Buscando información sobre los partidos hegemónicos, me encuentro con un libro publicado por el INAP bajo el título “La influencia legislativa de la oposición en las iniciativas presidenciales. 1997-2012”, cuyo autor es el doctor C. J. Vázquez Ferrel.
La obra fue publicada en 2016, pero pareciera que lo escribieron para MORENA anticipándose a nuestro presente, lo cual me lleva a plantearle algunas preguntas en su carácter de próximo líder de la bancada morenista en la Cámara de Diputados.
Y dice así:
“El régimen de partido hegemónico (en ese entonces el PRI) toleró a los partidos de oposición, siempre y cuando le fueran leales”. Ahora que ustedes tienen la sartén por el mango, ¿van a tolerar a la oposición? Pensemos que sí, porque al final del día la necesitan para legitimarse y no ser un burdo símil del régimen cubano o venezolano.
La duda es con cuál partido serán tolerantes, porque tengo la impresión -y, por favor, corríjame- que el proyecto de la 4T es el bipartidismo. Acción Nacional es el menos débil; sin embargo es con el que tienen menos en común, si es que hay algo. Me parece que, ideológicamente hablando, MORENA comparte más con el PRI; de hecho hay un buen número de tránsfugas con ustedes. Lamentablemente, el tricolor anda muy desmadejado.
Más adelante, el texto dice que la tolerancia a la oposición fue “una estrategia (del PRI-gobierno) para dar una ‘fachada’ de pluralidad”. Aquí es donde la semajanza con el viejo PRI no es menor, pues creo que a don Andrés le tiene sin cuidado lo que los demás digan o piensen, pues para eso ha construido la centralidad de su poder.
Hace una décadas, la centralidad del PRI se vio reflejada en que el Poder Ejecutivo “inició prácticamente toda la legislación que a menudo fue diligentemente aprobada por el Congreso”. Ciertamente fue hasta que entramos en un proceso de democratización que el presidente y su partido buscar consensos y negociar.
La centralidad de AMLO transitó por otra vía, más al estilo del caudillo. Durante la Legislatura que está por terminar, los diputados y los senadores trabajaron mayormente sobre las iniciativas enviadas por don Andrés y, como dice el texto, fueron diligentemente aprobadas o, lo que es lo mismo, “sin cambiarle ni una coma”. Que luego fueran rebatidas en la Corte por inconstitucionales y/o errores de procedimiento parlamentario, esa es otra historia. Y aquí estamos hoy: a unas cuantas semanas de que concluya el sexenio y la que será la bancada de MORENA ya aprobó de facto las iniciativas pendientes de AMLO, incluso antes de instalarse en la Cámara de Diputados.
Hay un aspecto en el cual su partido, doctor Monreal, no se asemeja al viejo PRI. En aquellos tiempos, cuando un gobernador resultaba inepto, se veía envuelto en un escándalo o le hacía una chicanada al presidente, ipso facto era defenestrado. Creo que Carlos Salinas fue el que más gobernadores depuso; no vayamos más lejos, varios de los mandatarios estatales contemporáneos de Enrique Peña Nieto están o estuvieron en la cárcel por malos conductas. Y todos ellos eran priistas. No es el caso de López Obrador, quien ha defendido hasta lo indefendible a gobernadores que merecían estar en el Récord Guiness por incompetentes, cuando no sátrapas.
Otra característica del partido hegemónico es que, con todo y la pluralidad permitida, no da lugar “a una competencia real en pie de igualdad por el poder”. La pasada contienda electoral nos da múltiples ejemplos que han sido multicitados en todos los medios por analistas y opinadores. Las mejores muestras son las bardas con la efigie de la doctora Sheinbaum pintadas un año antes de las elecciones y las 50 llamadas de atención que recibió e ignoró el presidente por intervenir en las campañas.
Y así llegamos a la tercera característica; el texto dice así: el partido hegemónico “no contempla la alternancia en el gobierno, por lo que no está dispuesto a la rendición de cuentas real”. Ya perdí la cuenta de cuántos expedientes y proyectos fueron sellados por razones de seguridad nacional, mientras espero que se cumpla la sentencia de muerte de los órganos autónomos.
Como podemos ver, MORENA es un partido hegemónico “by the book”, como dicen los gringos. Al respecto y en el colmo del sarcasmo, el pasado martes el presidente sermoneó a la oposición diciéndole que ojalá “aprenda la lección de la elección”. Sin duda el PRI y el PAN pudieron haber dado más de sí en los pasados comicios, pero cabe señalar que para que la actual oposicion deje de serlo, el partido hegemónico debe aceptar reglas imparciales y equitativas para el acceso al poder. Eso sí lo hizo el PRI en su momento; dudo mucho que MORENA lo haga en los próximos 10 años.
Si la 4T quiere anular a la Suprema Corte, que no anule a la oposición y a los 20 millones de ciudadanos que no comulgamos con ella.
Ni modo. Es lo que hay.
Con la colaboración de Upa Ruiz
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