Opinión

Semanas aciagas nos esperan

Va a decir que ya le agarré cariño con esto de que las últimas columnas se las he dedicado; lo que pasa es que el tema de hoy, nuevamente cae en su área de competencia.

De hoy al primero de octubre, transcurrirán 18 semanas y 90 mañaneras, muchas de ellas en el interior del país como parte de la gira del adiós. ¿Adiós? Mmmmh… Lo dudo.

El viernes pasado lo hizo una vez más, en referencia a un tema que puede reconfigurar el país y el régimen como no lo ha hecho ninguna otra reforma. Cuando se le preguntó sobre la reactivación de la reforma al Poder Judicial (RPJ) en la Cámara de Diputados, tranquilamente contestó que “el pueblo quiere cambios; eso fue lo que manifestó el domingo”. Esta falacia es del tamaño de una catedral dedicada a Loki, el dios escandinavo del engaño.

Ahora que las encuestadoras han reivindicado su buen nombre, me encantaría que hicieran una encuesta sobre dicha reforma. Cuando pregunten a los entrevistados si quieren que la impartición de la justicia sea imparcial, honesta, pronta y expedita, el 100 por ciento responderá afirmativamente; pero si se les pregunta si han oído hablar de la RPJ, apostaría a que un máximo de 20 por ciento de la población ha escuchado mencionar -ojo, solo mencionar- el tema.

Lo que difícilmente podría validar una encuesta es qué método prefiere la ciudadanía para la designación de jueces, si el meritocrático o el de voto directo. Es el clásico tipo de temas que no pueden ni deben ir a consultas a población abierta y es mejor dejarlas a nuestros representantes, los legisladores. De ninguna manera menosprecio a los ciudadanos; es como si a los legisladores y analistas políticos se les preguntara cuál es el mejor método para hacer un trasplante de hígado.

Otra de las falacias de don Andrés es plantear el asunto como una dicotomía: “Es como cuando se tiene que optar entre Derecho o Justicia”. Como siempre, sus palabras enredan al respetable. Justicia es un valor y como todo valor es personal; en cambio, el Derecho son las normas legales en que todos estamos de acuerdo para conducirnos en sociedad. A alguien le puede parecer justo que los maestros de la CNTE bloqueen gasolineras y vías de tren para obtener la satisfacción a sus demandas; para otro, aun cuando comulgue con las demandas, las tácticas de la CNTE le resultan reprobables en la medida en que violan las normas. No es lo mismo la Justicia que la impartición de justicia…

Por ello celebré que la doctora Claudia Sheinbaum haya tenido la sensatez de comunicar que, en cuanto a ella respecta, la RPJ debe pasar primero a foros abiertos, en los que muy probablemente debatirían estudiosos del Derecho, constitucionalistas, abogados de todas las ramas y fiscales, así como jueces locales y federales. Lo celebré no por cambiar de simpatía política, sino por todas las razones ya expuestas en mi columna “Adiós al Poder Judicial” (7/06/2024), además de que los mercados y la paridad del peso siguen muy nerviosos.

Poco me duró el gusto y supongo que a la doctora Sheinbaum también, porque AMLO da indicios de querer acorralarla en la pista donde él y solo él es el conductor..., todavía. Cuando un reportero le preguntó si reactivar la RPJ afectaría la transición, su respuesta no pudo ser más reveladora:

“No. Según tengo tendido, la doctora lo planteó en su campaña. ¿O no lo planteó…?”

A estas alturas un presidente normal trataría de cerrar tranquilamente su gestión, al tiempo en que cede los reflectores a su sucesor, pero no don Andrés. Me pregunto qué lo mueve a actuar con esta descortesía política hacia CSP: 1) ¿De verdad cree que la “era” por él “inaugurada” es de las mismas proporciones épicas que la Independencia?; 2) La RPJ es una de las vías para mantener el control del país -y de doña Claudia- cuando salga de Palacio Nacional, pues dejaría sembrados a jueces, magistrados y ministros palomeados por él; 3) Está midiendo la obediencia de Sheinbaum; 4) Todas las anteriores…

En fin, doña Luisa María, a ver a qué acuerdos llegan el presidente y su sucesora en su reunión de hoy.

De no lograr un entendimiento, cuatro cosas quedarían claras:

Primera, que López Obrador no está dispuesto a escuchar y a abrir la discusión. Ya hasta descalificó a su otrora querido Arturo Zaldívar, al expresar que fracasó cuando dejó en manos de juzgadores el saneamiento del Poder Judicial. Segunda, que ya tiene una profunda discrepancia con su sucesora. Tercera, que AMLO ejercerá el poder formal hasta el último minuto anterior a entrar en la Cámara de Diputados el 1º de octubre para entregar la banda presidencial.

Y cuarta, que deberíamos llamar la 5T: Su transformación en caudillo.

Días aciagos nos esperarían…

Con la colaboración de Upa Ruiz

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