Opinión

Golpe contra la UNAM

La leyenda romántica de que “la universidad es una república de estudiantes” renace de tiempo en tiempo en la UNAM. Adopta la forma de una demanda por “democratización” institucional en la cual la Junta de Gobierno desaparece y el rector es electo mediante una votación única en la que participan todos los estudiantes y todos los maestros.

Juan O’Gorman invita al espectador a viajar por el tiempo con un mural que se despliega poco a poco, tal y cómo hacen los códices prehispánicos

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Especial

El mito apareció de nuevo la semana pasada, mezclado con una sucia campaña (en las redes digitales) que buscaba enlodar las imágenes del rector y de los miembros de la Junta de Gobierno. En paralelo, este lunes una oscura diputada de Morena presentó una iniciativa ante la Cámara de Diputados para cambiar la Ley Orgánica de la UNAM en el sentido de suprimir la Junta de Gobierno y elegir por voto universal al Rector.

¿De dónde surgió esta idea? ¿Del viejo PCM? Algunos ex militantes del Partido Comunista de México, grillos nostálgicos, viven anhelando un regreso a la época gloriosa en que su partido logró imponer en algunas universidades estatales un gobierno de democracia directa y “co-gobierno” (es decir: gobierno paritario de maestros y alumnos).

Lo que callan los excomunistas memoriosos, sin embargo, son los resultados que obtuvieron sus experimentos universitarios. En Guerrero y Sinaloa, fueron calamitosos; en los otros casos, pusieron las instituciones al borde del desastre y solo sobrevivieron milagrosamente.

La democracia directa trajo consigo una larga cadena de calamidades en las universidades: corrupción, crisis financiera, demagogia, politiquería, deserción de maestros, conflictos estudiantiles, violencia, pandillerismo, derrumbe de los aprendizajes, etc.

En la Universidad Autónoma de Sinaloa una banda de pillos (apodada “Los enfermos”) se apoderó de la institución, inventaron la teoría de que “la universidad era una fábrica burguesa” y decidieron –no lo creerá usted-- ¡destruirla! Y lanzaron una embestida para sabotear clases, desorganizar la administración, acabar con laboratorios, etc., etc. Con armas en la mano, los Enfermos persiguieron, golpearon, torturaron y asesinaron a sus adversarios y gozaron de completa impunidad.

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Ahora se descalifica a la Universidad Nacional por “antidemocrática” y por “estar alejada del pueblo”, las cuales son afrentas vacías, sin fundamento. Se olvida que la UNAM, en 1968, inició la construcción de la democracia nacional, que enseguida nutrió con voluntarios las luchas populares y que muchos de sus miembros se distinguieron en la construcción del INE y en la lucha por la defensa de la democracia.

La UNAM ha sido pulmón de la democracia y la libertad en México. El argumento de sus críticos, reduccionista, pobre, omite la historia real, concreta, del sistema de gobierno de la UNAM que ha probado ser de gran eficacia. Es un sistema que existe desde hace 80 años, es cierto, pero ese extenso período es un saldo positivo en el cual ha probado su efectividad como garantía de la estabilidad interna.

La estabilidad es el interés esencial de una institución localizada en un entorno vulnerable. Los estudiantes son el estrato más voluble: una ilustración la tenemos en las pandillas que han logrado cierta influencia en el alumnado de algunos planteles del CCH; pero no sólo el lumpen es una amenaza real, también hay fuerzas políticas (a las cuales, por lo visto, se ha incorporado Morena) interesadas en desestabilizar a la UNAM e influir en el cambio de autoridades.

Existen, además, “los provocadores”, líderes estudiantiles radicales y violentos, de extracción lumpen, cuya tarea es suscitar conflictos estudiantiles artificiales en cualquier escuela o facultad. Estos personajes reciben dinero para causar disturbios siguiendo las instrucciones de diversas agencias de policía o de inteligencia --nacionales y extranjeras-- que actúan libremente dentro de la Universidad y que están interesados en influir sobre la vida interna de la institución (la sección de inteligencia del Ejército, desde 1968, mantuvo durante años un gran destacamento de agentes para espiar a los universitarios).

En este caso, las dudas persisten: el grupo que hoy enarbola la bandera de la “democracia directa” y que retoma la idea de “voto universal” para elegir rector ¿a qué intereses responde? ¿Está poniendo en práctica una política dictada por Morena? ¿Está enterada de esta acción la presidenta electa Claudia Sheinbaum? ¿O se trata de un zarpazo de última hora del presidente de la república?