Se acerca el día de la elección y como Antonio Machado diría “toda la vida es ahora”. El pasado no se puede corregir, y frente a la boleta que nos ofrecen los partidos políticos y ante un escenario donde el voto nulo, por más que me agrade la idea como lo he manifestado en este espacio, tiene dos problemas: primero, la configuración de la Ley Electoral que desecha el voto nulo (asunto que urge reformar) y, segundo, que bajo las circunstancias actuales eso le beneficiaría a Claudia Sheinbaum.
En otras palabras, un voto razonado que no se siente identificado por ninguna de las opciones, pero que finalmente opta por un mal menor, elección tras elección, que no va a cambiar en tanto la ciudadanía no pueda elegir libremente por quiénes votar, es decir, el acceso de quiénes y cómo llegan a la boleta.
Elegir a Claudia Sheinbaum tiene todos los bemoles por delante, principalmente el de la normalización de la mentira. Me recuerda a la novela de Orson Wells de 1984, donde la forma de control del partido único era poseer la contradicción dialéctica, así el Ministerio de la Verdad era el lugar donde cambiaban la historia o modificaban palabras y el Ministerio del Amor era donde torturaban, así el nivel de control dialéctico que se instaura con la continuidad de la llamada 4T. Hannah Arendt refería que a la violencia siempre le precede la mentira, así que normalizar la mentira es normalizar el recrudecimiento de la violencia. Aunado a que Sheinbaum como presidenta tendría una rebelión en la granja con las corcholatas que no llegaron y que buscarían regresar a figurar como presidenciables en 2030, al expresidente AMLO queriendo mandar, al sionismo influyendo y, finalmente, su única forma de legitimarse sería con la fuerza pública y, como ya se la saben, ¡la policía te esta extorsionando! Como dirían los Molotov.
La opción Xóchitl, si bien no coincido con todo lo que ella afirma, cree o las banderas que ondea, si considero que es la candidata con más posibilidades de ganarle a Sheinbaum, con un mandato claro de sacudir al sistema de partidos como uno de los principales problemas del país, de algún modo esto ha sido parte de su discurso, en el 1er Debate Presidencial y donde puede reafirma su postura ciudadana no partidista y, si somos francos, los partidos que la abanderan son la principal carga de Xóchitl, pero en un acto legitimador de un nuevo gobierno que sería ampliamente respaldado por la ciudadanía, sería restar poder a los partidos y abrir más canales de participación ciudadana auténticamente democráticos, tiene esa oportunidad de oro, no sólo de cambiar el régimen, sino de irse a la raíz al sacudir al sistema de partidos y con ello desterrar a la mafia política, socia y comparsa del crimen, responsable de gran parte de la violencia que atormenta a nuestra nación.
Por supuesto que no todos los miembros dentro de los partidos políticos están inmiscuidos en enjuagues criminales, pero lo real es que México es cuna de grandes bandas criminales transnacionales que ponen, financian, quitan o matan candidatos y políticos en el país, y ahora se inmiscuyen en otros países y se disputan territorio de narcomenudeo en Estados Unidos e incluso llegan a cometer magnicidios de candidatos presidenciales como sucedió en Ecuador con Fernando Villavicencio tras denunciar al Cártel de Sinaloa y a AMLO directamente.
En estos momentos no le conviene a la candidata Xóchitl pelearse con la partidocracia, el diseño electoral obliga a llegar sólo por esa vía, sin embargo, ese mandato ciudadano es el que finalmente se verá manifestado en las urnas. En el debate, Xóchitl dijo que es “una mujer que siempre te va a decir la verdad”, yo convocó a tomarle la palabra y, finalmente, darle nuestro voto de confianza este 2 de junio.
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