Hace unos días, el informe de la Cuenta Pública 2023 reveló que la mitad del presupuesto asignado a la Secretaría de Salud no había sido ejercido en 2022. Rápidamente, el inquilino de Palacio Nacional salió a decir que para todo había una explicación: que esos 104 mil millones de pesos fueron transferidos con propósitos de fondeo al IMSS-Bienestar, la última ocurrencia lopezobradorista en materia de salud pública.
¿Se transfirieron los recursos al IMSS-Bienestar? Sí.
¿Se ejercieron? NO.
¿Cuánto ejerció el IMSS-Bienestar? 48.1 mil millones de pesos. Es decir, presenta un subejercicio del 46 por ciento.
Un organismo como el IMSS-Bienestar, en teoría, debe atender la cobertura universal de salud y que, según la Organización Panamericana de Salud, significa “dar acceso a servicios de calidad, en el momento y lugar adecuados sin que implique dificultades económicas” a todas las personas no derecho-habientes de otros sistemas de seguridad.
No ocurre así, señoras candidatas.
Si empezamos revisando los dineros, lo cierto es que la 4T gasta poco y mal en materia de salud. No las quiero agobiar con cifras, pero es importante poner las cosas en perspectiva, porque si en 2022 estuvo mal el gasto en salud, el año pasado nos fue peor.
El presupuesto para 2023 equivale al 2.5 por ciento del PIB, lo cual nos ubica en los niveles de 2010 y a la mitad de lo que recomiendan los organismos internacionales. Para que nos entiendan los lectores que nos acompañan, nada más les digo que en gasto en salud estamos por debajo de Costa Rica (CIEP, 9/04/2024). Aún más, si se ve como porcentaje del gasto total gubernamental, lo destinado a salud fue 9.9 por ciento, más o menos ¡lo mismo que en 2007!
Cómo es lógico, el gasto para atender enfermedades de alta incidencia también ha ido para abajo. En cuanto al cáncer de mama, la reducción ha sido de 35 por ciento en los último tres años. En salud mental se dio un incremento mínimo, sí, pero para gastos administrativos.
Además de los recortes presupuestales y los subejercicios, nos topamos con una instrumentación muy deficiente de los servicios de salud. Como ustedes saben, cuando se extinguió el Seguro Popular, el INSABI perdió por ahí varias decenas de millones de afiliados. Ahora, con la feliz ocurrencia de echar a andar el IMSS-Bienestar de un día para otro, la carencia a servicios de salud se incrementó a 50.4 millones de mexicanos (CONEVAL, 2023).
Con estos movimientos tan caóticos, los resultados solo pueden ser malos. En 2018, el sistema público de salud brindó 95.5 millones de consultas, mientras que en 2022 apenas fueron 50 millones; es decir, apenas la mitad.
Del desabasto de medicamentos y el fracaso de la megafarmacia, pues ya ni recordar es bueno. Solo les digo que cuando un derechohabiente del IMSS acude a consulta, el médico NO receta los medicamentos que no hay en la farmacia de la clínica. No les hablo de medicinas sofisticadas, sino de las que habituales para pacientes con afecciones cardíacas. Esto dará como resultado un subregistro de carencias y oculta la deficiencia en el servicio.
El gasto de bolsillo de las familias promedió, en 2022, la friolera de cinco mil 400 pesos anuales, “lo que supone un incremento de 31%, con respecto a 2018. El hecho ha afectado particularmente a las personas más desprotegidas del país. El 10% de los hogares más pobres gastó dos mil 243 pesos en 2022, un 74 por ciento adicional. Ningún otro segmento de la población vio un incremento del gasto en salud de tal magnitud.” (Comisión Independiente COVID, 2024) ¿No que primero los pobres?
Y aquí va la joya de esta trágica trama:
Como ustedes recodarán, señoras candidatas, teníamos un fondo para gastos catastróficos, el cual en 2020 se convirtió en el Fondo de Salud para el Bienestar (FONSABI), con el agregado que también se ocuparsaría de temas de infraestructura. El caso es que la 4T decidió que el FONSABI tenía mucho dinero (165 mil millones de pesos) y topó la cantidad de recursos ahí radicados, de tal suerte que todos los excedentes ahora se envían a la Tesorería de la Federación y ahí se pierde la pista a los dineros.
Al cierre de 2023, el FONSABI apenas contaba con 46 mil millones de pesos, cantidad igual a la que el Seguro Popular tenía en su fondo en 2010, cuando apenas empezaba.
Yo creo que todos hemos entendido mal a López Obrador. Sí vamos a tener un sistema de salud como el de Dinamarca, pero la Dinamarca del siglo XVIII.
Colaboró: Upa Ruiz uparuiz@hotmail.com
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