Opinión

La lumpenización de la política

La palabra lumpen tiene su origen en el idioma alemán, nos dice la RAE, y se refiere a un “grupo social urbano que está formado por las personas marginadas socialmente, sin los mínimos recursos económicos: mendigos, vagabundos, e indigentes, forman parte del lumpen.” El diccionario panhispánico del español jurídico, por su parte, define al lumpen como un grupo social que atenta, sin ningún tipo de principios, contra la seguridad de los individuos o colectividades, bajo un ánimo rapaz y delincuencial.

Para muchos, dentro de los que me incluyo, el primer contacto con este término no se dio a través de los filósofos de la ética o de los moralistas religiosos, sino de la lectura de algunos textos marxistas. Fue el propio Karl Marx el que popularizó el término entre los estudiosos de la política y la sociedad.

En el Manifiesto del Partido Comunista, publicado en 1848, Marx hace referencia a la existencia de un grupo social que es producto de la putrefacción de las capas más bajas de la vieja sociedad. En ocasiones, este grupo, al que Marx definió como lumpenproletariado, puede ser aliado de algún movimiento proletario; sin embargo, en virtud de sus condiciones de vida, está más bien dispuesto a venderse a los poderosos para servir a sus maniobras.

AMLO entregará la banda presidencial antes de diciembre, sin cumplir seis años al frente del país

AMLO entregará la banda presidencial antes de diciembre, sin cumplir seis años al frente del país

Cuartoscuro

Posteriormente a esta definición conceptual, Marx utiliza el término lumpenproletariado de una manera más precisa en el análisis político que realiza sobre los acontecimientos de Francia, ocurridos entre los años de la proclamación de la Segunda República en 1848, hasta el golpe de Estado urdido por Luis Napoleón Bonaparte en 1851, que había llegado al poder mediante el voto popular.

El texto en el que Marx publicó sus reflexiones sobre estos hechos es conocido como El 18 Brumario de Luis Bonaparte y fue publicado entre finales del 1851 y marzo de 1852. El breve periodo que vivió la Segunda República, Marx lo compara con la vida de Aquiles: “Tetis, la diosa del mar, había profetizado a Aquiles que moriría en la flor de la juventud. La Constitución, que tiene su punto vulnerable como Aquiles, tenía también el presentimiento de que moriría de muerte prematura”.

La palabra brumario, por cierto, hace referencia al segundo mes (mes de la bruma) del nuevo calendario que los revolucionarios franceses establecieron como una forma de marcar un momento histórico iniciático y transformador de la vida pública. El nuevo tiempo revolucionario intentaba eliminar toda referencia religiosa contenida en el calendario gregoriano. El primer mes era el vendimiario e iniciaba en el equinoccio de otoño, en el mes de octubre.

En el 18 Brumario Marx señala que Bonaparte había organizado en el año de 1849 un amplio movimiento para celebrar sus cruzadas triunfales en sus recorridos por el país. Esta organización, que pretendía representar al “pueblo”, era conocida como Sociedad del 10 de diciembre, en referencia a la fecha en la que había sido electo presidente. Constaba de más de diez mil personas que eran movilizados para vitorear la llegada del presidente a una localidad y manifestar el apoyo masivo a sus decisiones cuando era necesario.

Aquí la cita extensa de Marx: “Bajo el pretexto de crear una sociedad de beneficencia, se organizó el lumenproletariado de París, en secciones secretas, cada una de ellas dirigidas por agentes bonapartistas y un general bonapartista a la cabeza de todas. Junto a libertinos (roués) arruinados, con equívocos medios de vida y de equívoca procedencia, junto a vástagos degenerados y aventureros de la burguesía, vagabundos, desertores de tropa, licenciados de presidio, huidos de galeras, timadores, saltimbanquis, lazzardoni (nombre que se daba en Italia al lumpenproletariado), carteristas y rateros, jugadores, alcahuetes, dueños de burdeles, mozos de cuerda, escritorzuelos, organilleros, traperos, afiladores, caldereros, mendigos; en una palabra, toda esa masa informe, difusa y errante que los franceses llamaban la bohéme; con esos elementos, tan afines a él, formó Bonaparte la solera de la Sociedad del 10 de Diciembre, sociedad de beneficencia en cuanto que todos sus componentes sentían, al igual que Bonaparte, la necesidad de beneficiarse a costa de la nación trabajadora. Este Bonaparte que se erige en jefe del lumpemproletariado, que sólo en éste encuentra reproducidos en masa los intereses, que él personalmente persigue, que reconoce en esta hez, desecho y escoria, de todas las clases, la única clase en la que puede apoyarse sin reservas, es el auténtico, Bonaparte. El viejo roué ladino, concibe la vida histórica de los pueblos y los grandes actos de Gobierno y Estado como una comedia, en el sentido más vulgar de la palabra, como una mascarada, en que los grandes disfraces, y las frases y gestos no son más que la careta para ocultar lo más mezquino y miserable:”

Marx señala que Bonaparte, como bohémien, “lumpenproletariado principesco”, llevaba la ventaja en la lucha política a los truhanes burgueses, porque éste podía librar la batalla sin rubor, con medios rastreros. Entre los medios inmorales que utiliza están los desplegados para ganarse el favor de las fuerzas armadas, porque sabe que hay obsequios y agasajos que “el hombre y sobre todo el soldado, no pueden resistir”. Menciona que, tanto en las comilonas que organizaba en el palacio del Elíseo, como en el pase de revista a las tropas, ofrecía a los oficiales y suboficiales, abundantes cigarros, champagne, aves frías y salchichón adobado con ajo. Por esta razón, escribe Marx, el dios tutelar de los aliados de Bonaparte era Baco, el alegre señor del vino y las bacanales.

Lee también

Más allá de las prácticas rufianescas bonapartistas y de la extensa lista que Marx proporciona de los tipos de personas que conformaban el lumpenproletariado de la época -menciones que en nuestros días, con toda seguridad, podrían ser objeto de acusaciones y juicios por discriminación, racismo o clasismo-, lo relevante es el señalamiento de que Bonaparte estaba dispuesto a desarrollar un activismo político pragmático, alejado de la ética y la responsabilidad, que le permitía aliarse con delincuentes y grupos “sin consciencia de clase”: Bonaparte ponía por delante la eficacia sobre los principios, en su implacable lucha por el poder.

Es en el 18 Brumario donde Marx acuña la famosa frase, parafraseando a Hegel, de que los grandes hechos y personajes de la historia suelen aparecer dos veces: una vez como tragedia y otra como farsa. Napoleón, escribe Marx, es víctima de su propia concepción del mundo, porque: “el payaso serio que era ya no toma a la historia universal por una comedia, sino su comedia por la historia universal.”

Otros autores marxistas, como el economista y sociólogo alemán André Gunder Frank, extendieron la utilización del término para referirse a la existencia, en algunas naciones, de élites locales que podrían tipificarse como lumpenburguesías, que conducen a las sociedades al lumpendesarrollo y al lumpenestado.

Sin exagerar mucho, a casi doscientos años del 18 Brumario, pareciera que en materia de lumpenización de la política, en algunas latitudes, no hay nada nuevo bajo el sol.