense para la Innovación y las Opciones Online” que prohibía a las grandes firmas tecnológicas dar preferencia a sus propios servicios desplazando a la competencia.
En esta coyuntura el país beneficiado ha sido México, pues EU importó más bienes y servicios de México que de ningún otro país del mundo por primera vez en 21 años. En total, fueron 475.606 millones de dólares, un 4,6% más que en 2022. China ha desplegado una estrategia para instalar empresas en México con el fin de evadir, gracias al TMEC, las restricciones a sus productos impuestas por el gobierno estadounidense.
El mundo está enfrentando una etapa de proteccionismo del mercado, pero incluyendo el laboral, pues las afectaciones que ha sufrido por la globalización han creado descontento y preocupa a las élites que pudieran llegar a convertirse en disidencia sistémica.
Otra consecuencia del cambio climático es la sequía que azota a buena parte del mundo y en el caso de México, con un nivel de moderada a excepcional, afecta al 59.86% del territorio nacional.
Once estados se encuentran con sequía extrema y excepcional (Chihuahua, Sonora, Sinaloa, Durango, Tamaulipas, San Luis Potosí, Querétaro, Michoacán. Hidalgo, Guanajuato, Aguascalientes).
Por su parte, los estados con clima anormalmente seco y sequías moderadas y severas son trece (Colima, Chiapas, Ciudad de México, Guerrero, Jalisco, Estado de México, Morelos, Nayarit, Nuevo León, Oaxaca, Puebla, Tabasco, Tlaxcala). De acuerdo con los datos del Banco Mundial en México, en 1960, la disponibilidad promedio anual de agua per cápita era de 10 mil metros cúbicos (m3) y se redujo a 4 mil en 2012.
Las estimaciones señalan que la disponibilidad de agua en México será inferior a los 3 mil m3 por habitante en el 2030. La situación hídrica del país se vislumbra algo más que compleja. Comisión Nacional del Agua (CONAGUA) tiene publicada una lista de “Objetivos y Estrategias” y el “Programa Nacional Hídrico 2020-2024”. En la red sólo está disponible un “Avance de Resultados 2021” Todos estos asuntos están en el tablero geopolítico.
La confrontación por transformar el poder unipolar por otro multipolar conlleva riesgos para el mundo. El día de hoy ningún problema que se dé en el mundo es ajeno a la realidad nacional. Lo lamentable es que las candidatas y el candidato tengan la mirada corta y no vean el bosque.
*Profesor UAM-I, @jsc_santiago www.javiersantiagocastillo.com
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