La idea es explorar el cambio filosófico que trajo consigo la reforma de educación básica impuesta por el gobierno de AMLO en nuestras escuelas. Las leyes de la república no son retórica vacua, por el contrario, condensan el renovado pacto social que acordamos los mexicanos. Como marco estructural de la conducta social, en ellas hemos de buscar la orientación última de la acción pública, los valores y preceptos --la filosofía—que debe dar sustento a la acción del Estado, incluyendo a la educación.
Sin contar con un consenso previo, la SEP la puso en práctica la NEM desde el primer día de clases de este año lectivo, aunque –como todos sabemos-- nunca las autoridades cumplieron con la disposición jurídica que le obligaban a realizar una consulta pública antes de su aprobación.
Fue una nueva desmesura autoritaria del ejecutivo. La imposición de este modelo educativo produjo una ruptura forzada y total con la tradición educativa liberal de México que se fundó en 1867. Esta constitución postuló la libertad del hombre, los derechos humanos, la libertad de expresión, la libertad de la educación, la libertad de publicación, la libertad de profesión, la prohibición de la censura, la libertad de asociación, etc.
Fue un liberalismo incompleto, pues la “libertad de educación” no equilibraba la educación sobre el principio del laicismo que establecía oficialmente una orientación secular a la educación. El artículo tercero de la Constitución de 1917 reparó esta deficiencia, y la amplió, al establecer el derecho de todos los mexicanos a recibir del Estado educación no solo laica, sino también gratuita, democrática, nacional y de calidad.
Más tarde, en 1934, de las filas políticas del PNR surgió la idea de substituir en el Art. 3º el concepto laicismo por el concepto “socialista”. Esta nación fue una utopía pues México instalaba en una economía de capitalismo industrial y casi nadie logró articular un concepto universal del socialismo. Por añadidura, el cambio legal suscitó gran malestar social.
La orientación liberal se recuperó felizmente en 1945, con la reforma extraordinaria que promovió Jaime Torres Bodet en 1945. En esencia, se dispone: “La enseñanza es libre; pero será laica la que se dé en los establecimientos oficiales de educación, lo mismo que la enseñanza primaria, elemental y superior que se imparta en los establecimientos particulares”. Fue una formulación parcial del laicismo (más tarde se ampliaría) pero que abrió una vía adecuada para promover la unidad nacional, (recuérdese las circunstancias de la Guerra Cristera y el entla Segunda Guerra Mundial). Enfatizó además el liberalismo educativo al afirmar: “tenderá a desarrollar armónicamente todas las facultades del ser humano y fomentará en él, a la vez, el amor a la Patria y la con- ciencia de la solidaridad internacional, en la independencia y en la justicia”.
La NEM fue elaborada con alto grado de arbitrariedad y frivolidad: hay numerosos puntos en los cuales el modelo educativo de la 4T se aleja del orden jurídico, por ejemplo, en el laicismo que es el fundamento de la doctrina liberal. La idea de mezclar en un mismo cuerpo curricular el conocimiento escolar con los saberes populares, conduce inevitablemente a que la educación se contamine con creencias religiosas, mitos, que impiden cumplir la norma de que la educación “será ajena a toda doctrina religiosa y “luchará contra la ignorancia y sus efectos, las servidumbres, los fanatismos y los prejuicios” (Art. 3º).
La ley dice “toda persona tiene derecho a la educación”. Esto significa que la educación es un beneficio individual y no colectivo, sin embargo, en el centro del discurso de la NEM se propone la tesis de que “el centro del proceso educativo no es el alumno sino la comunidad”. La pedagogía que propone la NEM es adversaria del individualismo y es de carácter social y colectivista. Su objetivo es la “transformación”, pero no del individuo sino de la realidad social representada por la comunidad.
El artículo 3º dice: “los planes de estudio tendrán (…) una orientación integral por lo que se incluirá el conocimiento de las ciencias y las humanidades: la enseñanza de las matemáticas, la lecto-escritura, la literacidad, la historia, la geografía y el civismo, la filosofía, la tecnología, la innovación, las lenguas indígenas del país, las lenguas extranjeras, la educación física, el deporte, las artes, especialmente la música, la promoción de estilos vida saludables, la educación sexual y reproductiva y el cuidado al medio ambiente, entre otras”.
Este enunciado legal, tan largo y preciso, fue una de las primeras omisiones en que incurrió la NEM, pues sus autores, decidieron, simple y llanamente, suprimir en su totalidad las asignaturas del plan de estudios. La educación básica se organiza ahora por “proyectos” que son ejercicios fundamentalmente prácticos (el conocimiento solo juega en ellos un papel auxiliar) que abordan problemas poco relevantes de la comunidad a través de una serie de etapas predefinidas y los cuales, previsiblemente, arrojan, bajos aprendizajes.
La NEM representa, ni más ni menos, que un exceso irresponsable y autoritario que se introdujo en nuestras escuelas, sin fundamento normativo y de manera cínica y atrabiliaria. Fue una imposición. En educación básica --acatando la voluntad de un pequeño circulo de irresponsables— transitamos desde un modelo educativo liberal, con principios claros, a un modelo oscuro, doctrinario, un artificio ideológico sin pies ni cabeza que tendrá consecuencias destructivas imponderables.
Copyright © 2024 La Crónica de Hoy .